Al verse descubierto, Felipe sonrió. Llevaba de la cintura a una espectacular mujer que no parecía haberse dado cuenta de lo que él miraba.
Letizia estuvo tentada de separarse de su compañero sexual y salir corriendo, pero Felipe, que había interpretado su intención, negó con la cabeza indicándole que no parara y que lo disfrutara. Volvió a sonreírle de lejos y otro gesto, un solo asentimiento, hizo que los jadeos de ella fueran más rápidos y alcanzara el orgasmo en manos de Francisco en un local público, en una zona apartada, pero con la mirada de Felipe puesta en ella,
¿Qué había sido aquello?, se preguntó desmadejada entre los brazos de Francisco.
-¿Nos vamos? -le preguntó él.
-Eh. Esto... Sí, bueno. -Estuvo a punto de decirle que se iba a casa.
Estaba acostumbrada a ese tipo de juegos, pero en otros sitios y con las reglas establecidas. Allí, en un local de moda, entre los brazos de un desconocido, hacer una locura en público no era lo más normal para ella, menos cuando la persona con la que trabajaba y con la que había tenido los encuentros sexuales más atrevidos la estaba mirando desde lejos y esperando a que se corriera, mientras él lo miraba todo llevando de la cintura a una mujer espectacular.
Sin saber qué pensar, Letizia se recompuso, se arregló un poco la falda y cogió de la mano a Francisco sin darle más vueltas al asunto. Felipe estaba allí con otra mujer. Y, de todas formas, ¿qué más le daba a ella con quién estuviera?
-Vamos.
Letizia se despidió de sus dos amigos, que aún bailaban, y, con Francisco, cruzó la pista en dirección a la salida. Cuando ya casi la habían alcanzado, sintió un roce en los dedos y vio que era él, Felipe, que acercándose a su oído, susurró
-Estás preciosa cuando te corres. -Y siguió su camino.
Letizia se quedó en shock
- ¿Pasa algo? ¿Te han dicho algo? -Francisco se dio cuenta de que algo había sucedido.
-No, tranquilo -mintió-. Me pedían disculpas por un golpe.
-Vamos. -La besó de nuevo antes de llevársela a su casa.
....
No pasó toda la noche con Francisco.
Fue un encuentro realmente satisfactorio para ambos, pero aunque Letizia consiguió olvidar el episodio con Felipe, su mente le jugó alguna que otra mala pasada imaginando que era con él con quien estaba en la cama y no con aquel hombre al que acababa de conocer.Después de follar por tercera vez, Francisco se quedó dormido a su lado y ella, dándole vueltas al encuentro, decidió que ya había tenido suficiente, de modo que recogió todas sus cosas y se marchó a casa. No entendía por qué tenía aquella extraña sensación con respecto a Felipe. Ella había pasado la noche con un tipo, él tenía entre sus brazos a una mujer impresionante, con la que seguramente también habría tenido sexo. ¿Por qué romperse la cabeza? Miró su móvil al salir, ningún mensaje ni llamada. Eran las cinco de la mañana cuando el taxi que había pedido se presentó en el portal. Rezó para que Francisco no se despertara y bajara a buscarla.
Había sido bonito, bueno, sexual y su cuerpo se lo recordaría al día siguiente, pero ya había pasado. No era, ni sería nada más que sexo, pese a que Francisco había insistido, al llegar a su casa, en darle su número de móvil. No dejaba de darle vueltas a lo que había sucedido con Felipe
....Felipe se despertó con la mujer de la noche anterior. La conocía desde hacía tiempo y sus encuentros no iban más allá de la cama. Tenían sexo duro, sin reproches y con muchos juguetes de por medio.
Normalmente solía llamarla cuando estaba frustrado y el límite del dolor se encontraba entre esas frustraciones. Le gustaba provocar y ser provocado. Dar y recibir sin que fuera un problema. Con aquella mujer lo conseguía.
Recién aterrizado en España, su pensamiento no había sido esa mujer, sino Letizia, Quería verla, necesitaba volver a estar con aquella preciosidad que hacía que su deseo se elevara a cotas máximas. Su desenvoltura en la cama, su mente clara y saber que ella iba a disfrutar tanto como él lo hacían desearla de manera especial, pero no le cogió el teléfono.
Quería que fueran a cenar, tomar algo a un nuevo local y pasar toda la noche follando. Pero seguía sin cogerle el teléfono, ni siquiera cuando la vio en aquel local con un hombre que más tarde la masturbaría en un lugar más «discreto».
No podía quitarse de la cabeza la expresión de ella al verse descubierta y cómo siguió disfrutando de su momento mientras él la alentaba a hacerlo.
Fue delicioso verla gozar en manos de otro hombre mientras se corría para él. Un juego maquiavélico que le encantaba.
¡Sólo sexo!, se repitió. ¡Sólo sexo!
Se levantó de la cama, se vistió, y avisó por móvil a su coche y al guardaespaldas de que salía. Cerró la puerta de la habitación del hotel; por ese día ya había tenido suficiente. Le mandaría un mensaje a Letizia, estaba seguro de que había estado follando toda la noche con aquel tipo, e imaginarla mientras se mecía con las arremetidas de su acompañante no hizo más que incrementar su deseo de ella. Necesitaba volver a verla.
Cogió el móvil y envió un mensaje:
"¿Podemos vernos hoy?"
Letizia estaba desvistiéndose en su habitación cuando le sonó el móvil. Se acercó a mirarlo y se sorprendió de que Felipe le enviara un mensaje a esas horas.
Altagracia estaba desvistiéndose en su habitación cuando le sonó el móvil. Se acercó a mirarlo y se sorprendió de que Felipe le enviara un mensaje a esas horas.
"Acabo de llegar a casa, no sé a qué hora me despertaré. Puedo pasarme por tu casa. Estarás cansado si aún estas levantado."
"Probablemente no tanto como tú si aún estás levantada."
"Mira, Felipe, estoy cansada. Te aviso."
"Me lo imagino. Descansa pequeña zapyast'ye."
Letizia no respondió a ese mensaje. Pero no porque no quisiera, sino porque no sabía qué pensar. Llevaban dos semanas sin verse y algo más de tiempo sin tener ningún tipo de relación física. No entendía por qué usaba ese apelativo con ella y mucho menos por qué se preocupaba de su vida sexual.
Estaba empezando a temer lo peor y eso a ella no le gustaba, No le convenía....