No eran más de las doce cuando Letizia se removió en la cama. No era de dormir muchas horas, pero al acostarse pensó que el «ejercicio» en casa de Francisco la haría dormir un poco más de lo normal. No fue así
Con sólo seis horas de sueño se levantó y se fue directa a la ducha.Quitarse el maquillaje, desperezarse, alejar el olor a sexo... Un montón de cosas que la ayudarían a que sus ojos estuvieran un poco más abiertos.
Todo un sábado por delante para ella sola. Algo que por un lado le apetecía y que por otro le daba una tremenda pereza al pensar que iba quedarse en casa encerrada. Esas cosas que suelen pasar por la cabeza cuando uno no sabe qué hacer y el cansancio recorre el cuerpo.
Con un café en la mano, un trozo de tostada en un plato, de fondo la televisión con uno de esos programas donde se salvan animales, sentada en una silla de la cocina, encendió el teléfono móvil para ver si le apetecía algún plan.
"¿Estás despierta?"
Un mensaje de Felipe en la pantalla del móvil fue lo primero que le salió nada más encenderlo.
-Pero ¿es que este hombre no duerme? -dijo en voz alta a la nada.
Desbloqueó la pantalla y, dejando la taza encima de la mesa, se dispuso a responder inmediatamente:
"Sí, estoy despierta. ¿Pasa algo?"
"¿Nos vemos?"
"Felipe, ¿pasa algo?"
Ella insistió sin tener muy claro si quería o no volver a verle. Mucho menos después de lo que había hecho mientras la miraba. La sensación de estar a su merced no le había parecido de lo más satisfactoria.
"Voy para tu casa."
Preguntarle cómo era que sabía su dirección era una idiotez, teniendo en cuenta que en su contrato aparecía con pelos y señales. Pero se le estaba haciendo algo cuesta arriba que él diera por sentado que podía hacer o deshacer como le diera la gana.
-Letizia, sólo es sexo -se dijo suspirando-. Aunque sea con tu jefe.
Media hora más tarde unos golpes sacaron de su ensimismamiento a una Letizia que esperaba nerviosa a que Felipe apareciera por la puerta. No se había vestido de ninguna manera especial, no se había cambiado después de su mensaje, ropa informal era la que lo esperaba. Tuvo suerte de que no se hubiera puesto un chándal y las zapatillas de vacas que a veces llevaba. Hoy iba descalza. No preguntó siquiera quién era, abrió
-Pasa-dijo, apartándose de la puerta.
Felipe llevaba unos pantalones vaqueros que se ajustaban a su culo a la perfección y una cazadora de cuero marrón que resaltaba sus hombros de manera espectacular. En la mano sostenía un casco.
-Hola. -La besó en la mejilla-. ¿Dónde puedo dejarlo? -preguntó él, señalando el casco.
-Hola -señaló la mesa del salón-, ahí mismo.
Caminó de manera pausada por el pequeño pasillo, mientras Letizia lo miraba quitarse la chaqueta, después de dejar el casco encima del lugar que le había indicado. La camiseta que llevaba debajo le marcaba los músculos de la espalda de manera bastante deliciosa.
-Tienes una casa muy acogedora -soltó de repente, acercándose de nuevo a Letizia
-¿Dime qué quieres, Felipe? -Se puso tensa.
-Tranquila, pequeña zapyast'ye, quería saber si estabas bien.- Le colocó de manera bastante sensual un mechón de pelo detrás de la oreja.
-Pues todo lo bien que puedo estar después de una noche de sexo -soltó sin pensar.