Capítulo 17

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Alyssa


Un día te das cuenta de que solo has estado avanzando en círculos. Es allí cuando las interrogantes suelen aparecer.

Y a veces es muy difícil decidir.

¿Resguardarte o saltar al vacío?

En la tarde del pasado domingo, finalmente, cierta claridad comenzó a llenarlo todo y nació en mi interior el impulso crucial (pero no definitivo). Y el lunes por la mañana, cuando Will llegó a la universidad para recoger a Jessica (pues tuvieron su primera cita oficial), aproveché para hablar con él sobre mi deseo de tomar tutorías individuales de piano en la escuela de música de su familia. Por supuesto, no se esperaba una petición como esa, pero se alegró y allí mismo acordamos los días y el horario (lunes a viernes de cinco a siete de la noche). Tras ello, me pidió que en este día —miércoles por la tarde— me presentara con su asistente (quien es la que asigna el salón y el tutor) una hora antes de la primera tutoría, y eso fue todo.

Por otro lado, he amortiguado todo lo que tiene que ver con Arthur. He decidido ya no hablarlo, y eso Jessica lo ha comprendido, así que se ha contenido de comentar cualquier cosa al respecto. Entre nosotras siempre ha funcionado así: aunque tenemos mucha confianza para abordar cualquier tema, suprimimos las cosas que aún no queremos interiorizar. Respetamos nuestros propios tiempos.

Así mismo, he preferido canalizar aquel insólito desborde en mi renovado camino con la música, en lo que intentaré recuperar, aunque..., tal vez, sea demasiado tarde. Aun así, he tratado de no pensar demasiado en ello, solo en que se trata de un anhelo sincero del fondo de mi corazón; de cualquier manera, aún no he enviado mi solicitud a Juilliard, en donde el proceso de admisión para el siguiente otoño se abrirá a principios de septiembre. Aún no he decidido de manera crucial, solo... quiero volver a conectar con mi propio fuego. Descubrir si mis sueños todavía son reales.

Eso es todo.

Con la mochila blanca sujetada al hombro, salgo de la camioneta y miro al frente, con seguridad, pero a cada paso que doy el nerviosismo se hace más persistente. Me siento así porque ha pasado mucho tiempo desde la última vez que tomé una clase de piano en estas instalaciones; porque voy a revivir a quien alguna vez fui.

Sin embargo, no quiero pensar en expectativas, ni siquiera en el que siempre ha sido mi sueño más grande. Aún no me siento capaz de decidir respecto a mi rumbo futuro, la única claridad que tengo ahora es que necesito esto así, y tal vez en el proceso encuentre la respuesta. Estoy por graduarme de la carrera, así que puedo repartir mi tiempo entre las clases de la universidad y las tutorías de piano para prepararme en caso de querer ingresar al conservatorio de artes. Tendré tiempo para escoger un camino antes de que empiece septiembre: arriesgarlo todo por un sueño o aferrarme a la seguridad de lo que ya he trabajado durante casi cuatro años.

No es algo tan sencillo de hacer.

Ahora mismo me sobrepasa.

En cuanto a lo demás, sé que mi destreza con el piano se ha oxidado un poco por la falta de constancia; tengo que volver a perfeccionar mi lenguaje musical, el leer partituras, interpretar y escribir... Con algo de esfuerzo y tiempo, podré lograrlo.

Trago el nudo en la garganta.

Me dirijo hacia lo conocido.

Lento, pero no me detengo.

Cuando atravieso el umbral de la entrada principal y me registro en la recepción del edificio, avanzo con un poco de torpeza mientras lo observo todo. Como la vez anterior, me siento como si el tiempo no hubiera transcurrido y fuera todavía esa niña que vivió gran parte de sus días dentro de estos altos muros. A mi alrededor, indiferentes a mi presencia, una cantidad considerable de adolescentes llenan el vestíbulo y los múltiples corredores, atareados en sus propios asuntos, mientras que algunos niños son guiados por sus profesores. No me sorprende que sean tan jóvenes: esta escuela de música no abarca la formación superior, por lo que la edad límite de los alumnos es de dieciocho años.

Aquí dentro todo ardeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora