25. Yo no moriría por ti, Andrea

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 Los actores estaban de aquí para allá, algunos recitando sus líneas como si estuvieran en mute, y otras cuchicheaban entre grititos nerviosos

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Los actores estaban de aquí para allá, algunos recitando sus líneas como si estuvieran en mute, y otras cuchicheaban entre grititos nerviosos.

Yo estaba ayudando a Chloe a organizar los últimos detalles del escenario.

—¿Ya tienes todo? —me preguntó, al mismo tiempo que con la barbilla impedía que se cayeran las dos cajas de espuma, de dónde había sacado algunos de los elementos de la decoración, y que después usaríamos en la fiesta.

—Solo me falta esta.

—Bien, las llevaremos al gimnasio y en lo que transcurre la obra y se hace el cambio de escena, vamos a organizar todo —indicó sin detener su andar—. Tu madre nos va a ayudar ¿no?

—Sí, eso me dijo.

Alguien iba demasiado concentrado en lo suyo como para prestar atención a que habían más personas en el pasillo, y al chocar su hombro con el mío, casi me tira la caja al piso.

—Oye... —Mas la protesta se quedó a medias cuando me percaté de quién se trataba.

Ni siquiera se disculpó, solo me clavó esa mirada capaz de atravesar la carne. Más allá de esa máscara de frialdad y cinismo había algo, un grito impronunciable.

—Siempre en el lugar incorrecto.

Otro impacto.

—Yo no... —Nuevamente me quedé callada, sin saber qué decir.

¿Acaso era yo quien debía disculparse, en general?

Pero no le había dado oportunidad de hacerlo antes así que sería injusto esperarlo ahora.

Él siguió su camino y yo me dispuse a hacer lo mismo, al menos en mi cabeza, antes de que la profesora me tronchara el intento.

—Andrea, tienes que dejar todo esto aquí mismo y empezar a arreglarte.

—¿Qué, por qué?

—Porque a Megan se le presentó un problema a última hora y no va a poder llegar, así que tú eres la persona propuesta, quien la va a sustituir.

Wow, un giro demasiado inesperado.

—Pero no. —Mi cabeza iba rápido, rapidísimo—. Profesora Murphy, nunca llegué a practicar de verdad el papel.

—Te lo sabes a la perfección, ¿no es así? —Asentí, era cierto, había terminado de leer el libro hacía dos días llevada por la curiosidad de saber antes que los demás lo que iba a pasar y recordaba todo—. Además, estuviste en casi todos los ensayos, no será difícil.

—No sé si yo...

—Sí puedes —me interrumpió Chloe.

—¿Tú no ibas para el gimnasio?

Se quedó a mi lado, pasando el brazo por encima de mi hombro, y poniendo su atención en la profesora, dijo:

—Usted déjeme esto a mí.

Corazones de PapelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora