-Buenos días Lina- Dijo Martin
Elina se acurrucó en las frazadas, quería dormir un poco más. –Es fin de semana Tintín, vamos... quedémonos un rato más así. –Susurró.
-Lo haría, pero me gustaría que hablemos de lo que quieres hacer para tu cumpleaños, es en dos días. - Respondió su novio mientras acariciaba su cabello con ternura. En ese momento Elina abrió los ojos como platos y se levantó de golpe. "¿Ya era su cumpleaños?" El año había pasado demasiado rápido, pronto tendría 25 y, a pesar de que todo era diferente a sus experiencias previas, tenía miedo de cumplir años, la aterraba el correr implacable del reloj. Martin se sobresaltó, vio que algo inquietaba a Elina, pero temía preguntar. Había logrado su sueño de estar junto a ella y aun así sentía que estaban transitando una paz de cristal, y definitivamente no quería romperla. Entonces comentó en broma:
- ¡Vaya que tienes ganas de festejar Lina! Te levantaste inmediatamente cuando te lo recordé. –
-No Tintín, mejor dejémoslo como algo privado. Sabes que no tengo muchos amigos y realmente no me agrada festejarlo. – Martin recordaba lo mucho que solían divertirse en esas fechas, sabía que mentía, ¿qué le había ocurrido? Cambió de tema.
- Bien querida Cenicienta, ¿cuándo vas a contarme sobre lo que tanto escribes? -
Elina dio un respingo, sabía que tarde o temprano preguntaría, pero no había conseguido pensar demasiado en qué responderle. – Es que no estoy segura de lo que estoy haciendo, ni siquiera he podido pensar un final adecuado, ni logré que los protagonistas descubran las razones por las cuáles les ocurren las desgracias. Prométeme algo Tintín. – Dijo con tono suplicante.
- Por supuesto, lo que quieras, excepto dejarte ir. – Dijo en tono burlón, con una verdad escondida a plena vista. Elina le sonrió cálidamente y continuó: - Promete que no lo leerás hasta que esté terminado. –
- ¿Por qué no subimos la apuesta cariño? Qué tal si sólo lo leo una vez que lo hayas publicado, conociendo tu talento innato, te harás famosa en poco tiempo. –
-No bromees con eso. – Respondió –No planeo publicar nada, sólo escribo por... por diversión, creo. – Dijo vacilante. Nunca se le había atravesado la idea de publicar esa historia, pues al ser simplemente una extraña recopilación de hechos, no tendría los requisitos necesarios para ser una novela. Pero, "¿Y si lo hacía? ¿Y si guardaba su historia de forma tal que ningún incendio pudiera acabar con ella? Quizá funcionara, podría al menos inventar un final ¿verdad? El problema es que luego de terminar de escribir todo lo ocurrido, se quedó en blanco y no supo cómo continuar, además su vida transcurría tranquilamente, por lo que dedicaba su tiempo a otras cosas. Por otra parte, esa maldita marca comenzaba a provocarle escozor de nuevo, esto le ponía la piel de gallina.
- Está hecho, seré el primero en leer tu libro publicado. Prometo darte una crítica objetiva, aunque seas muy bonita. – La miró con devoción.
- A veces siento que crees en mi más que yo misma. – Respondió Lina y lo besó.
****
Los días tranquilos habían cesado, nuevamente comenzó a tener esas espantosas pesadillas, a sentir un fuego interno que recorría su cuerpo y se adueñaba de sus movimientos, a la par que la quemaba sin piedad. "Por favor Dios mío", susurró esa noche mientras lloraba "mantenme lejos de Elina". Al día siguiente, todo cambió.
Elina volvía a la oficina luego de cumplir con unos pedidos de sus compañeros. Ese día era 16 de agosto, el día de su cumpleaños número 25. De repente sintió que alguien la tomó del cabello por detrás y jaló de él hasta arrojarla al suelo. El golpe seco la dejó sin aire por unos segundos, se enrolló sobre sí misma tratando de recuperarse. Una vez que su vista no estuvo nublada, pudo ver el origen de todo aquello: Miranda.
- ¿A dónde crees que vas perra? ¿Creíste que podrías alejarte de mí tan fácilmente y salirte con la tuya? – Le hablaba muy bajo, con su rostro muy cerca del suyo, la mirada desencajada y oprimiendo la mandíbula de Elina con ferocidad. Nuevamente, Elina notó ese brillo extraño en los ojos de su hermana, el mismo que había visto la noche del incendio y no pudo evitar sentirse aterrada.
- Miranda, por favor, ya basta. ¿Qué fue lo que te hice? Solíamos jugar juntas de niñas y ser muy unidas... ¿Qué pasó hermana? – Le preguntó con lágrimas en los ojos.
- ¡Cierra la boca! – Le gritó mientras la abofeteaba. –No lo entiendes y no voy a explicártelo niña tonta. El problema es y será siempre tu mismísima existencia, no voy a dejarte en paz porque te odio. – Elina sintió una punzada profunda en el corazón.
- Escucha una cosa hermanita, si eres inteligente, te separarás de ese idiota y te quedarás sola. Si no lo haces, deberás atenerte a las consecuencias. – La soltó y salió caminando con tranquilidad. Luego volteó y agregó: - Ah! No olvides chequear tu teléfono cuando tengas tiempo. ¡Nos vemos! – Y mientras se iba le sonreía y saludaba como si fueran viejas amigas. A Elina se le revolvió el estómago, y no pudo contener el llanto.
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Tan sólo una última vez
FantasyElina era una joven con una vida extrañamente desafortunada. Habiendo vivido una infancia normal, de repente descubre que su dulce hermana mayor la odia y hará lo que sea para causarle dolor... incluso llevarla a la muerte. Tras su último y doloroso...