Capítulo 34

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Alyssa


¿Estoy sudando?

No entiendo mis reacciones involuntarias.

Tampoco por qué no dejo de pensar en el hecho de que me voy a cruzar con Arthur Keller cuando prácticamente lo veo a diario durante dos horas en la escuela de música. ¿Qué tiene esta noche de especial? No lo sé, pero siento una sensación distinta. Aunque, tal vez, sí que conozco la razón: en esta ocasión no vamos a encontrarnos como tutor y alumna, sino como dos personas que coinciden en un mismo sitio, sin intervenciones diplomáticas.

Justo como en el puente de Brooklyn.

Y... las veces anteriores.

Solo nosotros mismos.

—¿Alyssa?

Parpadeo y concentro mi atención en Jessica, quien sostiene un vaso rojo desechable al igual que yo. A diferencia de todos, he decidido prepararme una bebida sin alcohol, pues aún me siento un poco asqueada de todo el Whisky que ingerí el último miércoles.

—¿Qué pasa?

—Es tu turno de tirar. —Jessica señala la mesa de billar en la que estamos jugando contra los gemelos Jack y Nolan—. Tú puedes, vamos.

La música de Nirvana suena en las bocinas.

El interior del departamento es bastante amplio, por lo que no se siente que estemos apretujados, pero el olor a tabaco y alcohol es intenso y me perturba un poco los sentidos. Los amigos de Will, la mayoría altos, corpulentos y morenos, son divertidos y se juegan bromas pesadas entre ellos; a pesar de que recién los conozco, me siento bastante cómoda a su alrededor, pues son simpáticos y amables. Aunque... no he podido evitar sentir cierta chispa de desilusión al percatarme de la ausencia de la única persona que esperaba encontrarme en esta noche.

No dejo de pensar en ello.

Arthur y Will son amigos.

Él debería estar aquí.

—Bien, supongo que tendré suerte.

Jack, un moreno de ojos miel, me extiende el taco de billar con una sonrisa de oreja a oreja. Le paso mi bebida a Jessica y suelto la tensión de los hombros antes de tomar el taco con firmeza. Varias veces jugué al billar con Tom. Él me enseñó las reglas del juego y a saberme posicionar, pero siempre destaqué por mi escasa habilidad. Aun así, hago lo posible para fingir una actitud segura.

—Yo puedo enseñarte a tener suerte —escucho decir a Nolan.

—Mi hermano ya lo hizo —replico.

Frunzo los labios y, sin volver a mirar a nadie para poder concentrarme al máximo, procedo a tirar. Por suerte, pues no encuentro otro motivo, logro embocar una bola contraria y suspiro con alivio y ligero orgullo. Jack se cruza de brazos y Nolan le da una calada a su cigarrillo antes de alzar el pulgar en mi dirección y añadir:

—Bien hecho, chica.

Sonrío.

Luego, entre risas y algunas pequeñas disputas, el juego termina a favor de nosotras. Sin embargo, me queda la sensación de que los gemelos se han dejado ganar a propósito, o al menos no han puesto todos sus esfuerzos.

Jessica me toca el hombro.

—¿Me acompañas por otra bebida?

La sigo por detrás.

En la cocina, disminuye el ruido de la música y el murmullo de las voces, por lo que es una especie de respiro que ya necesitaba. Estoy disfrutando de la reunión, pero no puedo negar que en el fondo mi decepción sigue latente porque no hay ninguna señal de la presencia de Arthur. Además, Will no ha dicho nada al respecto, y yo tampoco se lo he preguntado.

Aquí dentro todo ardeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora