II

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  -Esta noche serás mi pequeña muñеса.

Se separó de ella un segundo para darle la mano y llevarla hacia una puerta ante la que se encontraban dos empleados de seguridad.

-¿Adónde me llevas? -se asustó.

-Te he dicho que seas mía y has aceptado. Sólo estaremos nosotros.

-No puedo confiar en ti, lo siento. -Se separó para para alejarse.

Él la retuvo:

-Por favor...

-No, no sé quién eres ni lo que quieres. El hombre se rió, dando a entender que lo había dejado muy claro: sexo.

-¿Quieres que avisemos a alguien de dónde estás? -preguntó, muy seguro de sí mismo.

Ella asintió, señalando al hombre con el que había ido a la fiesta. Su acompañante miró a uno de los chicos que guardaban la puerta y le hizo una seña para que fuera a buscarlo. Al cabo de un momento, su amigo apareció arreglándose la ropa.

-¿Qué ocurre? -Miró a Letizia preocupado-. ¿Ha pasado algo?

-No, no pasa nada. Tu amiga quiere estar conmigo, pero no se fía de mí.

Su acompañante sonrió, sabiendo con quién iba a acostarse Letizia

-Tranquila -le acarició el brazo-, has tenido suerte.

-Pero...

-Letizia -se acercó a ella para susurrarle-, si quieres follártelo, hazlo Es muy raro que quiera estar con alguien de la fiesta.

-¿Quién es? -preguntó.

-Que te lo diga él. -Le dio un beso en la mejilla. - Oye, dile que te pague el taxi de vuelta si van a estar mucho tiempo.

Y dicho esto se fue en dirección a la chica que esperaba que regresara para continuar con lo suyo.

Letizia miró a aquel hombre que escondía su rostro tras una máscara de media cara.

-¿Y bien? -Él le tendió la mano.

-De acuerdo -dijo, aceptándola.

Uno de los que vigilaban la puerta la abrió para ellos, cerrándola a su espalda cuando entraron. Estaban en un pasillo con dos puertas y, guiada por el hombre, Letizia se dirigió con él a la que quedaba a la izquierda. Sacó una tarjeta, la introdujo en la cerradura electrónica y la puerta se abrió, dando paso a lo que parecía una habitación de hotel de lujo.

-¿Esperabas cadenas y hachas? -letizia se mordió el labio inferior- Soy un amante del sexo, no un psicópata.

-No sé, ir a un sitio donde no hay nadie, mientras fuera...

-Pequeña zapyast'ye, ¿cuándo conoces a un hombre y te vas a su casa no es igual? -Lógica aplastante-. No sabes lo que te puedes encontrar, verdad?

Encendió las luces. Ella se llevó las manos a los ojos para protegerlos. El antifaz le molestaba, pero no se atrevía a quitárselo. Quizá aquel hombre no tuviese ganas de que lo reconocieran. Pero estaba totalmente equivocada, pues él se llevó las manos a la parte de atrás de la cabeza y se soltó el lazo de la careta. Se la quitó mirando directamente a Letizia

- Me gusta mirar a los ojos de las personas.-Se le acercó con intención de hacer lo mismo con ella- ¿Puedo?

Letizia asintió. Cuando le quitó el antifaz no lo soltó y entrecerró ligeramente los ojos Giró un poco la cabeza y la estudió.

Letizia estaba inmóvil como una estatua. No sabía cómo enfrentarse a aquella situación. Saldría de ella sin problemas, pero su mente estaba en una fiesta desenfrenada, no en una cita sexual. Tendría que cambiar el chip si no quería que aquel depredador se la comiera entera. Un depredador, por cierto, muy atractivo, de ojos azules, pelo no tan largo y mirada desconfiada.

Solo Era Sexo... (Adaptación) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora