27 | Ojos bien abiertos
El silencio.
Por lo regular, no era molesto. Hasta resultaba un tanto agradable: estar a solas consigo mismo, ni un ruidito que pudiera molestarlo mientras dentro de su cabeza, viajaba entre mil pensamientos. La bendición de poder meditar, no sufrir disgustos y a veces, disfrutar una buena taza de té.
Sí, esa era su perspectiva de una tarde tranquila.
Ahora que, los primeros días de septiembre eran prácticamente todo menos tranquilos, vaya.
Después de lo sucedido, dejar a una deprimida Miko sola en aquel apartamento no le parecía lo más adecuado: así que había hecho el sacrificio de quedarse aunque nadie se lo había pedido, ni siquiera recibiendo protestas cuando la chica lo miró traer una maleta diferente y cosas básicas de su propio hogar. Tomándose terriblemente en serio el papel de guardaespaldas.
Oh, señor. Sí, que sacrificado.
Si Miko Hendren era difícil en un día normal, era todavía más complicado convivir con ella luego de aquella noche. Como vivir con un fantasma.
No hablaba mucho. No sonreía. Sin comentarios sarcásticos ni bromas, básicamente el espectro de su personalidad: actuaba en automático y no era más que un cuerpo vacío. Sin alma, sin brillo ni aparentes ganas para existir.
Daishinkan jamás había extrañado tanto una voz o en su defecto, ser insultado todo el tiempo. Las discusiones en plan pasivo-agresivo. Groserías.
Sonaba masoquista, pero era cierto. Ni modo.
Un par de días después, todavía patrocinados por el benevolente y caritativo Shin, habían podido ir al centro comercial. Aún camuflados tanto como maleantes con gorras y abrigos, consiguiendo lo que necesitaban: ropa para la muchacha morena, reponer como bien pudo las cosas que él mismo había perdido debido al robo de maletas. Cosas prioritarias, aunque un recorrido incómodo pues Miko llevaba más de medio día sin hablarle, tan distante como si él fuese un simple perchero de adorno en donde podía colgar todas las bolsas de su reciente compra.
Si la pellizcaba, ¿reaccionaría por lo menos para intentar ahorcarlo como siempre?
Bueno. Realmente no quería descubrirlo.
Aunque no era tan tarde, había frío al abandonar esa plaza. Sobre sus cabezas, el firmamento se veía repleto de nubes grisáceas, anunciando mal clima: por supuesto, septiembre daba pase libre a la temporada de lluvias pre-otoñales. Una razón más por la cual agradecía tanto al universo haber podido recuperar las llaves de su preciado coche mediante Hedeon; una pequeña camioneta azul verdoso. Fiel y gratuito transporte que desde ya algunos años antes, era tremendamente útil.
Y para darle más razones de su utilidad, apenas poner un pie fuera del centro comercial, empezó la llovizna vespertina.
Tuvo que hacer malabares, pero consiguió meter las cosas en el asiento trasero y se lanzó dentro del auto con toda la rapidez posible cuando vió que Miko ya estaba dentro también.
Por la ventana del ahora borroso parabrisas, el resto de las personas también corría en busca de algún refugio, hacia sus automóviles. Tapándose con abrigos, bolsas o demás parecidos.
Se rió bajito y luego encendió la calefacción.
—Te has mojado un poco el cabello.
Creyó que se trataba de una alucinación, pero no y el cielo se abrió enterito para sus oídos cuando Miko dijo esa oración. Mirándolo tras bajarse la capucha de la sudadera.
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Inocente
FanfictionTodos siempre seremos los protagonistas en nuestra propia historia. Al igual que siempre habrá un villano para vencer y muchos obstáculos en el camino. Pero los cuentos de fantasía nunca pueden mostrarnos toda la verdad... ¿o sí? Es un hecho que la...