Capítulo 86

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Arthur


Vacío.

Calor.

Y calma.

Es lo que, de una u otra forma, he sentido entremezclado durante estas dos últimas semanas, desde aquel viernes en el que Alyssa y yo llegamos a una especie de isla perdida en medio del mar, pero aún sin llegar a ningún destino; como si a ella solo le bastara este pequeño fragmento de tierra para vislumbrar una eternidad, como si no necesitara nada más. Esa es la limitación que ha inferido, y a la que se han aferrado mis anhelos más turbios y egoístas; porque no es verdad que he seguido yendo a terapia. No es verdad que trato de buscar otros senderos. Me he rendido muy pronto.

Y... he aceptado su franqueza.

Su desafortunada debilidad.

Sé que está mal, muy mal.

Alyssa se merece mucho más de lo que soy ahora mismo. Ese es el pensamiento con el que me he despertado en esta mañana de un ocho de julio, en la que no sentí su cuerpo caliente a mi lado. Somnoliento, la busqué por el resto del departamento, pero no la encontré. Por alguna razón, Alyssa tomó las prendas que horas antes le arranqué del cuerpo y se fue.

Anoche durmió conmigo.

Hicimos el amor, y fue intenso.

Igual a como lo hemos hecho madrugada tras madrugada, y al amanecer, casi sin pausas, sin reflexionar demasiado. Por eso, en primera instancia, no me he preocupado demasiado por su pequeña desaparición, pero enseguida ha llegado la avalancha de las palabras que pronunció en aquel penúltimo viernes de junio, sobre aquella elección suya... La misma que confirmó lo que ya sabía: el no haberme ido de su vida en cada oportunidad que tuve fue un error, porque la he atado a mi propia sombra, y ahora ella misma se ha sujetado. Desde el primer punto de inflexión, no tuve que ceder... Tuve que haber seguido el camino de los últimos cuatro años, sin propósito y sin destino.

Sin lazos.

Sin echar raíces.

Alyssa merece más que un compañero quebrantado.

Ni siquiera soy capaz de perdonarme a mí mismo, y tampoco puedo soñar con mi propio futuro... Que sí, he descubierto que aún puedo sentir, y lo que me sacude por Alyssa es la prueba, pero sé que no es suficiente. Nunca podré vivir con plenitud, y eso la irá desgastando poco a poco, sin siquiera darse cuenta, aunque ella diga que su elección de permanecer a mi lado no está condicionada. Porque es imposible que el fuego que ha nacido a través de sus propios sueños se mantenga vivo a mi lado, en un terreno de vientos borrascosos donde habita mi alma.

Me he mentido a mí mismo.

Creí que podría encontrar la paz, superarlo todo de algún modo y volver a renacer del fondo de las miserias, pero no ha sido así. Y es que, tal vez, siempre lo he sabido, y eso es lo más crudo. Nunca he querido salvarme a mí mismo, así que todos mis intentos siempre serán fallidos porque sigo creyendo que no merezco vivir con amor; porque yo mismo, de tener la oportunidad, me dejaría morir. Alyssa tuvo razón cuando dijo que, si no lo hacía por mí mismo y por ningún motivo más (incluyéndola a ella), no valdría el esfuerzo. Ha sido cierto, porque me he ido carcomiendo día a día las más profundas esperanzas, ese fuego que existe en lo más recóndito de mi interior.

Y lo he estado ignorando.

En su lugar, me he debatido con las posibilidades, con más mentiras en cada una; y es que todas terminan en sus labios, en el único sitio donde parecen tomar forma y ser reales, suficientes; empero, mientras mi piel hierve, mi ser vibra con su cercanía y la hago profundamente mía en cada hora perdida, sé que estoy quemándome.

Aquí dentro todo ardeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora