Ep 6

25 9 1
                                    

El joven se apresuró a alcanzarla antes de que llegara a la puerta, ella no lo llamaba por su nombre completo a menos que algo ocurriera. Sin embargo, su sentido de superioridad no le permitiría indagar los motivos de forma asertiva.

- ¿Qué es lo que te sucede? ¿Ni siquiera nos vemos y ya te vas como si nada? Elina, ya te dije que no te quedan nada bien esos berrinches para llamar mi atención. Deberías mirar más a ... -

- ¿Miranda? – Lo interrumpió ella. – Claro, lo he hecho, veo que siguen llevándose tan bien como siempre. También noté que sus horarios combinan mejor que los nuestros. – La relación entre ambos había comenzado a cambiar al poco tiempo de presentarlo en casa. Elina pasaba por momentos en los que no podía pedirle más a la vida, con hermosos días junto a su novio, largas y profundas conversaciones, románticos besos y regalos, para luego transitar situaciones como esa, donde se preguntaba qué papel cumplía en la vida de Leo. Por alguna razón, se había aferrado a esa extraña forma de amor.

El joven hizo caso omiso una vez más de los reclamos de su novia.

- ¿Otra vez con eso? Estoy cansado de esto Elina. – Dijo con firmeza, como si quisiera amenazarla. Cada vez que ponía su relación contra las cuerdas, ella cedía y pedía disculpas.

- Bien, entonces terminemos aquí, yo también estoy cansada de ti. – Le respondió sin siquiera vacilar. – Debo irme, estoy apurada. Si eso era todo, espero que no nos volvamos a ver. - Luego abrió la puerta, se apoyó el bolso sobre el hombro y se fue.

De repente sintió que sujetaban su muñeca por detrás, - ¿Esta es una nueva forma de provocarme? ¿Crees que no puedo dejarte, que correré tras de ti y te suplicaré? ¡Más vale que dejes estos jueguitos, no te quedan nada bien! – Le gritó furioso mientras oprimía cada vez más el brazo de Elina. Era la primera vez que perdía el control de esa forma.

- No Leo, esto es definitivo, no tengo más interés en volver a verte. Suéltame antes de que me moleste. –

El joven pudo ver que frente a la casa estaba Martin estacionado y lo miraba con unos ojos que aseguraban que si daba un paso en falso se arrepentiría. Soltó el brazo de Elina, ya habría tiempo de hacerla recapacitar y disculparse, después de todo era una chica afortunada de que alguien como él estuviera interesado en ella. Ella subió al coche de Martin y se encendió el motor, mientras Leo veía con extrañeza que aquel auto estaba cargado con muchas cosas, como si se estuviera mudando alguien. Martin le sonrió sarcástico y aceleró rápidamente. Las preguntas invadieron la mente del desconcertado muchacho, pero antes de que atinara a pensar en las posibles respuestas, oyó a Miranda hablando detrás de él.

- Descuida, ese idiota sólo la está llevando a quedarse con una amiga unos días. Debe estudiar o algo así. Volverá llorando a pedirte disculpas antes de lo que crees, probablemente debe estar molesta porque nadie se preocupó de su desmayo. –

- ¿Se desmayó? – Preguntó sorprendido.

- Ya sabes lo dramática que puede ser a veces, no le des importancia. Vamos a ver una película. – respondió Miranda, molesta por la atención extra que estaba recibiendo Elina.

Si, era consciente de cómo trataban a Elina en esa casa. Pero esta vez no se divirtió con la escena, no era gracioso ser el que quedaba como un idiota. –No tengo ganas, creo que me voy a casa por hoy, tengo cosas que hacer. – Este cambio lo inquietaba, tenía que volver a hablar con Elina.

Se marchó contrariado.

****

Al llegar a la pequeña habitación, Martin se sintió algo triste. – ¿Estás segura de que aún no quieres aceptar mi oferta? Tengo lugar en casa Lina.

- Ya sabes que no quiero mezclar amistad y negocios Tintín, pero me puedes visitar cada que quieras, eres más que bienvenido. –

- Bien, como quieras Lina. Te ayudo a acomodar las cosas y luego tomamos unas cervezas. ¿Qué vamos a cenar? –

- ¿Cerveza? Jajaja! -

- Si, sigues siendo la misma desprevenida que conocemos y amamos jaja. Traje unos sándwiches. –

- Por eso eres el mejor amigo que tengo. –

- El único, querrás decir. – Agregó con una sonrisa burlona.

No les llevó demasiado tiempo entrar las cosas y ambientar el lugar. Una vez hecho, Elina pareció más aliviada. Martin abrió las cervezas, puso los sándwiches sobre una pequeña mesa que trajo de casa y preguntó:

- ¿Ahora me contarás sobre ese tatuaje en tu mano, pequeña rebelde? -


Tan sólo una última vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora