𝘘𝘶𝘪𝘯𝘤𝘦

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Días después de aquel suceso, todo estaba más tranquilo, no habían amenazas incluso Spreen podía hacer stream normal, aunque aún había algo que no lo hacía sentir bien o en paz.

Su hija.

Había estado muy distante de él después de lo último que le dijo, no le había dirigido una palabra en días, y si lo hacía eran respuestas cortas como Sí, No o simplemente palabras sin sentido.

Justo aquel chico había terminado stream, pues ya hacia unos días que no hacía stream por el problema de Micha, no eran más de las ocho, pues aquel pelinegro ya había cambiado sus horarios para tener más tiempo con su hija.

— ______ ¿No querés salir al parque?— pregunto el pelinegro mientras se acercaba al cuarto en donde estaba su pequeña.

Al entrar no pudo ver nada más que una pequeña bola de pelos y a una niña descansar plácidamente, para el chico estás horas seguían siendo temprano.

Spreen solía salir al parque en las tardes o de noche con su hija, había menos gente por lo cual, había menos probabilidad de que lo reconocieran.

El rulado se acercaba lentamente tratando de no hacer ruido, poniendo una mano en la cama para después acercar su cuerpo lentamente hacia su hija dejando un suave beso en su mejilla.

— Te quiero...— murmuró aquel chico para después acariciar aquella gata haciendo que ronroneara.

Aquella imagen era hermosa para el chico que no pudo evitar tomar algunas fotos a su hija junto con su gata.

Salió silenciosamente de aquel lugar tratando de no hacer ruido, al salir Spreen no pudo soltar otra cosa que no sea suspirar.

[…]

Spreen estaba sentado en la sala viendo algo en su celular pacíficamente mientras acariciaba a la gata.

Se sentía muy tranquilo, algo raro para él, pues siempre estaba nervioso o preocupado.

— Que raro...— murmuró el chico.

Usualmente estaba preocupado por su gata o por su hija, espera.., ¡Su hija!.

— ¡Mierda!— exclamo aquel rulado lanzando la almohada que tenía arriba de las piernas.

Rápidamente el rulado corrió por las escaleras subiendo hasta el cuarto abriendo la puerta rápidamente sin ver a su hija.
Bajo de nuevo aquellas escaleras hasta llegar abajo mirando a su alrededor pero nada.

Aquel chico preocupado busco por todos lados hasta escuchar un pequeño estornudo que venía debajo de su set up.

Un suspiro de alivio y frustración salió de aquel chico acercándose al ser up colocándose de cuclillas mientras se sostenía de la mesa apoyando su mano ahí mirando a su hija jugar con un Cubo Rubik.

— Tenés que dejar de hacer eso.— suplico el padre serio para después cargar a su pequeña.

— No..— decía la niña moviéndose a los lados, aunque en vez de decir No, se escuchó más como un Ño de negación.

— ¿No qué?— pregunto Spreen confundido.

— Bajo.— pidió la niña, pidiendo que la bajará.

— ¿No querés que te cargue?— pregunto el padre aún confundo, creía que era una broma pero al ver que su hija nego se puso serio.

Lentamente bajo a su hija hasta que sus pies tocaran el suelo, aquella pequeña estaba apunto de caminar cuando Spreen la cargo de nuevo con un pequeño jalón para que no cayera de sus brazos. De nuevo, la niña se negaba a permitir el amor de su padre.

El chico estaba confundido ¿Por qué no quería su amor?.

Se sentía un poco ofendido, aunque no era tanta ofensa, era más un golpe en su corazón, ¿No quería su amor?

— Mira que no a cualquiera le digo mí amor ¿Eh?.— reprochaba aquel padre aún con su hija en brazos — ¿Sabes por qué?.—

______ solo se encargaba de mirarlo con el ceño levemente fruncido, comió una galletita para después negar.

— Porque sos mí único amor...— respondió Spreen en susurró de manera dulce.

La pequeña lo miro con indiferencia.

— ¿No te gusta ser mí princesa?— ella negó haciendo que Spreen abriera la boca ya ofendido, literalmente.

Bajo a la niña de sus brazos para después sentarse en el sillón.

Aquella niña lo siguió subiéndose torpemente a aquel sillón.

Por otro lado, el chico solo le dio la espalda fingiendo estar dolido por aquellas palabras, si le dolió pero prefería "fingirlo" a demostrarlo.

Aquella niña trato de tomar su mano pero él se negó.

— No ya no sos mí pequeña.— negó — No te gusta ser mí princesa, no sos mí niña.— reprochaba el chico como niño chiquito.

Por otro lado la pequeña frunció el ceño molesta al ver que su padre lo ignoraba, ella solo podía ignorarlo.
Ya no se sentía chido que le hicieran a ella la ley del hielo.

— Papi.— llamaba la niña una y otra vez pero aquel padre solo hacia como si no escuchará.

A veces movía la cabeza fingiendo que escuchaba algo, pero nada.
Ahora la ofendida era la niña, ahora ya sabía lo que era sentirse ignorada. Se sentía horrible.

Por otro lado, el padre solo se levantó caminando de nuevo haciendo como si ella no estuviera mirando hacia los lados o comiendo algunos Doritos sentándose de nuevo en el sillón.

Aquella niña lo seguía de un lado a otro tratando de llamar su atención, aquel chico solo aprovechaba su altura para mirar hacia adelante para así no ver a su hija.

— ¡Papi!— exclamo la niña ya molesta subiendo de tono la A.

Aquella niña se acercó, pero al ver aquellos Doritos no pudo evitar poner cara curiosidad y deseo por esos Doritos, acercándose rápidamente a pasos rápidos y pequeños hasta su padre, levantó la mano mientras hacía con su dedito una señal de uno. De un dorito.

Aquel pelinegro no decía nada solo tenía su cabeza algo baja mientras veía su celular.

La niña ya estaba molesta, y triste, ya no era divertido el juego de ignorar, de hecho, nunca lo fue.

Un pequeño sollozo salió de aquella niña atrayendo rápidamente la atención de Spreen.

— ______... ¿Estás llorando?— pregunto el chico sorprendido por aquel sollozo repentino.

✓// 𝐒𝐏ᛁ 𝘚𝘐𝘕𝘎𝘓𝘌 𝘍𝘈𝘛𝘏𝘌𝘙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora