Letizia Miró el teléfono móvil de nuevo, ya lo había hecho más de tres veces desde que salieron del restaurante y entraron en el nuevo local de moda que acababan de abrir. El local tenía música en directo, cócteles especiales preparados por varios barmans y un montón de gente guapa postureando, con ganas de viernes noche.
Eran sólo las dos de la madrugada y Letizia estaba cansada, Volvió a echar un vistazo al teléfono y vio que sólo eran las dos y cinco minutos y que la última llamada perdida que tenía era de Felipe y que no había vuelto a insistir. Ni un mensaje ni nada. ¿Acaso Letizia pensaba que querría hablar con ella por simple placer? Al no ver más llamadas perdidas, intuyó que lo que quería era saber algo de trabajo, quizá sobre los últimos datos que había enviado aquella misma mañana. Sí, seguro que sólo era eso, así que volvió a guardar el móvil en el bolso y continuó caminando hacia donde se encontraban sus amigos
Unos bailaban a lo loco, y Ruth y Lucas se estaban dando el lote en una esquina algo apartada, preludio de que en breve desaparecerían sin decir nada para marcharse a su casa a terminar lo que habían comenzado. Sin muchas ganas de saltar a la pista y unirse a la locura de Mario y Amelia, se quedó algo apartada, sin saber si marcharse o esperar a que terminaran y tomarse la última copa con ellos.
En ese momento, apoyada en una columna viendo cómo sus amigos le hacían señas para que se acercara a bailar y ella negando con la cabeza indicandoles que los esperaba para tomarse la última, vio que un chico se le acercaba.
-Disculpa, ¿podría invitarte a una copa? -Era tremendamente atractivo.
Letizia giró la cabeza para ver quién era. Lo repasó de arriba abajo sin ningún tipo de vergüenza. Su complexión era fuerte, tenía el pelo negro como el carbón y ojos posiblemente oscuros, la poca luz no la dejaba verlos bien. Pensaba marcharse a casa después de tomarse la última copa, así que no le dijo que no.
Justo en ese momento en que ella estaba pendiente de aquel hombre, Francisco, su móvil volvió a vibrar, pero ella no lo notó. Estaba intentando despejarse y centrarse solamente en aquel moreno de ojos efectivamente oscuros.
-¿Vamos a la barra? -sonrió él, dejando ver una fabulosa dentadura perfecta.
-Me fío de ti -respondió Letizia
-Bueno, pero yo prefiero que veas que no suelo echar nada en las copas. -Le guiñó un ojo, a la vez que la agarraba levemente por la cintura para guiarla a la barra.
Una vez pedidas las copas, Francisco le susurró al oído si quería bailar un poco. Ella, aunque cansada, vio en aquel chico la posibilidad de olvidarse de la frustración sexual que arrastraba desde hacía dos semanas, Para algunos eso no era nada, pero para ella era demasiado tiempo sin poder disfrutar de un buen rato y sentir cómo otro cuerpo la desmadejaba en la cama, mientras ella hacía lo propio.
Aceptó su sugerencia y se empezaron a mover al ritmo de una música lo bastante sugerente como para contonearse para él y provocarlo. Cosa que surtió efecto, porque su compañero de baile le posó la mano libre en la cadera para acercarla a su cuerpo, acompañándola en su vaivén. Dos bailes más y se fueron a un rincón cerca de una barra para hablar con más tranquilidad.
-¿Normalmente sales por esta zona? -preguntó él, acercándose a su oído.
-Sí. -letizia le dio un sorbo a su bebida.
-No te he visto nunca.
-La verdad es que vengo poco a este tipo de locales, pero cuando lo hago suele ser por aquí.
-Pues me alegro mucho de haberte encontrado -sonrió él.
-Yo también me alegro mucho. -letizia posó deliberadamente una mano en la ingle de su acompañante.
Al ver que él reaccionaba de la manera que esperaba, se acercó un poco más y directamente asaltó sus labios. Lo besó de manera provocativa y aguardó a que él diera el paso que esperaba para llevárselo a su terreno. No tuvo que esperar mucho, porque cuando letizia se separó, él volvió a agarrarle la mano y se la puso de nuevo muy cerca de su sexo. Lo suficiente para que notase que las señales eran recibidas de manera clara.
-Mira lo que provocas en mí-le dijo.
-Lo sé -respondió ella, segura.
-No me importaría conocerte un poco más. -Esta vez fue él quien puso una mano en su rodilla y se la subió por el muslo.
Letizia no dejó que hablara mucho más. Le puso las manos en la nuca y le bajó la cara hacia sus labios. De nuevo lo besó, abriéndose completamente a él para que sintiera que, cuando estuvieran teniendo sexo, iban a disfrutar los dos de igual manera.
Francisco lo entendió a la primera, ya que se separó sólo un poco, lo suficiente para poder llevarla a un lugar algo más tranquilo. Quería saborearla antes de probarla por completo; necesitaba estar seguro de que aquella mujer tenía ganas de estar con él y no era simple postureo nocturno.
La cogió de la mano y fueron a un rincón, donde la apoyó contra la pared, presionándola ligeramente para que sintiera cómo su sexo estaba dispuesto.
Letizia ya sentía que su cuerpo comenzaba a responder a lo que estaba por venir y eso le gustaba mucho, la excitaba sobremanera saber que en breve estaría disfrutando del desenfreno del sexo.
-Si quieres escapar, dímelo ahora -la provocó Francisco mirándola a los ojos.
-Si lo hubiera deseado, ya no estarías ni tocándome.- Sin apartar sus ojos de los de aquel hombre, acarició su dura entrepierna, Francisco soltó un leve gemido que hizo que ella le bajara la cremallera del pantalón para meter la mano. -Hummm, creo que con esto podremos hacer maravillas esta noche -le susurró al oído.
-Para, no quisiera que esto acabara antes de empezar.
-Bueno, si quieres tú puedes ver que hay aquí. -Le cogió la mano e hizo que la metiera debajo de su falda.
Avezado en esas lides, según el punto de vista de Letizia, él le apartó ligeramente el tanga y acarició despacio su sexo.
-Estás preparada para follar. -Excitado, le mordió el lóbulo de la oreja-. Si no estuviéramos en un lugar público, te follaría ahora mismo.
-Si llevas condones, podemos ir al baño.
-¿En el baño? -Se quedó un poco extrañado.
-¿Aguantarás hasta mi casa? Vivo lejos... Allí, si quieres, podemos echar otro, pero ahora.
-Mi casa está aquí al lado...
Ella asintió y lo besó en la boca con hambre, con necesidad, mientras él aún la acariciaba por debajo de la falda, recorriendo su sexo. Cerró los ojos instintivamente cuando notó que uno de sus dedos se posaba en su entrada.
-Francisco, si lo haces, voy a correrme -le dijo al oído.
-¿Quién ha dicho que no quiera que lo hagas? -Le introdujo el dedo y sintió cómo el cuerpo de Letizia se convulsionaba.
-Tu casa está aquí... -Sus labios rozaban la oreja de aquel hombre que en ese momento la masturbaba en público.
Letizia abrió los ojos de par en par al ver al otro lado de la pista a alguien que no dejaba de mirarla. Al verse descubierto, Felipe sonrió. Llevaba de la cintura a una espectacular mujer que no parecía haberse dado cuenta de lo que él miraba...