Hielo en la carretera
Tendría que haberme estudiado a fondo en su momento toda la información que Yuka recopiló sobre Foster para mí. Pero, como lo único que hice fue leérmela un poco por encima, ahora estoy jodida.
Paso los folios tan rápido como puedo y solo puedo permitirme subrayar las cosas más básicas, como el nombre del primer perro que tuvieron los Foster. Estoy intentando memorizar el enrevesado nombre del grado que el idiota que tengo por novio falso estudió en la universidad cuando noto que el susodicho me mira de reojo.
—¿Qué? —gruño, volviendo el rostro en su dirección para clavar mis ojos en él.
Aparta la vista al instante, concentrándose de nuevo en la carretera y evitando hacer contacto visual conmigo.
—No te van a someter a un interrogatorio. Lo sabes, ¿no?
—Calla —le chisto—. Ya podrías haberte metido a una carrera más fácil de recordar.
Esboza una sonrisita y yo aprieto los dientes mientras repito la retahíla de palabras incomprensibles en mi cabeza.
—Todo va a ir bien, Visentin —añade cuando estoy a punto de rajar el papel porque no soy capaz de memorizarlo—. Relájate un poco.
¿Que me relaje? Ja.
Le regalo un resoplido.
—¿Hay algo que deba saber que no esté escrito aquí? —inquiero, pasando rápido las hojas hasta el final.
Como no contesta enseguida, vuelvo a mirarlo. Se le ha borrado la sonrisa de los labios.
—¿Wes? —insisto, tras casi un minuto entero de silencio.
Le veo apretar el volante con más fuerza. Tanta, que los nudillos se le ponen blanquecinos.
—Mi padre era un cabrón —dice de pronto—. Tenía problemas con la bebida y con el juego. Me... Me pegaba. Desde niño.
—Joder.
No tengo ni idea de qué contestar. No me esperaba para nada esa revelación. No... Jamás hubiera adivinado que...
—Y yo me defendía —continúa, cortando el hilo de mis caóticos pensamientos.
—Oye, no tienes que contármelo si no quieres —consigo responder.
Esto es demasiado personal. Tan personal que ni siquiera Yuka y su exhaustiva investigación fueron capaces de sacarlo a la luz. Y, aunque está hablando de ello con total normalidad, no me cabe duda de que no debe de ser fácil para él tratar un asunto como este.
Niega con la cabeza y traga saliva.
—Grace se quedó embarazada de Chloe a los dieciséis. Cuando él se enteró, le dijo... La insultó de todas las formas posibles —me explica, bajando un poco la voz pese a que estamos solos en el coche—. Yo me metí en medio y... Ese día fue cuando me rompió la nariz.
—Yo...
Joder. Ahora sí que no sé qué coño decir.
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Dime que me odias
RomanceDesde que hace cuatro años se mudó a Alaska, Sierra vive aislada para mantener a raya la culpa y los remordimientos, pero la boda de Mia amenaza con hacer estallar su burbuja de control y secretos. Desesperada, Sierra decide seguir los consejos de...