33: Conexión con el fantasma

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Anthony

Sigo a Lisette a través del bosque, pero la pierdo en la oscuridad de la bruma de este. Quiero decirle que no debe preocuparse, que todo estará bien, que lo superaremos juntos. Hace tan poco no me hubiera imaginado pensando así, pero cuando acepto algo, lo admito con todo mi ser. Me detengo al escuchar un extraño sonido, parece un eco. Noto los ojos rojos en la bruma, así que frunzo el ceño.

―Eres Uxío, ¿verdad? ―cuestiono.

El hombre, de cabellos negros, da un paso hacia adelante. La pluma que tiene de arete hace como un tintineo. El fantasma de aquel demonio se ve relajado, hasta me sonríe.

―Anthony Nikolav.

―Intentaste matarme, enviaste esos monstruos a asesinarme. ―Presiono los dientes―. Ahora te dignas a aparecer, eso fue muy cobarde de tu parte.

―Condenados, humanos que vienen del infierno a llevarse la energía vital. No los controlo, lo siento, así que eso es una acusación muy grave.

―Eso no quita que pintaras los pentagramas. Felicidades, es una buena forma de atacarme, ya que siendo demonio no podrías. No obstante, no solo me defiende mi campo de fuerza. Fallaste, deja la hipocresía.

Se ríe.

―Tienes razón, eres un obstáculo y me estás molestando.

―Aléjate de Lisette ―advierto, enfadado.

―Ella y yo estamos conectados más que con unos simples papeles, ¿cómo podría? ―se burla.

―¿Qué pretendes? ―Me sorprendo, desaparece, entonces lo percibo detrás―. ¿Qué?

―Ella es mía.

Siento un chispazo en el hombro y caigo al suelo.

―¿Cómo hiciste eso? ―Me arrastro, adolorido, en el pasto.

―No soy un demonio, Anthony, soy un fantasma, son dos cosas muy diferentes. Norville no es mi dios, fui despojado de ese beneficio. Utilicé a los condenados porque... seamos sinceros, ellos son más fuertes y extraños. ―Se ríe―. Y pueden tocar hasta el alma más vivida, hasta ellos tienen más conexión con Norville que yo. ―Apoya su pie en mi espalda para que no pueda avanzar más―. Y ahora te preguntas, ¿por qué este loco se está contradiciendo cuando claramente puede destruirme? Estoy cerca, Anthony, y tú eres un fastidio.

¿Cerca?

Me patea y ruedo, entonces cuando veo en su dirección, ya no se encuentra allí. Ha desaparecido, incluyendo a la bruma. Visualizo a Lisette, sentada en el pasto, apoyando su espalda en un árbol y cubriéndose la cara mientras llora, así que me levanto, voy hasta ella. En el trascurso del camino, el cual me parece una eternidad, me doy cuenta de que ya no me duele nada. Como si esa pelea no hubiera existido.

¿Acaso lo aluciné?

―Lisette ―la llamo.

Se sobresalta y se levanta, se refriega los ojos, luego baja las manos para mirarme. No obstante, no se me aproxima. No aparta la espalda del árbol, así que yo me le acerco más y pongo una mano al costado de su cabeza, por lo tanto, se estremece.

―¿Estás sola? ―consulto―. ¿Estás bien?

Me observa, confundida.

―¿A qué te refieres?

Se ve que Uxío no se comunicó con ella. Es evidente que sigue triste por lo ocurrido en la casa del árbol.

―Nada, olvídalo. ―Sonrío y acaricio su mejilla―. Lisette, no llores por cosas que no han pasado, nos hemos besado antes y no ha ocurrido nada malo, así que no te preocupes, todo estará bien.

―Pero...

―Lo superaremos juntos. ―Me aproximo a su boca―. Somos esposos, y eso hacen las parejas, apoyarse de manera mutua. ¿De acuerdo?

Asiente, un poco tímida.

―Sí. ―Hace una pausa―. Pero no vas a besarme ―me aclara.

―Yo no hice nada. ―Me río.

―Lo percibo. ―Observa hacia un costado.

―Qué tramposa.

Vuelve a mirarme.

―¿Y de quién estás celoso? ―cuestiona de repente.

―¿De dónde has sacado eso? ―Enarco una ceja, luego reacciono―. Ah, no son celos, es preocupación ―expreso en referencia a Uxío.

―Te cruzaste con alguien antes que yo. ―Intenta descubrir lo que estoy pensando―. Y estás celoso porque te dijo algo que no te gustó.

"Ella es mía".

―Bueno, eso sí, me molestó, pero... ¿Qué tan cerca están de conectados? Eso me preocupa más.

―¿Quién? ―insiste.

No me queda otra que responder.

―Uxío.

―Ah, sí, yo hablé con él y me ignoraste. ―Frunce el ceño―. Te dije que me quería besar y no me hiciste caso.

―Lo siento, ¿sí? No lo vi. Supongo que él elige cuándo y a quién mostrarse. Estoy seguro de que te aparecerá más veces, ten cuidado.

Sonríe.

―Tranquilo, no me iré con él, yo te amo a ti.

―¿Quién habló de amor? ―Me sonrojo―. Quiere lastimarte.

Se ríe en modo traviesilla.

―Es divertido porque estás celoso.

―Y encima no puedo besarte.

―No, te aguantas. ―Hace otra risilla encantadora.

―Volvamos a la mansión. ―Le ofrezco mi mano y acepta.

―Sí.

Nos vamos caminando con los dedos entrelazados.

            Nos vamos caminando con los dedos entrelazados

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