Ese era su último día en el café. Trabajó con entusiasmo y se despidió afablemente de sus compañeros, quienes insistían en que la iban a extrañar. Su jefe preguntó por enésima vez si un aumento de sueldo la haría cambiar de opinión, pero ella estaba decidida a no dar marcha atrás, después de todo la habían echado sin piedad de ese lugar aquel día. Fuera real o no, no estaba dispuesta a correr el riesgo. Dejó su delantal, saludó a unos angustiados colegas, prometiéndoles que los visitaría y salió del café. Lo que vio a continuación la dejó inmóvil.
- Elina, necesitamos hablar. - Dijo Leo. Su rostro denotaba una falta de sueño de varios días. -Te busqué en la universidad, dijeron que no estabas asistiendo, ¿Es eso cierto? -
- Si así fuera, no es tu problema. - Respondió ella, visiblemente nerviosa con la presencia del joven. -No es correcto que me busques en el trabajo, ya no lo hagas. - le espetó.
- ¿Y dónde si no? No estás en tu casa desde hace dos semanas, tu familia está preocupada por ti, no llamas, ni asistes a la universidad... ¿Qué ocurre contigo? -
La mano derecha de Elina comenzó a arder, instintivamente se la agarró. - Mira Leo, si estuvieran genuinamente preocupados me habrían contactado ¿No lo crees? ¿Quieres ver cuántas llamadas tengo? Ninguna. Agradezco tu preocupación, pero no es necesaria. Una vez más, ya no me busques. - Podía verse el dolor en su mirada.
¿Realmente no la habían llamado? Pensó sorprendido en que aquello no coincidía con el relato de Miranda - ¿Te quemaste? ¿O quizá, te golpeaste? - Preguntó al verla sostener su mano.
Elina pudo notar que el no podía verlo tampoco, ¿por qué, de todas las personas, era Martin el único que veía esa marca?
- Mira, ya te dije que lo que ocurra conmigo no es tu asun...- Fue interrumpida.
- ¡Pero sí lo es! ¡Soy tu novio Elina! - Gritó con una mirada de desesperación. -Quizá me porté como un imbécil, sólo dime qué hice mal y lo repararé. Déjame intentarlo por favor. - Su tono era suplicante. Parecía haber olvidado su orgullo en alguna parte, no se parecía al chico que le dijo que se arrepentiría aquel día en el umbral de la puerta de su casa.
- Ya no somos novios Leo. - Respondió, notando cómo la tensión comenzaba a afectarle y a hacer flaquear su determinación. Él había sido muy importante para ella y ésta, era una faceta que nunca había mostrado. ¿Podría confiar en él una vez más?
-Dame una oportunidad, te fuiste de forma extraña, no tuvimos siquiera la oportunidad de discutirlo. Al menos vayamos por un café, ¿Qué dices Elina? ¿Elina, qué te ocurre? Tu rostro... ¡Elina! -
Ella sólo podía sentir que la marca la quemaba profundamente, con un dolor que le robaba la consciencia. Luego todo se oscureció.
Despertó en el hospital, con Leo a su lado.
-Dijo el doctor que colapsaste por el estrés, debes descansar, te llevaré a casa luego del alta. - Dijo con voz firme.
-No es necesario, puedo irme sola. - Elina no tenía la intención de mostrarle dónde vivía ni de volver a la casa de sus padres. -En cuanto me sienta mejor pagaré la cuenta del hospital y me iré. Puedes hacer lo mismo. - Respondió contundente.
- No, no puedo. No hagamos esto aquí, hablemos más tranquilos luego, sé que no es la primera vez que te desmayas. Si algo está ocurriendo puedes decírmelo, estoy aquí para ti. Ah, y no debes preocuparte por la cuenta del hospital, ya está arreglada. - Insistió el joven.
Desde el día en que Elina se había marchado, algo había cambiado en él. Siempre había desempeñado el papel de muchacho afable y cálido, agradando a todo el mundo. Su estatus marcaba que su matrimonio sería con una mujer de su misma clase y no encontraba ningún problema con eso, Elina era sólo un juego temporal. En ocasiones le costaba mantener la compostura, ella era demasiado tímida y aburrida, a diferencia de su hermana, cuyos avances eran difíciles de ignorar. No pensaba casarse con ninguna, pero el juego lo divertía. O así fue hasta el día de la ruptura. No planeaba ser abandonado así, eso quebraba su orgullo, debía hacer que ella volviera y luego la haría pagar por haberlo sacudido de esa manera. Pero ¿Era así? ¿Quería hacerla pagar? La punzada que sintió en el pecho al verla cayendo frente a él decía lo contrario. Por lo pronto, debía recuperarla y no aceptaría un no por respuesta.
-En cuanto puedas levantarte vendrás conmigo.- Dijo firmemente
Elina lo miró entre confundida y molesta, pero antes de tener la oportunidad de responder, vio que sus padres aparecieron montando toda una escena sobre lo angustiados que estaban por su pequeña niña. No tenía opción, debía volver al menos unos días para calmar las cosas, ya pensaría qué hacer en los días restantes que tenía para empezar en su nuevo trabajo. Una cosa era segura; si quería alejarse de todos ellos, no podía decirles nada de su nueva vida.
Aún estaba el problema de la marca, empezaba a doler nuevamente.
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Tan sólo una última vez
FantasyElina era una joven con una vida extrañamente desafortunada. Habiendo vivido una infancia normal, de repente descubre que su dulce hermana mayor la odia y hará lo que sea para causarle dolor... incluso llevarla a la muerte. Tras su último y doloroso...