45: Final parte 1

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Lisette

Observo la cruz que me quedó en la muñeca, del ritual de Uxío. Ahora es todo lo que me queda de él, es su recordatorio. Suspiro, termino de desvestirme y entro a la ducha. Cierro los ojos, para notar el agua caer. Acaricio mi vientre, el cual aún me duele. Los cólicos ya no son fuertes, pero todavía molestan. Pronto tendré cita con el doctor, así que estaré segura de lo que me pasa.

En la puerta del baño se escuchan dos golpecitos.

―Dime ―consulto.

―¿Todo bien? ―pregunta mi marido.

Sonrío.

―Sí, ya salgo.

Termino de ducharme, entonces me visto y abro la puerta. Visualizo a Anthony delante de esta. Lo abrazo, rápido, porque me encanta que se preocupe por mí. Tiempo atrás jamás me hubiera imaginado esto. Me pone tan feliz.

―¿Qué pasa? ―indago, ya que me corresponde el abrazo, pero mira hacia la ventana.

―Gaudel volvió de su viajecito. ―Bufa―. Me hubiera gustado que te mejores para cuando eso ocurriera. No lo quiero rondándote, más ahora, que estoy presintiendo que lo que te sucede, es por su culpa.

―¿Por qué culpas al suegro? ―Parpadeo varias veces seguidas, confundida.

―Es una muy mala corazonada.

Bajamos al living a encontrarnos con mi suegro, así que lo saludo. Él me abraza muy fuerte y Anthony rueda los ojos. Me aparto, entonces me pongo al lado de mi marido. Por su parte, Kiew, quien vino con él, se retira del cuarto de estar.

―Espero que mi partida haya permitido que tengan más privacidad.

―Es una casa muy grande ―comento.

―Eso no te importa ―se queja Anthony con su papá―. Hubieras tardado más.

―Oí que Lisette se sentía mal ―le contesta mi suegro―. Vine lo más rápido que pude.

―¿Quién fue? ―Emana energía de querer asesinar a alguien―. ¿El doctor o las mucamas?

―¡No importa, porque ya estoy aquí!

―Gracias por su preocupación, suegro. ―Hago una reverencia.

Creo que hice un mal movimiento, pues la panza me duele más fuerte.

―Oh, querida ―dice el hombre mayor y me ayuda a sentarme en el sillón, cuando me agarro del vientre, mareada.

―No la toques ―gruñe Anthony, y eso no sonó humano.

Su padre mantiene la sonrisa y le responde:

―Estoy aquí para ayudar, tranquilo.

No escucho mucho su discusión, ya que el dolor de mi estómago, empieza a ascender hasta mi pecho, luego a mi garganta y como si fuera a cambiar a mi forma bestial, este se expande, entonces sucede lo que el doctor Wallstrom decía, escupo el objeto que me dolía.

Es un medallón, tiene un marco que parecen plantas con vida, pues se mueven a su alrededor. Es como una piedra preciosa, pero orgánica. No sé si describirla como asquerosa o fascinante, es tan rara.

No puedo más, por todo lo que se me movía dentro del cuerpo, entonces termino el aturdimiento, con la pérdida de mi conciencia.

Anthony

Lisette cae al suelo, así que corro en su auxilio. La levanto y la vuelvo apoyar en el sillón. Le doy palmaditas en el cachete, para ver si reacciona. Me doy cuenta de que mi padre no hace nada, por lo tanto, me fijo en su accionar. Lo único que le interesa es el medallón en el piso, pues lo agarra y parece encantado con este.

―¿Qué haces? ―le recrimino―. ¡Hay que llamar a un médico!

―Estará bien ―expresa, tranquilo.

Me levanto, molesto.

―Es tu culpa, ¿cierto? Lo sabía.

Finalmente se digna a mirarme y me sonríe.

―Todo por lo que he trabajado, a lo largo de estos años, al fin está en mis manos, no lo puedo creer.

―¿De qué estás hablando? ―gruño y siento el sonido sobrenatural que se me escapa de la garganta.

―Al fin te tengo, Carroñero.

La luz en el medallón se expande, entonces un dolor fuerte y punzante, llega a mi cabeza. Me agacho por la agitación, pierdo el control, y ya no sé qué pasa. Creo que he dejado de ser yo.

Creo que era evidente que el enemigo final era el padre

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Creo que era evidente que el enemigo final era el padre. ¿Ustedes qué creen? 👀

¿Preparados para el último capítulo?

Saludos, Vivi.

Pureza EngañosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora