Ep 4

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Esa mañana se levantó gritando con desesperación, tocando su pecho para verificar si la herida de bala seguía allí. Con el rostro envuelto en lágrimas, corrió hacia el espejo y abrió su camiseta para descubrir que una marca de agujero se desvanecía ante sus ojos. "No puede ser!!" pensó, "Definitivamente había algo allí". Vaciló unos instantes y luego se dijo para sus adentros "Estoy enloqueciendo, esto no puede estar pasando. ¿O si?".

Verificó la fecha, nuevamente era 15 de agosto de 2.022, justamente 2 años antes de sus muertes, que se dieron en la víspera de su cumpleaños 26. "No hay manera de que esto sea real, mi mente está jugando conmigo", insistió en pensar en las bajas posibilidades que tenía de que aquello fuera una premonición. Cualquier psicólogo le diría que estaba proyectando sus emociones en sus sueños, que quizá fuera envidia hacia su hermana, celos, inseguridad, quién sabe. Pero antes de pensar en nada más, comenzó a sentir un ardor terrible en su mano derecha, una sensación tan intensa y abrumadora que la quemaba hasta el hueso, mientras veía surgir en el dorso un tatuaje con un extraño símbolo, similar al de una antigua pluma sobre un viejo reloj de bolsillo. No más grabarse la marca por completo, Elina perdió el conocimiento.

- ¡Despierta inútil! - Oyó decir mientras sentía como le arrojaban agua en el rostro. Su hermana la había encontrado tendida en el suelo de la habitación que ambas compartían en casa de sus padres y aun sabiendo que se había desmayado, no tuvo el menor interés en ver que estuviera bien o preguntarle si recordaba lo que le había pasado. Sólo se limitó a decir: - Si vas a hacer dramas para dar pena, ve a hacerlos a otro lugar, aquí ya nadie cree tus teatritos niña. - Normalmente, Elina se habría sentido agraviada y miserable, pero esta vez sólo atinó a mirar el dorso de su mano que aún dolía. Ahí estaba esa marca, de un color negro más oscuro que la noche misma, insondable y enigmático, que probaba que sí había ocurrido algo extraño, no sabía qué, pero se sentía distinto y esta vez estaba dispuesta a actuar diferente y atreverse a intentarlo una última vez. - ¿Qué tanto te ves la mano? ¿Acaso no es igual a la otra?, tsk, qué extraña eres-.

¿Acaso no podía verlo? La marca estaba allí, pero Miranda no la veía, pues de haber sido así habría corrido a decirle a sus padres la aberración que había cometido su rebelde hermanita. Aún así, el hecho de que sólo ella lo viera, sólo aumentaba las posibilidades de que Elina estuviera perdiendo la razón, o de que detrás de esta locura hubiera algo que hasta ahora no había podido notar. Eligió la segunda opción, que quizá, era la única para ella.

Estaba cansada, harta de la mentira y la decepción, de aquello que parecía no ser real pero que llevaba consigo el peso de los años y del dolor. Tenía una sensación de que esta vez era más real que ninguna otra, de que debía cambiar su camino antes del próximo cumpleaños 26, y de que debía sobrevivir y quitarse del pecho las ganas desgarradoras de rendirse.
Tomó su bolso y sus ahorros para la universidad y se fue a comprar los muebles necesarios para rentar aquella habitación y largarse de esa casa de una vez por todas. Los estudios pueden esperar, quizá para siempre, pues no deseaba estudiar y trabajar como una mula al mismo tiempo hasta morir en dos años. Por primera vez sintió un pequeño brote de esperanza creciendo en su interior.


Tan sólo una última vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora