Juntos en la misma dirección

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Revisé el móvil y vi que eran las tres de la madrugada. Bajé a la cocina a beber agua, como siempre. Vi a Luck apoyado en la encimera de la cocina.

—¿Qué haces tú aquí, Luck? Deberías estar en el trabajo.

—Dime por qué te tendría que dar explicaciones, señorita aguacate.

—Por la razón de que, si me sigues llamando así por los pijamas que me pongo, te voy a partir el cuello en dos —le dije sonriendo sarcásticamente.

—Vale, vale, no te pongas a la defensiva. Acabo de terminar mi turno, ¿contenta?

—Mucho.

—¿Y tú no deberías estar en la cama?

—Dime por qué te tengo que dar explicaciones.

—Porque estoy muy sexy con este traje de bomberos, me favorece mucho, ya lo sé, y seguramente pienses lo mismo.

—Tú también piensas que estoy mona con los pijamas de aguacates.

—Me has pillado.

Le sonreí y luego los dos estuvimos un buen rato mirándonos a los ojos. Simplemente, sus ojos me atrapaban. Ese verde esmeralda era tan bonito, y esas pecas que rodeaban sus mejillas le favorecían muchísimo. Me di cuenta de que compartía muchos rasgos con Jack: los ojos del mismo color, el pelo castaño, los músculos y, a veces, la personalidad. Qué irónico pensar eso, ya que se odian a muerte.

—Esto no consiste en mirarse el uno al otro, sino en mirar juntos en la misma dirección —dijo Luck, aún mirándome.

—Entonces, miremos juntos en la misma dirección.

Nos acercamos lentamente hasta que nuestros labios se encontraron en un beso suave, tímido al principio. Podía sentir su respiración acelerada, como la mía, y el calor que emanaba de su cuerpo. Fue como si el tiempo se detuviera, y por un instante, nada más importara. Sus labios eran cálidos y suaves, y el beso, aunque breve, estuvo cargado de una electricidad que no había sentido antes.

Nos separamos lentamente.

—Bueno, parece que no te molesta tanto mi pijama de aguacates —dije en un susurro, sonriendo contra sus labios.

—Para nada —respondió él, con una sonrisa juguetona—. De hecho, creo que me gusta más de lo que debería.

Reímos juntos, rompiendo la tensión que se había acumulado entre nosotros. Pero ambos sabíamos que ese beso había cambiado algo, que nada volvería a ser igual.

¡Dios mío! Acababa de besar a Luck y, encima, el beso lo había empezado yo. ¡Dios mío! ¿Qué coño se me había pasado por la cabeza a las tres de la mañana? Supuestamente era la hora maldita, no la hora bendita.

Venga ya, si sabes que te ha encantado. Las cosas pasan por algo, tal vez acabéis con dos hijos y un perro llamado Coco.

Mi conciencia no me ayudaba mucho en ese momento. Simplemente, me despedí y subí las escaleras, directa a mi habitación, pero al doblar la esquina, Nora estaba mirándome con una sonrisa de oreja a oreja.

—Aurora, yo pensaba que eras una santa. Veo que no —me dijo Nora, mirándome con una gran sonrisa dibujada en su cara.

—Ni me lo recuerdes.

—Venga ya, ambas sabemos que te ha encantado.

—Bueno, tal vez —murmuré.

—A Leah le va a encantar cuando se lo cuente.

—¿En qué lío me he metido yo?

—En el lío de Luck. Suerte —me dijo Nora, regresando a su habitación dando pequeños saltos.

Lecciones De Amor 🌺🩷 |Salma El FilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora