XXI

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Letizia sentía un horroroso dolor de cabeza. Intentaba abrir los ojos sin conseguirlo. Tenía el cuerpo dolorido, demasiado para ser algo normal.

¿Qué estaba pasando? Volvió a poner todo su empeño en abrir los ojos.

No oía nada, sólo un pitido lejano dentro de ella. Volvió a dejarse caer en la oscuridad. El dolor de cabeza seguía allí, fuerte, martilleando como un herrero su yunque. Se notaba el cuerpo aún entumecido, pero esta vez sí pudo abrir los ojos, lenta y pesadamente. Cuando consiguió hacerlo por completo, se sintió deslumbrada por las luces blancas que la rodeaban. Se intentó llevar una mano a los ojos y notó que había algo, ¿un gotero?

¿Dónde estaba?

La vista tardó en acostumbrársele a aquella sala tan iluminada. Se encontraba en una cama, tapada sólo con una ligera sábana y tenía una aguja en la mano, de la que salía un cable. ¿Suero? Enfocó mejor y sí, lo era.

Estaba acompañada por un tipo vestido de negro que, frente a ella, leía lo que parecía una revista.

¿Qué había pasado? Se incorporó un poco, le dolía todo. El hombre dejó inmediatamente lo que estaba leyendo y se acercó a ella.

En un rudimentario inglés le preguntó cómo se encontraba y ella intentó contestarle, pero el dolor de cabeza no la dejaba hablar. Cerró de nuevo los ojos con una mueca de dolor. El tipo la ayudó a recostarse de nuevo y le explicó dónde estaba, en el hospital. Debió de ver en su cara el susto, ya que para tranquilizarla le contó todo lo sucedido desde que el coche explotó en medio de la calle y los llevaron al hospital. Comentó que, según los médicos, lo que tenía ella era normal después de que la onda expansiva los alcanzara tan de cerca y que, además, había tenido mucha suerte.

-¿Feli..?-trató de preguntar por él.

El hombre le dijo que estaba en otra habitación, y que tenía una pequeña contusión cerebral que debían vigilar. Lo tenían sedado, pero al parecer las constantes eran buenas.

Letizia lo miró desconcertada, pero creyó lo que le decía. ¿Qué más podría hacer en ese momento? Volver a dormirse, en aquel gotero debía de haber algo más que suero.

Sus ojos se abrieron de nuevo. Ahora fueron las manos suaves de una enfermera lo que sintió. La mujer hablaba con ella y la traducía aquel hombre de negro que no parecía haberse movido de allí en ningún momento. La despertaron, le dieron medicación y algo parecido a una sopa como primera comida. El dolor de cabeza parecía haber menguado y ya podía moverse con más soltura, aunque notaba dolores en lugares que no sabía que existían.

Bajó de la cama ayudada por el hombre de rostro enjuto y su mirada dura. Necesitaba ir al baño y, además, quería ver a Felipe. No se fiaba mucho de lo que le estaban diciendo, tenía el presentimiento de que algo más sucedía. Así que en el momento en que salió del baño, abrió rápidamente la puerta y se acercó, aun a sabiendas de que la seguirían de inmediato, a la que supuso que era la habitación de Luis. En cuanto se plantó delante de ella ya tenía a su sombra pegada a su espalda, diciéndole que regresara a su cama, pero ella no le hizo caso. Deseaba entrar, así que, con permiso del vigilante que había en la puerta, así lo hizo. Lo que vio no le gustó nada.

Un respirador mantenía a Felipe vivo. Tenía el rostro inflamado, lleno de morados y con algunas quemaduras en las mejillas. Su aspecto era desalentador. Letizia se asustó mucho... Pero lo que le explicaron tampoco la dejó más tranquila: Felipe había sufrido una conmoción y habían preferido inducirle un coma para que la inflamación del cerebro se bajara. De ahí el respirador.

Se acercó despacio a la cama en la que descansaba, le cogió la mano con cuidado y entrelazó los dedos con los suyos. Notó que una lágrima comenzaba a caer por su mejilla. Para cuando quiso enjugársela, eran varias ya las que pujaban por escapar de sus ojos. Una aterradora sensación le encogió el estómago y estalló en llanto cuando apoyó la cara sobre el pecho de Felipe y sintió cómo sus pulmones se llenaban y vaciaban gracias al respirador artificial, cuyo sonido llenaba toda la estancia.

Solo Era Sexo... (Adaptación) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora