Capítulo 8

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Arthur


No estoy bien.

No por dentro.

Nunca lo estoy.

Solo mi cuerpo está recuperado, pues mis lesiones físicas han sanado casi por completo y ya tengo muy poca molestia. Sin embargo, sé que podría haber estado mucho peor si es que no me hubiera cruzado con Will, pues hubiera volado a Virginia Beach y, allí mismo, me hubiera enterado de su muerte... Y con la crudeza de la noticia, sin saber que nunca dejó de quererme, sin saber de su última esperanza, no podría haberlo soportado. Tal vez, hubiera sido el final de mi resistencia para seguir existiendo.

Incluso he tenido suerte.

Aun así, las cosas no son demasiado distintas de esta manera, pues no he dejado de sentirme más y más culpable por no haber regresado antes, por no haber acompañado a mi padre en su lecho de muerte; por haber creído, aquella última vez, que me desterró como hijo para siempre. No puedo regresar el tiempo.

Pero... es un consuelo saber que Will estuvo allí, a su lado, casi como en representación mía. Se ocupó del lugar que me correspondía, y eso es algo que nunca podré terminar de agradecerle. Ahora estoy en deuda con él, y ese es otro factor por el que me he resignado a quedarme en esta ciudad, lo menos que puedo hacer para compensarlo es eliminar la carga de conciencia que mi padre dejó sobre sus hombros...

Entre otras cosas, Will me contó que Rhys abandonó su vida en San Francisco durante los diez meses que mi padre luchó contra la enfermedad; su voluntad fue acompañarlo hasta el final. Will tiene su número de teléfono y, de vez en cuando, mantienen cierta comunicación, pues mi tío suele preguntarle sobre cualquier cosa que él pueda saber sobre mí (más allá de las intermitentes señales de vida) y orille a mi paradero. Al enterarme de ello, por supuesto, le he pedido a Will que no le diga nada sobre mi reaparición y regreso a Nueva York. No quiero retomar ningún lazo familiar, al menos no por ahora.

Sé que es el único que me queda.

Pero no lo reconozco.

Seis meses antes de mi desaparición, a pesar de que Rhys se había reconciliado con mi padre, él siguió siendo un extraño que de repente había vuelto a nuestras vidas después de poco más de ocho años de ausencia; durante aquel corto lapso, tan solo conviví con él una sola vez, cuando celebramos el cumpleaños de mi padre en una tarde familiar en Sandbridge. Y sé que también estuvo con mi padre, que incluso dejó pausada su vida en San Francisco para estar una larga temporada en Virginia Beach, que sigue siendo mi única familia. Sé que debería agradecerle.

Sé que debería buscarlo...

Pero no puedo hacerlo.

Aún no.

En cuanto a lo demás, he recuperado mi equipaje del hotel donde me había hospedado y, por el contrario, he perdido mi vuelo a Virginia Beach. Y es que ya no tiene ningún sentido buscar allí a mi padre. No lo encontraré en ninguna parte del malecón, siendo feliz y siguiendo con su vida; empero, sé que tendré que forzarme para ir algún día, y más pronto que tarde. Will me ha proporcionado las escrituras de la casa de mi padre, que ahora me pertenece, por lo que eso se traduce en un serio pendiente. Aunque, sé que cuando llegue el momento de volver a Sandbridge, voy a sentirme en el fondo de un infierno.

Ya no será mi hogar.

Solo un nido de recuerdos.

Una vida que dolerá revivir.

Mi padre fue demasiado bondadoso y compasivo conmigo. Con todo derecho, pudo haberle heredado la casa a su hermano menor o a su única nieta, y no me habría indignado. Por otro lado, es Rhys quien se ha encargado de vigilar la residencia desde la distancia, así como de mantenerla limpia y ordenada con los servicios locales, allí otro motivo por lo que en algún momento será necesario ponerme en contacto con él.

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