Wall Seven +18 ||Jeon Jungkook||

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—Pero si dijiste que venías por mí, cabezón. ¿Ahora cómo me voy a casa?—pregunté, bajando las escaleras de la empresa mientras hablaba por teléfono con mi tarado de hermano.

—Mathew, te juro por Dios que no vuelvo a salir contigo y que me debes una cena cara—dije, frustrada, al escuchar cómo mi hermano negaba otra vez nuestra cena.

—Bueno, te veo luego.... sí, sí, yo también te quiero, imbécil. Adiós—me despedí, colgando el teléfono.

Suspiré frustrada al darme cuenta de que tendría que caminar hasta mi casa. No tenía efectivo para pagar un taxi, así que no me quedaba otra opción que recorrer el camino a pie, y encima llevaba tacones.

—Vaya manera de terminar un viernes, por dios—susurré.

Caminé por unas cuantas cuadras, sintiéndome cada vez más cansada y incómoda con mis tacones.

—De verdad que no sé cómo las modelos de Victoria's Secret pueden usar estos zapatos por horas—murmuré para mí misma, quejándome de mi elección de calzado.

Y para colmo, aún me quedaban treinta cuadras por recorrer hasta llegar a casa.

Seguí caminando hasta que escuché un claxon que me sobresaltó.

—¡Ah!—exclamé al voltearme.

—¡Pero mira a quién tenemos aquí, una muñequita!

Al reconocer la voz, fruncí el ceño y me encontré con Jungkook, quien había detenido su auto a mi lado.

—Ya estoy cerca de mi casa—mencioné, acomodando mi cabello cansada.

—¿En serio vas a caminar el resto del camino?—preguntó con una ceja alzada, claramente divertido por mi situación.

—Pues así hago ejercicio con mis piernas—dije, apoyándome en la puerta de su auto, tratando de aparentar más calma de la que realmente sentía.

—¿Ibas a algún sitio?

—A una cena con el imbécil de mi hermano que se suponía que iba a pasar por mí a la salida pero me canceló—mencioné, comenzando a caminar mientras veía cómo su auto avanzaba lentamente a mi lado.

—Vaya, suena como un hermano muy considerado—comentó con sarcasmo, haciendo que soltara una risa.

—Oh, sí, es un caballero de pies a cabeza—respondí con ironía— Pero bueno, ya sabes cómo son los hermanos.

Él sonrió y se encogió de hombros.

—Supongo que sí. ¿Quieres que te lleve a casa? Parece que te estás quedando sin piernas.

—No sería necesario, puedo manejar el resto del camino.

—Vamos, sube al auto—insistió, abriendo la puerta del copiloto.

—Mira, sólo lo hago porque me duelen las piernas—mencioné subiendo a su auto y colocando el cinturón.

—Eso es lo que todos dicen cuando quieren que los lleven—respondió con una sonrisa burlona mientras arrancaba el auto.

Rodé los ojos y lo empujé suavemente.

—Oh, vamos, no soy tan predecible—respondí con fingida indignación, aunque su comentario me sacó una risa.

El trayecto continuó en medio de una conversación animada y ligera. Me di cuenta de que disfrutaba mucho más de su compañía cuando estábamos fuera del entorno de la oficina. Hablamos sobre nuestros gustos, nuestras experiencias y reímos por tonterías.

Definitivamente no parecía un mafioso.

Finalmente, llegamos a mi edificio y Jungkook detuvo el auto.