"¡¿Qué demonios dijo?, ¿Qué es lo que está pasando?!" Pensaba Elina, mientras intentaba controlar el temblor de su cuerpo. Nada de lo que había dicho Miranda era real. ¿Verdad?
Su mente estaba en blanco, algo en todo esto no tenía ningún sentido, pero al mismo tiempo, lo tenía todo. Necesitaba aclarar sus pensamientos, pero primero debía ocuparse de Miranda. Llamó un taxi y la envió a casa, ella debía regresar al hotel.
- ¿Hola? – Preguntó una voz dormida –Elina, ¿eres tú? –
-Si mamá, lamento llamar tan tar...- su madre la interrumpió.
- ¡Dios mío, hija! Snif* snif*- Elina podía oir su llanto entrecortado - ¿Por qué no has vuelto a casa? ¿Tanto nos odias? – preguntó evidentemente consternada.
Sus padres no eran malas personas, pero desde hace tiempo sólo tenían ojos y oídos para Miranda. No sólo le habían quitado la posibilidad de estudiar sin tener consideración alguna, sino que tampoco se mostraban dispuestos a oír su versión cuando algo ocurría. Si de amor filial se trataba, por tercera vez consecutiva, ellos no lograban representarlo. Además, si en unos meses moriría, no había necesidad de fortalecer lazos que luego causarían mucho dolor. Lo sentía por ellos, por sí misma, pero en este momento no podía cargar con todos esos sentimientos. Sería mejor seguir siendo la niña mala.
- Sólo llamé para decirte que encontré a Miranda ebria en un bar. La acabo de enviar a casa en un taxi. Adiós. –
- ¡Esper...- La llamada se cortó. La señora Rouan quedó sentada en una silla de la cocina, pensando en cómo las cosas se tornaron así. Su pequeña Elina siempre había sido buena, pero en pocos años las cosas habían cambiado mucho. Secó sus lágrimas y se consoló diciéndose a sí misma que era sólo una etapa de rebeldía, si algo sucedía, ella volvería a casa. -Si, ella volverá, está bien - se quedó repitiéndose por unos instantes. Era como si su vida hubiera quedado en una extraña pausa, como si no pudiera ver ni sentir más allá de lo que ocurría ante sus narices. Casi como el hechizo de sueño de aquella historia que leyó de pequeña, como si nada avanzara a su alrededor. Lo más extraño para ella en ese momento era la borrachera de Miranda, eso sí era nuevo, seguramente la pobre niña se sentía tan mal como ellos por la ausencia de su hermana pensó. Preparó un té mientras la esperaba.
****
Luego de cortar y con lágrimas en los ojos, Elina comenzó a caminar hasta el hotel.
- Veo que no te has ido con tu hermana, señorita entrometida – Oyó una voz escalofriante detrás de sí.
- ¿Qué tal si tomas su lugar y te diviertes con nosotros? – Dijo uno de los tipos desagradables que había enfrentado en el bar. - ¿No dices nada? ¿Acaso se te acabó la valentía niña? – Los tres rieron mientras la observaban.
"Sólo debo correr hasta el hotel, está cerca" pensó. Tendía a ser algo más fría en situaciones críticas, lo cual era una suerte pues, si se dejaba llevar por sus emociones, quién sabía lo que podía llegarle a pasar. Se dio la vuelta y comenzó a correr hábilmente, eran sólo dos cuadras, pero podía oírlos venir tras de ella. El camino parecía no acabar nunca. Unos cuantos segundos después divisó el hotel, sólo un poco más y estaría a salvo.
De repente sintió que la tomaban del brazo, comenzó a gritar.
- ¡Elina, tranquila, soy yo! – Oyó una voz conocida, era Leo. Por primera vez en mucho tiempo se sentía feliz de verlo. - ¿Qué está ocurriendo? – preguntó preocupado.
- Lo que ocurre es que esa señorita se iba sin pagar – dijo uno de los sujetos, que ya los habían alcanzado.
- Eso no es cierto Leo – replicó Elina.
- Lo sé, no eres de ese tipo de persona- y luego mirándolos directamente dijo – Acabo de pedir al encargado del hotel que ven allá, que si ve algo extraño llame a la policía – Los sujetos alzaron la vista y pudieron ver al encargado mirando por la ventana. Se dieron la vuelta y se marcharon furiosos. Uno de ellos dijo al aire mientras se iban: - Vaya que eres aburrida niña -.
Mientras trataba de recomponerse, Elina preguntó: -¿Cómo es que me encontraste Leo?-
- Es una larga historia, hay algo urgente que debo hablar contigo – Podía notarse la inquietud en su voz.
- No creo que sea el momento Leo, realmente no me siento bien y tengo mucho en qué pensar- le respondió ella. Estaba agotada en muchos sentidos. - ¿Podemos vernos en otra ocasión? -
- Es que realmente es algo que debo decirte ahora, ¿podrías darme al menos un minuto? No será mucho más que eso... Por favor – suplicó.
- No sé qué clase de conversación puede haber entre nosotros que sea tan importante, sólo un minuto y ya. –
- Gracias Eli, verás que mi visita no tiene el propósito de molestarte, sino más bien de ayudarte- Estas palabras confundieron a la joven, quien le hizo señas de que la siguiera al vestíbulo del hotel.
Mientras entraban, se oyó una voz detrás de ellos: - ¡¿Era por esto? ¿Por él?!- Elina pudo ver a un enfurecido y decepcionado Martin y de repente su corazón se sintió apretado.
- Martin, no es lo que piensas- replicó Leo, tratando de calmarlo. –Sólo tengo un mensaje que darle-.
-No me tomen por estúpido, ¿un mensaje que darle en un hotel?, ¿acaso hay límites para subestimarme? – Se dio la vuelta y se fue. Esa noche, como tantas otras, había seguido a Elina para asegurarse de que llegara bien. Cuando vio a Miranda en el bar, estuvo a punto de entrar para evitar que Elina tuviera problemas, pero minutos después pudo observarlas conversando. ¿Qué ocurría? ¿Se habían reconciliado?
Ring*
Su teléfono sonó, era una llamada urgente de la empresa. Lo siguiente que pudo ver fue a Elina siendo perseguida por unos tipos, bajó del auto y comenzó a correr a toda velocidad. Al acercarse, exhausto, pudo ver cómo aquellos hombres se retiraban y cómo ella entraba al hotel con Leo. No pudo contener la ira. "¿Por qué había sido tan tonto?"
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Tan sólo una última vez
FantasyElina era una joven con una vida extrañamente desafortunada. Habiendo vivido una infancia normal, de repente descubre que su dulce hermana mayor la odia y hará lo que sea para causarle dolor... incluso llevarla a la muerte. Tras su último y doloroso...