Cero rencor

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Aunque el profesor se había pasado de la raya, no le guardaba rencor; después de todo, me había salvado la vida. No había contado aquel accidente a nadie, porque de lo contrario me habrían echado la bronca por torpe.

Eran las 7:00 a. m., y como era sábado y no tenía academia, quería seguir durmiendo hasta las 9:00 a. m., pero el sonido de las notificaciones de mi móvil me alarmó. Era súper temprano; mis amigas nunca se despiertan a estas horas, así que no sabía quién era hasta que revisé Instagram.

Jack: Hola, Aurora. ¿Puedes venir un momento al aula, por favor?

Era impresionante que después de haberme hablado así, él actuara como si nada hubiera pasado. Pero, aun así, no soy rencorosa, así que decidí responderle.

Aurora: Hola, profe, en 10 minutos llego. —respondí rápidamente, intentando no mostrar ninguna emoción en el texto.

Leído el mensaje, me puse la ropa y bajé corriendo. Mi madre estaba de turno nocturno hasta las 9 en el hospital.

Llegué al edificio y entré. Tenía el corazón a mil, pero seguí subiendo hasta la puerta del aula, donde toqué suavemente.

—Adelante, Aurora —dijo Jack con una voz que intentaba ser amigable.

Pasé con la mirada en el suelo.

—¿Qué quieres, Jack? —pregunté con un deje de desagrado que no pude ocultar del todo, evitando mirarlo directamente.

—Siéntate, por favor —pidió con un tono más suave.

—Vale —respondí mientras me sentaba frente a él, todavía sin levantar la vista.

Finalmente decidí enfrentarlo, observando su rostro impecable.

—Quería pedirte disculpas por cómo te traté el otro día —comenzó a decir Jack con cierta culpa en la voz—. Estaba de muy mal humor porque no me encontraba bien y he tenido algunos inconvenientes en casa...

—Gracias por disculparte conmigo —le respondí, agradeciendo su sinceridad, aunque intenté mantenerme neutral.

Jack me dedicó una ligera sonrisa, como si un peso se hubiera aligerado de sus hombros.

—Estuve toda la noche corrigiendo exámenes porque siempre lo dejo todo para el último día. La verdad, creo que este trabajo no es para mí —añadió con una risa nerviosa, buscando relajarse.

Se rió, y yo también le sonreí, sintiendo que la tensión entre nosotros se desvanecía.

—Podemos ser amigos, Aurora —continuó él con esperanza en la voz—. Me caes bien y, la verdad, soy demasiado joven para trabajar en esto.

—Tú también me caes muy bien, y no me parece mal socializar un poco más —respondí, sorprendida por la dirección que estaba tomando la conversación.

—Entonces, ¿ya me consideras amiga? —pregunté divertida.

—Tal vez —respondió, jugando con él.

—¿Cómo que tal vez, si acabas de pedírmelo? —repliqué, fingiendo indignación.

—Pues ya está —dijo con una sonrisa.

Lecciones De Amor 🌺🩷 |Salma El FilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora