XIII

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Letizia miró su reloj por cuarta vez; la cita que tenía aquella mañana en el vestíbulo del hotel se estaba retrasando. Ya llevaba más de media hora esperando, con un café en la mesa. Si algo odiaba en la vida era tener que esperar cuando de una cita laboral se trataba.

No había visto a Felipe desde la noche anterior, en la que recibió una de cal y otra de arena. La sensación tan excitante y de seguridad que sintió con él, nunca antes la había tenido con ninguna pareja, ni sexual ni amorosa.

Sabía que la culpa era sólo suya, que estaba pensando cosas que no debía y que además no tenía ninguna necesidad de pensarlas. Era su problema, sólo suyo.

Imbuida en esos pensamientos que estaban pasándole factura, alguien se acercó a ella. Era su cita Letizia se metió de lleno en la reunión, y luego se marchó a solucionar unas cuantas cosas...

                               ...

Lo que pensó que sería un trámite sencillo se convirtió en tan complicado que tuvo que pasar toda la mañana y toda la tarde trabajando para solventar algunos cabos sueltos. Ya casi a final de la tarde, entró en la habitación.

Se lanzó directamente sobre la cama. El frío de aquella ciudad se le estaba metiendo en los huesos de manera increíble; soñaba con regresar a su casa y retomar su vida. ¿Por qué habría decidido aceptar ese trabajo? A cada minuto que pasaba sabía que aquello no era lo suyo, había sido una decisión tomada por las hormonas.

-Hola, Leti. -La voz de Ruth sonó al otro lado del hilo telefónico.

-Hola -suspiró ella.

-¿Qué pasa, bonita? -Su amiga notó su tono de voz.

-Estoy cansada -dijo ella.

-Hasta ahí lo he notado. ¿Demasiado trabajo?

-Demasiado de todo, Ruth. Creo que la he cagado -confesó.

-Has vuelto a acostarte con él, ¿verdad? -preguntó, sabiendo perfectamente cuál sería la respuesta.

-Es que no es sólo eso...

-Vamos, que sí, que lo has vuelto a hacer y te está jodiendo el tema.

-Sí, Ruth, me lo estoy pensando seriamente todo. Llevo unos meses trabajando en esta empresa y creo que la he cagado. La he fastidiado liándome con él, trabajando para él y sintiendo algo por él cuando simplemente follamos.

Oyó cómo su amiga suspiraba.

-¿Qué quieres que te diga? -inquirió Ruth. Sólo se oyó silencio.

-No lo sé-contestó finalmente Letizia

-Si tú no lo sabes, sólo puedo estar aquí cuando lo sepas.

-¿Qué he hecho, Ruth? -le preguntó, llevándose el antebrazo a los ojos y tapándoselos.

-Creo que la respuesta sólo la tienes tú. -Se oyó otro móvil de fondo-. Y sabes cuál es...

-Anda, coge el teléfono -le dijo a Ruth.

-Tranquila, es el del trabajo. Paso...

-¿Cómo va todo? -preguntó Letizia, interesándose por sus antiguos compañeros.

-Muy bien, se te sigue echando de menos. Pero todo va genial. ¿Me contarás algún día a qué te dedicas?

-Cuando lo deje, te prometo que lo haré -sonrió.

-No dejes que te rompa el corazón. -Se oyó de nuevo el móvil-. Si no es para ti, olvídale. Tú no eres para él.

-Coge el móvil, Ruth; te van a volver loca.

Solo Era Sexo... (Adaptación) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora