27. Pide un deseo

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Los días pasaron y pasaron, como si estuvieran ansiosos por que el año terminara

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Los días pasaron y pasaron, como si estuvieran ansiosos por que el año terminara.

El abuelo pasó la última noche del año con mamá y conmigo, y fue genial compartir sonrisas, miradas y abrazos con tanta libertad con las personas que más amaba. Se respiraba la felicidad.

Mientras cenábamos nos estuvo contando sobre el último viaje que había hecho. Me encantaba escucharlo, era como viajar al mismo tiempo que él.
Incluso papá y Alexa nos visitaron un rato después de la cena. Ya no estaba enfadada con él, no podía estarlo porque, más allá de sus errores, siempre, de una forma o de otra, buscó la manera de verme feliz, y eso tenía que reconocerlo. Respecto a Alexa, decidí darle un voto de confianza que hasta el momento había aprovechado muy bien. Era una persona calmada, atenta y sumamente optimista, pero sobre todo, amaba a mi padre.

Mi hermanita estaba a punto de nacer y yo no podía estar más emocionada por conocer a alguien de quien de ahora en adelante debía cuidar.

En ese momento Alexa me animó a tocar su barriga. La bebé reaccionó, como si me estuviera saludando.

Miré a mi madre, llena de alegría, y ella me sonrió.

—¿Cómo se va a llamar? —interrogué al aire, esperando a cualquiera que me pudiera responder.

Papá se acercó para sentarse sobre el lateral del sofá, pasó un brazo por detrás de sus hombros y besó su coronilla.

—Amaya.

Sonreí, imaginándola agarradita de mi mano, jugando sobre el pasto del parque con Theo, ella sorprendiéndose con cada cosa nueva y yo tomándole fotos.

—Me gusta.

Mi teléfono comenzó a vibrar dentro del bolsillo de mi sudadera y les dediqué una mirada, disculpándome para atender. Tuve que alejarme para poder responder al ver de quién se trataba.

—¿Puedes salir un momento? Estoy afuera.

—Vaya, buenas noches a ti también.

Su risa vibró a través del auricular.

Miré la pantalla que marcaba las once y cincuenta y ocho minutos antes de volver a guardarlo.

—¡Mamá, vuelvo en un rato!

—¿A dónde vas?

Me detuve a medio camino, dedicándole una mirada significativa que entendió al instante. Cerré la puerta tras de mí y eché a correr. Él estaba en la acera. Salté a sus brazos.

—Cualquiera que te vea pensará que me has extrañado.

Me separé de él, sintiendo el frío reclamar el terreno que antes había sido suyo.

—No te creas demasiadas cosas.

—Tarde —alardeó, con esa expresión seductora que lograba derretirme en cuestión de segundos.

Me puse de puntillas y dejé un beso en la comisura de sus labios.

—¿Ya has soplado las velas, cumpleañero?

—No —confesó.

—¿Por qué?

—Porque se supone que debía pedir un deseo.

Enarqué una ceja, divertida ante su excusa.

—No le veo nada de complicado a eso, la verdad.

—Y tienes razón, no debería ser complicado.

—¿Entonces?

—Por eso estoy aquí.

—¿A qué te refieres?

—Tú eres mi deseo, Andrea, sería absurdo volver a pedir algo que ya se cumplió.

El corazón comenzó a latirme con fuerza, a punto de hacer estallar mi cavidad torácica, como si sus palabras fueran una droga para mi sistema nervioso. Todavía no me acostumbraba.

—Eres mi pedacito de magia, Alex.
Sus ojos conectaron con los míos.

—Y tú la magia que unió mis pedazos, saltamontes.

Lo sabía, podía verlo más allá de la profundidad de sus iris.

—Te quiero —le dije y, por primera vez, sin miedo.

—Yo te quiero más.

Le regalé una risa al viento, saturada de felicidad.

En la mayoría de las pelis románticas, justo antes de aparecer los créditos, se narra alguna escena que demuestra el cliché y vivieron felices..., pues exactamente así vivía yo desde que admití que mi corazón se agitaba por el suyo. Me sentía como en una escena constante antes del fin, pero sin serlo.

—Claro que no.

—Andy, cuando te digo que yo te quiero más me refiero a que te quiero tanto que sería capaz de ir más allá de mi oscuridad y sus conspiraciones, de mi soledad y esos silencios que a veces se vuelven ensordecedores. Más allá de mis heridas o de las viejas cicatrices. Lo que realmente quiero decir es que yo te quiero más allá de todos mis miedos.

 Lo que realmente quiero decir es que yo te quiero más allá de todos mis miedos

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No se alarmen, todavía nos queda un poquito de Alex y Andrea en el Epílogo🎭. Pero a nadie voy a engañar, no me quiero despedir de ellos.

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