Algo había pasado desde aquella noche.
Dos semanas después, Letizia no sabía absolutamente nada de Felipe, si bien era cierto que ella misma había tenido que viajar un par de veces para resolver algunos asuntos de las otras empresas de las que se encargaba y trabajar intensamente para encontrar a un par de personas que pudieran ayudarla con todo lo que se le estaba acumulando en la oficina.
Al principio no dejaba de darle vueltas a lo ocurrido aquel día en su cama, en su casa. Pero viéndose desbordada por la situación, creyó que lo mejor que podía hacer era simplemente trabajar...
No fue nada fácil, pero tener que irse de la ciudad un par de veces para visitar a los delegados de las otras empresas y ver lo que necesitaba para un par de eventos, la ayudó a no dejarse llevar por el cúmulo de sentimientos encontrados.
Miró el teléfono de nuevo y la sensación que tuvo fue la de querer escapar.
Quedaban dos semanas para el gran evento de San Petersburgo y Felipe no sabía nada de nada. Ella ya lo tenía todo preparado para que su llegada fuera ágil, rápida y directa y que todo estuviera a punto. Las invitaciones ya estaban todas contestadas, las habitaciones de hotel repartidas, los detalles de cortesía revisados y la sala perfectamente acondicionada. No tenía ningunas ganas de ir, pero no le quedaba más remedio que trabajar...
-Hola -cogió el teléfono sin mirar quién era.
-Estimada señora, hoy es viernes, toca cena y chuza -dijo la voz de su amiga Ruth.
-No tengo ganas, en serio. -letizia suspiró-. Estoy agotada.
-¿Acaso es culpa de un guapo ruso?
-Sí, es su culpa. Pero no de la manera que te imaginas. Llevo sin verle dos semanas. -letizia se levantó de la silla de su pequeño despacho y miró por la ventana.
-Ups, pues sí que va a ser que te has pillado -soltó su amiga.
-No lo sé, Ruth. Sólo sé que estoy jodida y que es posible que deje el trabajo -soltó de golpe.
-Cariño, no seas impulsiva. Si el tío te gusta y pasa de ti, podemos arreglarlo a base de mojitos y lo que sea. -Paró para tomar aire-. Pero los trabajos no salen de debajo de las setas y no sé yo si...
-Es probable que lo que haga sea descansar y replantearme muchas cosas.
-¿Tan fuerte te ha dado? -preguntó Ruth.
-Es que tengo muchas dudas.
-Pues ante la duda, la más tetuda -rio de golpe su amiga, intentando arrancarle una sonrisa.
-¿Lo ves? Ésa tampoco soy yo -dijo. Letizia con una sonrisa forzada, mirándose los senos, no se puede negar que Letizia si tiene unos bastante grandes, pero en eso Ruth le ganaba o mejor dicho su cirujano plastico.
-Ni que estuvieras descalza -replicó, haciendo referencia al tamaño de sus pechos-. Anda, vamos a quedar y así por lo menos si ves a un tío bueno te lo tiras.
-Pues mira, no diría que no, pero...
Colgó después de despedirse y pensando que era una imbécil de manual si no cerraba ya el capítulo de Felipe y conseguía volver a ser la chica libre y sin remordimientos que había sido a la hora de tener relaciones sexuales con otros hombres. Debía borrarse al que ahora era su jefe de la cabeza.
Otro mensaje la despertó, era su otra amiga Amelia, que le decía lo mismo que Ruth para quedar. Era viernes...
Letizia pretendía salir antes del trabajo, dejando un par de cosas pendientes que ya acabaría el lunes a primera hora y varias llamadas para entrevistar a algunos candidatos para el puesto que necesitaba. Finalmente, se levantó de la silla y cogió su bolso dispuesta a salir corriendo de allí. Al abrir la puerta, sintió que alguien la estaba mirando desde el otro lado del pasillo, se volvió hacia allá mientras esperaba el ascensor, que se encontraba frente a su despacho y vio que era Felipe. En ese momento el ascensor llegó a su planta y se abrió la puerta, Letizia entró sin mirar atrás.