The licker

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La historia cuenta que unos padres adoptaron un perro para que su hija adolescente se mantuviera entretenida. La joven amaba tanto al perro que lo dejaba dormir debajo de su cama, donde de vez en cuando le lamía los dedos cuando se agachaba. Una noche, la niña se fue a la cama como de costumbre, diciéndole buenas noches a su perro mientras se acurrucaba en su cojín debajo de la cama. En algún momento de la noche se despertó, sobresaltada por un ruido que goteaba de algún lugar de la casa. Como cualquier persona racional, pensó que se habían dejado un grifo abierto y se levantó para cerrarlo. Regresó, se recostó contra el colchón, dejando caer la mano para acariciar a su perro. Sintió el familiar y húmedo calor de su lengua contra sus dedos, pero el can parecía más ansioso que de costumbre, lamiéndole con rapidez cada vez que su mano se deslizaba fuera de la cama. De repente, se dio cuenta de que podía oír el goteo de nuevo. Una vez más, salió de la cama, fue al baño y tiró del grifo del fregadero con fuerza, a pesar de que no parecía haber agua. La niña regresó, volvió a meterse en la cama y dejó que su perro le lamiera la mano de nuevo. Unos minutos más tarde, se dio cuenta de que volvía escuchar el goteo del agua. Se estaba volviendo loca. Sabía que los grifos en el baño estaban bien cerrados, así que, ¿qué diablos estaba causando el ruido? Levantándose, aguzó los oídos para identificar de dónde venía el sonido. Entonces se dio cuenta: el goteo venía de dentro de su armario. La niña abrió la puerta, sin esperar ver nada. En cambio, se horrorizó al ver a su perro, colgando del cuello, con la garganta cortada y la sangre goteando al suelo. Había una nota alrededor de su cuello, con grandes letras impresas en ella, que decían: "Los humanos también pueden lamer".

Cuentos de la MedianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora