6. Así es como se hace

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Chloe y Alex eran una constante en mi vida, cada vez que discutía fuerte con mi madre corría a los brazos de cualquiera de los dos en busca de consuelo, o en las noches de tormenta cuando parecía que los truenos harían pedazos al cielo, Chloe se q...

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Chloe y Alex eran una constante en mi vida, cada vez que discutía fuerte con mi madre corría a los brazos de cualquiera de los dos en busca de consuelo, o en las noches de tormenta cuando parecía que los truenos harían pedazos al cielo, Chloe se quedaba hasta las tantas hablando por teléfono conmigo, y él se colaba por mi ventana para hacer una casita de campaña con las mantas y ver las fotos de cuando éramos más pequeños, para sacarme de los problemas. Incluso cuando mis intereses amorosos me dejaban plantada o yo decidía huir, él estaba dispuesto a buscarme y Chloe a patear un par de culos. Siempre, siempre, estaban para mí a pesar de que domináramos o no la situación.

Ellos eran como mi escudo cuando todo lo demás estaba en mi contra.

Pero esas eran cosas que nunca le confesaba a ninguno, no me permitía momentos de debilidad.

Ahora mismo me sentía así encima de aquella motocicleta del demonio que iba a demasiados kilómetros por hora, yo me mantenía aferrada a la cintura de Alex como si mi vida dependiera de eso, y en cierto modo lo hacía. Los minutos se fueron volando y en menos de nada ya estábamos entrando a nuestra calle.

No quería llegar a casa, supuse que por eso sentí que el viaje se hizo tan corto.

Las luces de las farolas iluminaban toda la acera, pero todavía quedaban personas circulando, como yo que acababa de llegar, habían otros que apenas estaban saliendo.

Primero se detuvo frente a mi casa, sin apagar la moto. Al bajarme le entregué el casco con una sonrisa.

—Muchas gracias por sus servicios, señor mejor amigo.

Arrugó el entrecejo, sin mirarme, y en lugar de responder, preguntó:

—¿Qué mierda hace Leo en tu casa a esta hora? —La molestia que tintaba su voz me dejó un poco confundida mas no dudé ni un segundo de que lo que me estaba diciendo era cierto.

Me vi sin salida a pesar de que no tenía porqué huir. Tal vez el que estuviera en casa o tal vez el hecho de que, si llegaba a hablar con mi madre, todo mi esfuerzo por darme el lugar que merecía, se iría al trasto.

Además, no quería verlo porque por más que llevara todo el día esforzándome por ser la misma chica de todos los días, estaba dolida. Me hizo quedar como una estúpida frente a todos. Yo confié ciegamente en él y él se burló de mí.

Terminé con Leo en el calor de un momento de ira, ni siquiera lo había pensado, solo solté las palabras impulsada por la sorpresa que me había llevado y ya, pero por su actitud jamás pensé que lo vería frente a mi puerta de nuevo, imaginé que se iba a ir por la vía fácil, como antes, ignorarme. También que él había salido corriendo tras Megan después de que yo misma lo incentivara a hacerlo por eso no entendía qué estaba pensando al plantarse en mi puerta.

El corazón comenzó a latirme desbocado y mis palmas a sudar producto de los nervios y un extraño dolor de estómago me hizo bajar un escalofrío por toda la columna, de pronto no sabía qué hacer.

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