30: Arreglar el error

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Lisette

Aunque el pavor me persigue, salgo del cuarto haciendo mucho silencio. La necesidad de encontrar respuestas es más grande que cualquier miedo que pueda tener. Una vez agarro un paraguas y un saquito, salgo de la casa. Me aproximo a una de las paredes, luego la salto, dirigiéndome al bosque. Voy despacio hacia el camino en el que vi los ojos rojos.

Te encontré.

Hay un muchacho con una chaqueta larga y marrón. Su cabello es corto y negro. Tiene un particular arete de pluma en una de sus orejas. Sus ojos son rojos, así que sé que estoy frente a lo que vi en la ventana.

El hombre se está mojando con tanta lluvia.

―Lisette ―repite mi nombre con una voz suave.

No lo voy a negar, el fantasma está guapo. Quiero decir, creo que es un fantasma, pero ahora mismo lo voy a averiguar.

―¿Eres Uxío? ―consulto mi teoría.

Sonríe.

―Tú ya lo sabes.

Siento mis mejillas arder.

―Supongo, aunque por ser un fantasma, creí que serías terrorífico.

―No sé si te han contado esto, pero cuando un demonio muere, se une a su paralelo en el infierno. Hay otro como yo esperándome allí.

―¿Y no puedes ir ahí? ―cuestiono.

―Exacto. ―Asiente.

―¿Por qué me has mandado estas señales? ¿Fueron todas tuyas? ¿Por qué te muestras ahora?

―Quizás.

―¿No dirás más? ―insisto.

Me mira de una manera que tiene mucha frialdad. Su gesto amigable, ya no se encuentra presente ante nosotros dos.

―Estoy aquí para recordarte que tuve una muerte horrible, por tu culpa, y me encuentro condenado a vagar por el mundo de los vivos, eternamente, y sin un rumbo al que partir.

―Pero no fue mi culpa, mis papás... ―digo, triste, pero me callo, luego suspiro―. Lo siento, ¿cómo podría arreglar el error de ellos?

Sonríe, entonces su gesto vuelve a ser amigable y me ofrece su mano.

―Ven conmigo.

Lo dudo, pero la acepto. El paraguas cae y él me atrae hacia su cuerpo. Ni siquiera parece un fantasma. Su rostro se aproxima al mío, su boca está muy cerca, pero la confusión se termina cuando oigo mi nombre.

―¡¿Lisette?! ―Reconozco su voz.

¡¡Es Anthony!!

Giro mi cara un momento, entonces dejo de sentir la presencia del fantasma. Me da un escalofrío, pues ha desaparecido de manera repentina. Luego me concentro en mi marido.

―¡¡Lisette!! ―repite al acercarse.

Se está empapando.

―Te vas a resfriar ―acoto.

―Me asusté, y tú también te estás mojando. ―Agarra el paraguas del suelo―. ¿Por qué lo tiraste?

―El fantasma... ―Me sonrojo, luego dejo la timidez y aclaro con más énfasis para aclararlo―. El fantasma de Uxío me estaba coqueteando.

Anthony se queda estupefacto, mirándome.

―¿Qué?

―¡¡Eso, me quería llevar a quién sabe dónde y besarme!!

―¿No serás tú la de las pesadillas? ―Pone la mano en mi frente―. ¿Tienes fiebre o algo?

Hago puchero.

―Hablo en serio.

―Yo también. ¿Cómo vas a salir con esta lluvia? ―Enarca una ceja―. ¿Estás loca?

―¡Oh! ―chillo, por la sorpresa, cuando me jala la mano, y comenzamos a caminar en dirección a la mansión.

Muevo mi vista hacia atrás mientras nos retiramos del bosque, entonces visualizo a Uxío otra vez. Está parado allí, bajo la lluvia, así que creo que es definitivo, no va a ser la única ni la última vez que lo vea.

 Está parado allí, bajo la lluvia, así que creo que es definitivo, no va a ser la única ni la última vez que lo vea

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Cuidado, Anthony, el fantasma está guapo 😂

Saludos, Vivi.

Pureza EngañosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora