Ep 11

21 8 2
                                    

Era un cuadro digno de una novela dramática. Elina llegó a preguntarse si era posible siquiera que algo así estuviera ocurriendo. Pero no se iba a humillar frente a ellos, no esta vez. Agradeció no haber tenido tiempo de desarmar su bolso, lo tomó y se fue.
-Elina, por favor, ¡espera un minuto!- Suplicó Leo. Pero, al ver su mirada, supo instintivamente que había perdido su oportunidad.
-Déjala Leo, continuemos en lo que estábamos. Sabes que volverá, siempre lo hace, es demasiado tonta.- Dijo Miranda, disfrutando de ese momento.
-¿Es que estás loca? Escucha bien lo que digo Miranda, la única razón de que esté aquí era Elina. Tú ni siquiera te le comparas, no entiendo por qué le haces estas cosas.
¡Ya no vuelvas a acercarte a mí nunca!.-
Y agregó mientras abría la puerta para irse - Ojalá ella hubiera tenido una mejor familia.-
Estas palabras enfurecieron a Miranda, al punto de llevarla al borde de la locura. Se vistió apresuradamente, tomó un bolso y le puso algunas cosas inusuales dentro. Momentos después se vistió, tomó un taxi y fue al departamento de Elina, era como si no pudiera controlar ese impulso. Una vez allí, abrió el bolso, roció la puerta con combustible y lo encendió.

****

Elina necesitaba pensar, entender por qué la férrea determinación de Leo apenas si había durado. Por qué ella parecía no ser digna de amor, ni tan siquiera de respeto. Se sentó en un café, debía calmarse, ya no podía volver a su casa más, por lo que su apartamento era su única opción. Le gustaba vivir allí, pero no quería estar sola en este momento. Una vez más le escribió a Martin, le dijo que estaba muy cansada, que lo necesitaba, que ojalá estuviera con ella. Pero no hubo respuesta.

Se levantó y caminó hasta su apartamento, sus pasos eran pesados, como los de una persona que ya no tiene espacio para ninguna decepción más. Al llegar a la esquina de su casa vio humo, notó un tumulto de gente y a los bomberos tratando de apagar un incendio. ¡Era su casa! "¡No!" Pensó. Corrió hacia allá y los bomberos la detuvieron, ya que se había quemado por completo. Lo bueno, dijeron, es que no había afectado a los vecinos.
Elina estaba devastada, cayó de rodillas llorando. Llamó a Martin, el contestador respondió, "Deje su mensaje después de la señal".
-Martin- dijo llorando amargamente -¿Por qué no vienes? ¿Por qué no respondes? ¡Prometiste que estarías para mí! – No podía contener sus sollozos. Trató de calmarse y no lastimar a su amigo por algo que no era su culpa, respiró y le dijo - ... Lo siento, no sé qué hacer, pero ya no voy a molestarte.-
Tomó su bolso, caminó por la calle sin rumbo, pensando en que no tenía a dónde ir, cuando escuchó una risa tras de ella. Se volteó y vio a Miranda, quien la tomó del cabello y le dijo: -Lo único que lamento es que no estuvieras dentro hermana. No serás feliz ¿lo entiendes? Y mientras pronunciaba estás palabras Elina creyó ver un destello rojo en los ojos de su hermana.
No pudo responder a ese ataque, estaba muy cansada, sólo dejó caer las lágrimas y se sintió profundamente humillada.

Miranda la soltó, la miró confundida y se fue. Aquella noche volvió a tener pesadillas, veía a Elina retorcerse de dolor y no podía ayudarla. Despertó y lloró como una niña, en su corazón amaba a su hermana, pero ¿Por qué se comportaba de ese modo? Miranda sabía que no importaba lo que hiciera, no podía detenerse. Y eso perforaba su alma, la imagen de Elina llorando de rodillas la perseguiría por siempre, no podría perdonarse. Llevaba tiempo deseando acabar con este sufrimiento.

****

Salió de la reunión y encendió su teléfono, había sido un día agotador y no tenía ganas de nada, 3 mensajes nuevos y un mensaje de voz. Su rostro se endureció y sus manos temblaban al leerlos, la habían vuelto a lastimar, inmediatamente presionó las teclas de acceso al buzón de voz y sintió una punzada de terror al oírlo. "Por Dios no, Elina", pensó. Salió corriendo al aeropuerto, tomó un vuelo directo y fue al departamento a buscarla. Temía que en su dolor y soledad acabara tomando una decisión drástica. Su temor se volvió desesperación cuando vio el apartamento incendiado, ya había perdido la cuenta de las veces que había llamado a Elina y no pudo comunicarse.
"Dios mío, ¿Dónde estás Elina?" Se preguntó.

Tan sólo una última vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora