Una pequeña mentira

110 38 55
                                    

-Buenos días, mamá. Buenos días, papá -saludé mientras me sentaba a la mesa.

-Hola, cariño -respondió mi padre con una sonrisa.

-Buenos días. ¿Qué quieres desayunar? -preguntó mi madre mientras sacaba algunos ingredientes del frigorífico.

-Cualquier cosa -dije encogiéndome de hombros.

-Bueno, vale -contestó ella, asintiendo con la cabeza.

-Oye, papá y mamá... -comencé, sintiendo los nervios en mi estómago.

-Dime -dijeron los dos al mismo tiempo, sorprendidos por mi tono.

-Me han aceptado en una universidad en Los Ángeles, Estados Unidos -dije rápidamente, tratando de contener mi emoción-. Es una excelente oportunidad para mí. Además, Jack me ha ofrecido quedarme en su casa con él y algunos amigos. Por lo menos dejadme probar unos cinco meses. Si me gusta, me quedo, y si no, vuelvo a casa.

Mi padre levantó una ceja, pensativo, y luego me miró.

-Por mí bien, pero pregúntale a tu madre -contestó, pasando la pelota.

-Cinco meses, ¿eh? -murmuró mi madre, dándole vueltas a la idea mientras giraba el cucharón en la sartén-. O sea, que me dejas...

-Sí, pero solo de prueba -repliqué rápidamente, tratando de aliviar la tensión-. Si me queréis de vuelta, vuelvo sin rechistar. Ya me conocéis.

-Eso sí, llamadas todos los días por la noche, ¿eh? -añadió con tono serio, señalándome con el dedo-. Si vas a algún lado raro, mándame tu ubicación en tiempo real. No comas nada que te dé alguien, prepárate tú misma la comida y, sobre todo, no vayas a discotecas ni fiestas a lo loco. No bebas ni fumes. -Cerró los ojos un segundo mientras soltaba todo de corrido.

-Mamá... -suspiré, rodando los ojos-. Mientras me dejes ir, no me quejo.

-¿Qué os pasa? -intervino mi hermano Rayan, entrando en la cocina con una sonrisa traviesa.

-Me voy a mudar a Los Ángeles -respondí.

-¡Qué bien que te vas! Así ya no te tengo que aguantar -exclamó él, riendo.

-¡Rayán! -espetó mi madre, fulminándolo con la mirada.

-¿Qué? -respondió él, encogiéndose de hombros con total indiferencia.

-Vaya niño más tonto... -murmuré entre dientes, molesta.

-Aurora, no le hables así a tu hermano -dijo mi padre, con una media sonrisa en los labios.

-Papá, ¿has visto lo que me ha dicho? -protesté, esperando algo de apoyo.

-Querrás decir "escuchado", porque no veo con los oídos -respondió él, divertido.

-¡Siempre ganas tú, Rayán! -me quejé, mirando a mi hermano con frustración.

-Es que soy el hermanito menor y el más mono -dijo, poniendo una cara de pena que, obviamente, no era sincera.

-Esa cara no te va a funcionar, eh, Rayancito -repliqué, cruzando los brazos.

-Sí que me funciona, Aurorita -respondió él con una sonrisa burlona.

-Chicos, callaos ya y desayunad de una vez por todas -intervino mi madre, visiblemente cansada de la discusión.

-Eso, Aurora -añadió Rayán, encantado de seguir provocando.

-¡Pero si ha sido para los dos! -respondí, indignada.

-No, yo soy el favorito, así que ha sido solo para ti, fea -me replicó, todavía sonriendo.

-Estoy deseando irme ya y mudarme -murmuré entre dientes.

-Mamá, papá, mi hermana no me deja en paz -dijo Rayán con una voz exageradamente inocente.

-¡Cállate ya, Rayán! -grité, ya cansada del imbécil.

-He terminado, me voy a mi habitación antes de que le meta el rollo de papel en la boca a Rayán -anuncié mientras me levantaba de la mesa y salía de la cocina, poniendo cara de burla.

Ya en mi habitación, decidí llamar a Alberto, el vecino de Jack. Quería hablar un rato con él y despejarme. Así que tomé su dirección, cogí el coche de mi madre y me dirigí a su casa. Al llegar, no había tocado la puerta ni dos veces cuando me abrió con una sonrisa.

-Hola, Aurora, sabía que vendrías -me saludó Alberto, con una sonrisa amistosa.

-Hola, Alberto -respondí, sonriéndole de vuelta.

-Por favor, pasa -dijo, haciéndose a un lado.

-Gracias -le agradecí mientras entraba.

Pasamos un buen rato charlando de tonterías, pero ya me tocaba irme. Me despedí de él y, al salir, vi la casa de Jack. Decidí acercarme y tocar la puerta, tal vez estaba en casa.

Jack me abrió la puerta, tenía los ojos rojos pero no inchados, a lo mejor solo estaba resfriado y todo fue mi imaginación, eso sí, estaba un poco apagado.

-Hola, Aurora.

-Hola, Jack -dije con una sonrisa nerviosa-. ¿Puedo pasar?

-Claro, pasa -respondió, haciéndome un gesto para que entrara.

La casa era increíblemente genial. Al entrar, había un salón enorme, techos altos y una lámpara de araña impresionante. Todo parecía salido de una película. El suelo de madera brillante cubría toda la planta baja. No logré ver nada más ya que como se entiende, no me voy a poner a revisar cada rincón de su casa.

-Qué bonita casa tienes -comenté, mirando todo a mi alrededor.

-Me alegra que te guste -dijo Jack, sentándose en el sofá frente a mí-. ¿Te apetece un café?

-No, gracias, acabo de desayunar -respondí, sonriendo educadamente.

Jack me observó un momento y su expresión se volvió más seria.

-Y dime, ¿qué te trae por aquí? -preguntó, cruzando los brazos.

-Estaba con Alberto, y cuando me iba, se me ocurrió ver si estabas bien. Ayer me preocupaste demasiado.

-No te preocupes, solo estoy resfriado, nada más -respondió Jack, tratando de sonar tranquilo.

-Bueno -repliqué, poco convencida.

En ese momento, alguien tocó la puerta.

-Creo que es Alberto, voy a abrir -dijo Jack mientras se dirigía hacia la entrada.

Abrió la puerta y, efectivamente, era Alberto. Estaban hablando de algo, pero no pude escuchar nada. Me sentí aliviada por saber que Jack solo estaba enfermo, pero también empecé a preguntarme si me estaba ocultando algo.

-Hola de nuevo, Aurora -saludó Alberto.

-Hola, Alberto. ¿Qué haces aquí?

Jack entró al baño, y Alberto aprovechó para acercarse a mí.

-Vine a ver a Jack. Sinceramente, aproveché cuando te fuiste, pero veo que hemos tenido la misma idea. No te ofendas, es por Jack, no por ti. ¿Cómo ves a Jack?

-No, tranquilo. Lo veo extraño y apagado. Pero, ¿podrías explicarme por qué?

-No puedo, pero tal vez Leah te lo cuente.

-¿Leah?

-Una de las personas que vivirá en la casa. Ya la conocerás. Estoy seguro de que os llevaréis muy bien. Espero que Jack...

Jack salió del baño y Alberto se interrumpió rápidamente, dejándome con la duda.

-Bueno, como te decía, me alegra que vengas con nosotros a Los Ángeles -dijo Alberto, intentando disimular.

-Bienvenida a la familia, Aurora -dijo Jack, esbozando una pequeña sonrisa.

-Gracias -respondí, devolviendo la sonrisa.

Lecciones De Amor 🌺🩷 |Salma El FilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora