EXTRA: El cuaderno de Alex

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Yo siempre había sido amante de los días nublados ¿sabes?, pero de esos en los que parecía que el cielo estaba a punto de romperse en mil pedazos y dejar fluir una cortina de lágrimas sin consuelo alguno

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Yo siempre había sido amante de los días nublados ¿sabes?, pero de esos en los que parecía que el cielo estaba a punto de romperse en mil pedazos y dejar fluir una cortina de lágrimas sin consuelo alguno. Tal vez porque así era como me sentía. Sin embargo, llegaste tú, a punto exacto, como el crepúsculo después de un sol abrasador, tan fresco para la sequía de mi alma que algunas de las grietas temblaron cuando bajo tus caricias comenzaron a brotar las flores que sustituirían a las espinas secas de antes, dejando ese aroma a petricor que anunciaba que habías conquistado suelo sediento.

Y mira, tantos años y tantas personas intentando captar ese aroma, tan único, tan profundo, para apresarlo en un simple frasco, fracasando al no darse que cuenta que libre era como realmente te disfrutaban.

Entonces, por donde iba, que me embelesas; así de fácil llegas donde estoy, me tomas de la mano, me haces girar al compás del viento, bailar con los ojos cerrados, reír con melodía, me despeinas y entre caricia y caricia me revelas todo el secreto de tu complejidad, del porqué tan etérea que nadie ha podido descifrar tus más de cincuenta matices.

Y lo mejor de todo es que te quedas.

Nos volvemos Ramé.

Y le damos nombre; amor.

Corazones de PapelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora