Unas horas después, Elina despertó sobresaltada por un estruendo que continuaba incesante en la puerta de la habitación. ¿Quién podría ser? No le había dicho a nadie dónde estaba. Al incorporarse, sintió una dolorosa punzada en la sien. Pensó que era mejor ignorar a esa visita no deseada y se dispuso a irse a la cama a descansar un poco más, ya que casi no tenía fuerzas. "Debería ir por algo de comida luego" pensó, ya no recordaba cuándo había sido la última vez que había comido. Lo más probable es que la persona en la puerta se hubiera equivocado de habitación, se iría pronto. Se dispuso a dormir nuevamente, cuando escuchó que una voz ansiosa la llamaba.
- Lina, ¿estás ahí? Abre por favor, sólo quiero ver que estés bien. –
Era la voz de Martin, ¿cómo la había encontrado? Se esforzó por levantarse y guardar las páginas que había escrito en el cajón. Luego se dirigió a abrirle la puerta a la única persona a quien quizá de verdad le importaba. Al instante en que quitó el cerrojo, él se apresuró a abrir y la abrazó con fuerza, estaba agitado y empapado en sudor, como si hubiera estado buscándola por mucho tiempo.
Ahora que por fin había podido encontrarla a salvo, sentía que el alma le volvía al cuerpo, y mientras tanto Elina, sintió ese abrazo como un permiso para ser vulnerable y terminar de sacar con sus lágrimas el dolor acumulado durante tanto tiempo en su corazón. Comenzó a llorar hasta desmoronarse en los brazos de Martin, que tan sólo podía tratar de consolarla y apretaba los puños debido a la impotencia y la ira contenida. Ver llorar a alguien cuya sonrisa era capaz de iluminar una habitación, lo hacía retorcerse desde lo más profundo. La abrazó por largo rato y una vez que logró calmarla le habló:
- Lina, ¿cuánto tiempo llevas sin comer? – Preguntó visiblemente consternado. –Escucha, iré por comida y volveré rápidamente ¿si?, tu sólo relájate y prepara tus cosas, te irás conmigo. Y no te lo estoy preguntando. –
Luego de eso, Martin besó su frente y salió de la habitación. Ella no tuvo más remedio que sonreir, no estaba sola después de todo, Martin seguía siendo su refugio. Pero, ¿qué era esta extraña calidez en su corazón?, se preguntó.
Elina guardó sus cosas en el bolso, cuidando de envolver sus escritos entre su ropa. No se sentía confiada de enseñarle su historia a Martin y tener que explicarle de dónde venía y, francamente, la aterraba la idea de que él viera los datos escritos sobre sus últimas dos vidas. Era necesario que se apurara y enmarcara todo dentro de un relato, para que, si alguien llegara a verlo, no sospechara de nada... Simplemente estaba escribiendo una novela por diversión.
Su amigo llegó poco tiempo después, aun se lo notaba alterado. Martin realmente temía que en el lapso que le tomara comprar la comida ella volviera a desaparecer, no se podía permitir perderla de vista. Al llegar se sentaron a compartir el almuerzo, Elina notó que estaba realmente hambrienta, por lo que devoró su porción con avidez.
-Vaya Lina, ¡menos mal que te compré doble porción o me habrías robado mi parte! – Dijo riendo y tratando de romper la incomodidad que aún sentía. Ella pudo notarlo, por lo que le respondió: -No te hagas ilusiones, si sigues comiendo tan despacio, es posible que te la robe de todas maneras. – Y ambos rieron. Una vez que terminaron, Martin tomó el bolso de su amiga, le extendió la mano y le dijo:
-Vamos a casa Lina. – Ella lo observó y vaciló un instante, "no, Martin es diferente" se dijo, y tomó su mano con firmeza. Ambos salieron de la habitación y fueron todo el camino hasta el auto sin soltarse las manos. Ella no pudo notar debido a su nerviosismo, que su amigo estaba aún más tenso que ella... Y más feliz también.
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Tan sólo una última vez
FantasyElina era una joven con una vida extrañamente desafortunada. Habiendo vivido una infancia normal, de repente descubre que su dulce hermana mayor la odia y hará lo que sea para causarle dolor... incluso llevarla a la muerte. Tras su último y doloroso...