Epílogo

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OCHO MESES DESPUÉS

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OCHO MESES DESPUÉS

Durante este tiempo las cosas en mi familia habían dado un giro de ciento ochenta grados, pasamos de ser tres a seis en un abrir y cerrar de ojos.

Mis padres no tardaron en divorciarse y lejos de lo que pensé, mi relación con ambos mejoró considerablemente. Papá y Alexa se casaron unos meses después del nacimiento de mi hermanita y mamá, luego de mil excusas, al final dejó a un lado sus miedos y le dio una oportunidad a Sombra y a su mundo.

Junto a Alex visitamos los suburbios y a mamá casi le da un infarto cuando los vio correr, cosa que me hizo mucha gracia, porque cuando Sombra volvió, le empezó a llenar la cara de besos hasta que recordó que yo estaba a su lado y me dedicó una mirada avergonzada que yo respondí con un guiño. Sombra había competido por última vez para despedirse de la pista y poder dedicarse a su sueño que era la repostería.

Chloe, después de la decepción amorosa con aquel chico misterioso, a pesar de que intenté convencerla de lo contrario, decidió cerrarse al amor por un par de años y concentrarse únicamente en sus estudios. Había logrado obtener su beca para estudiar Medicina en Harvard, por lo que se había ido a Massachusetts hacía un par de semanas atrás para ir relacionándose con el lugar y que al comenzar las clases le fuera más sencillo moverse de un lugar a otro. Yo no podía estar más orgullosa de ella al ver que iba a cumplir sus sueños.

Todo parecía ir viento en popa, a excepción de una pequeña cosa.

Las vacaciones de verano terminaron e inevitablemente había llegado la hora de despedirse para que cada uno tomara un rumbo diferente. Yo tenía una plaza para estudiar leyes en la UCB, así que seguiría en California, viendo las mismas caras y recorriendo las mismas calles de siempre, pero esta vez, sin mis amigos.

En cuanto a Alex, él había optado por Filología, pero se iría mucho más lejos, a otro continente, para ser precisa. Y aunque me partiera el alma, no me quedaba más remedio que apoyarlo y animarlo.

Hacía unos meses sus padres le habían comunicado la decisión de mudarse a la casa de su abuelo, en Londres, debido a que habían abierto una nueva sede de la Editorial y necesitaban seguirla de cerca para ganarse la fama de la que disfrutaban aquí. Todos sabíamos que el mundo editorial podía ser muy complicado. En esta ya tenían personal de confianza para seguir las labores sin ningún problema pero de igual forma vendrían de vez en cuando para verificar que todo estuviera en orden y de paso hacerle la visita a nuestra familia. Prepararon la mudanza nada más terminar las clases, pero Alex había decidido quedarse conmigo durante los meses de vacaciones, hasta el último día.

Yo me prometí no pensar en, llegados este momento, cuánto dolería su ausencia. Él me ayudó bastante con eso, volviendo todas y cada una de las horas a su lado, en días inolvidables. Hubo risas que me sacaron las lágrimas, abrazos que parecieron quedarse adheridos a mí como una segunda piel que más tarde me protegería, besos suaves que nos llevaron a los roces con segundas intenciones y caricias que me leyeron hasta lo más profundo del alma.

Corazones de PapelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora