Lisette
Se ha hecho muy tarde, pero hemos podido visitar un lago. Hay luces bonitas desde aquí. Anthony se apoya en un barandal y observa el agua, su cabello se mueve con el viento. Es tan hermoso, como una obra de arte. ¿Será esto amor? Me encanta cuando se ve tan tranquilo.
No me molesta que se enfade, prefiero verlo enojado a lo que pasó hace un rato, me asustaron un poco sus sensaciones. Aunque, en definitiva, mi expresión favorita es cuando está así, tan calmado y despreocupado, observando lo que le gusta.
La naturaleza.
Aun así, por favor, que ese interés no sea por enredaderas, realmente, empiezan a asustarme.
―Tengo un hermano menor ―confiesa.
―¿Eh? ―Quedo confusa―. Creí que tú eras el más pequeño.
―Murió.
―Oh, lo siento.
―Siempre me he preguntado por qué papá nos odia. He temido que me asesinara como a él, desde que tengo memoria.
No sé qué decir.
―¿Y tu mamá?
Se ríe sin humor.
―Qué curioso, no la recuerdo.
―¿En qué piensas? ―pregunto, cuando se hace un silencio.
―¿Qué no lees mentes? ―se burla.
Me sonrojo.
―¡¡Ya te dije que no!!
―Hagamos un trato, Lisette.
―¿Uh? ―Hago una pausa―. ¿A qué te refieres?
―Tú averigua qué oculta mi padre. ―Se gira a mirarme―. Y yo interrogaré a Asthur sobre ti.
―¡¡Eso es peligroso!!
―¿Recuerdas? No puede dañarme, tengo un extraño campo de fuerza ―bromea, aunque no sé si tanto, pero su tono me confunde―. Y al fin descubriremos qué tanto se traen entre manos, o en el caso de Asthur, garras. ―Se ríe.
―Tengo miedo.
―No lo tengas, puedes arrancarle la cabeza a cualquiera, excepto a mí ―se burla.
―No quiero lastimar a tu papá, prometió ayudarme.
―¿Lo ha hecho? ―Enarca una ceja―. No le importas, ni siquiera yo le intereso. ―Vuelve su vista al lago.
Percibo su sufrimiento, lo que le duele admitir eso en voz alta.
―Algo va a salir mal de esto ―sugiero.
―Hace rato que está mal, pero puedes pensarlo, no tiene por qué ser ahora, tenemos tiempo.
Seguimos nuestro camino y nos dirigimos a la parte céntrica del pueblo. Las tiendas ya están cerradas, pero podemos avanzar entre la poca gente. Me agarro del brazo de Anthony como si fuéramos una pareja de enamorados real. Él no se gasta en soltarse, pero sí se pone a fumar, así que lo miro de mala manera.
―Tu aliento olerá horrible y te harás daño ―le aclaro.
Sopla el humo.
―No sufras, no iba a besarte, pero... ―Se ríe―. Últimamente, sabes más cosas, bien por ti.
―He estado leyendo ―declaro, orgullosa―. Ahora conozco un poco más del mundo.
―Raro que no hayas visto tele para cruzarte con una porno.
―¿Una qué? ―Inclino la cabeza, confundida.
―Nada. ―Hay un pequeño rubor en sus mejillas y otra vez percibo sensaciones confusas en su mente.
―No entiendo por qué no quieres explicarme.
―Quizás si te enteraras, le arranques la cabeza a mis amantes.
Hago un gesto de indignación.
―¿Te sigues viendo con esas? ―le recrimino.
―No he visto a nadie, tengo peores problemas que ocuparme de faldas.
―¿A qué te refieres? ¿Usas falda? ―Enarco una ceja.
Se carcajea.
―Es una expresión.
―Oh, con faldas te refieres a chicas, entiendo ―declaro, avergonzada. Se forma otro silencio, así que lo destruyo―. Anthony, ¿no vas a cenar?
―¿No era esto lo que querías?
―Sí. ―Me río―. Pero recordé que tú sí comes todos los días.
Gira su vista a mirarme, entonces me regala una sonrisa.
―Qué suertuda.
Mis mejillas arden, sintiéndome enamorada. Si esto es un sueño, qué nadie me despierte. Cuando me regala una emoción buena, que encima es sincera, quedo embobada. Ojalá lo hiciera siempre.
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Pureza Engañosa
FantastiqueUn mafioso es comprometido con una adorable chica, sin saber que detrás de esa inocente, se esconde una monstruosa criatura. Por Viviana Valeria V.