29: El tercer aviso

307 30 0
                                    

Lisette

¿Será cierto? ¿El fantasma de Uxío me persigue? Primero la torta, luego me guía hasta Atrell. Son avisos, pero no puedo dilucidar qué buscan. Quizás es solo una trampa de su amigo o son ambos, jugando con mi mente. Además, no hay que olvidar todos los que han intentado atraparme o atacarme, incluyendo a Asthur, que también quiso enseñarme. Parece un rompecabezas complicado o en realidad uno muy simple. Las respuestas podrían estar en mi cara, si tan solo no me distrajera tanto.

¿Por qué Anthony es tan guapo? Me lo comería, pero no debo hacer eso. Aunque sería imposible, tiene un campo de fuerza que lo protege, sin contar que prometí jamás volverlo a atacar. La cuestión es que alcanzo a oler su fragancia desde aquí hasta el baño. Se está duchando. Cierro los ojos, deleitándome con el aroma.

¿Esto será de desvergonzada? Mi estómago gruñe, así que termino abriendo mis ojitos. Rápido, giro mi vista hacia el espejo de la habitación y visualizo mis pupilas alargadas. Ay, no, olvidé por completo que debo alimentarme. Tengo que ir a buscar al suegro, aunque no me guste.

~~~

Limpio seguidas veces la sangre en el lavabo del baño de abajo, entonces cuando estoy segura de que he terminado, salgo de este. Me encuentro con Anthony, bajando de las escaleras, enarca una ceja al verme.

―¿A dónde fuiste? Te estaba buscando ―me aclara.

Me sobresalto.

―Yo...

―Lisette se alimentaba. ―Llega mi suegro.

―¡No le digas! ―chillo.

―No es como si Anthony no supiera de lo que comes, ¿no?

―Exacto. ―Mira hacia un costado mi marido, luego regresa a mí, entonces me agarra de la mano, alejándome de su padre―. No te necesitamos ―le informa.

―¿Lo sabes? ―cuestiono.

―Es evidente que el señor Gaudel te ayuda, pero no sé qué quiere a cambio. ―Entrecierra los ojos.

―Hijo ―expresa el jefe mafioso―. Me dueles cuando me llamas por mi nombre.

No noto su dolor en ninguna parte, es bien mentirosito el viejo. Anthony lo ignora, subimos las escaleras, entonces volvemos al cuarto. Me siento un poco culpable por no hablar de esto antes, pero al menos sé que mi esposo no está enojado conmigo por ello.

―Lo siento ―susurro.

―¿Por qué me pides disculpas? ―Se acuesta en la cama y mira su celular―. No es tu culpa que debas comer gente y que te ayude un viejo decrépito. Esperemos que no se lo cobre y problema resuelto. ―Desliza su dedo por la pantalla.

―Pero debí decírtelo.

―Deja de lamentarte, es más que obvio que él se encarga de ello.

―Si un día nos vamos de viaje, prometo encargarme yo solita del asunto.

―¿Tú? ―Se ríe―. No te alarmes, puedo matar a alguien por ti.

Mi sonrojo está lleno de amor.

―¿Harías eso por mí? ―Pongo las manos en las mejillas.

―Sí, lo que sea.

Me río.

―Estás un poco despreocupado.

―Ya me preocupé demasiado. ―Hace una pausa, pero continúa mirando el celular―. ¿De verdad crees que nos podamos ir?

Camino, acercándome a la cama, entonces me siento allí.

―No lo sé, hay tantas cosas extrañas en Norville, que hasta seguro algo sobrenatural nos lo impediría.

―Ni siquiera lo pondré en duda.

~~~

Una fuerte tormenta golpea a la ventana. Duermo abrazada a Anthony, pero despierto, mis ojos se abren, rápido, porque una rama golpea el vidrio. No obstante, mi esposo sigue en un profundo sueño, y eso que él es el de las pesadillas, yo no. Aunque esto no es siquiera una.

―Lisette. ―Oigo una voz desconocida para mí.

Me levanto a gran velocidad al ver como las ventanas se abren de par en par. Camino a cerrarlas, entonces en el bosque veo una sombra y unos ojos rojos que me dan mucho miedo.

¿Es este acaso el tercer aviso?

            ¿Es este acaso el tercer aviso?

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Pureza EngañosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora