Prólogo

612 63 15
                                    

—¡¿Te puedes detener de una puta vez?!

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


—¡¿Te puedes detener de una puta vez?!

Y lo hizo, se frenó en seco, casi haciéndome chocar con su espalda ancha. Solté un suspiro de alivio bastante sonoro pero si me escuchó, hizo como si no.

Estaba tenso, lo noté por la forma en que se dio la vuelta.

—¿Se puede saber qué te pasa?

—Que se acabó.

Lo miré sin esforzarme por ocultar mi confusión.

—¿Qué quieres decir?

En el fondo ya sabía lo que quería decir, por supuesto que sí, lo que no quería era creérmelo.

—Nosotros, Andrea. Se acabó. Me parece que no es muy complicado de entender.

—¿Es algo que dije, te he hecho sentir mal de alguna manera?

No respondió.

A veces el silencio dolía más que mil palabras y eso me estaba quemando de una manera inexplicable, e incluso así quería aferrarme a él, a lo que sea que fuera verdad dentro de aquella mentira que habíamos creado.

—Fue un error, Andy.

Escuchar de su boca las mismas palabras que yo había dicho hacía un momento fue un golpe de realidad.

—Yo... lo siento.

Negó con la cabeza, sin resto de enfado, más bien parecía agotado.

—Esto fue una mala idea, desde el principio todo apuntaba al desastre.

—¡Pero vamos bien, y dentro poco...!

—¡No habrá un dentro de poco porque se acabó, Andrea, justo ahora!

Tantos "Andrea" en lugar de "saltamontes" me hicieron darme cuenta de que no íbamos a encontrar la solución.

No entendía la razón por la que me aferraba en lugar de soltarlo de una vez por todas para volver al ruedo de siempre.

—Pero...

—¡¿No te das cuenta de que no puedo seguir con esta mentira?! —se pasó las manos por el pelo y esa vez en lugar de acomodarlo, solo lo revolvió más. Dejó las manos sobre sus ojos un segundo en busca de calma, y luego las bajó de nuevo—. Me vuelve loco saber que mis besos para ti no son más que el diálogo que me toca en este guion. Yo no puedo vivir a medias Andrea.

Quiso emprender su caminata de nuevo pero mis palabras lo detuvieron. En mi cabeza solo existía una posibilidad.

—Estás enamorado de alguien...

Mi voz fue un susurro dolorido y la suya, una exhalación de derrota.

—Sí.

—Sí

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Corazones de PapelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora