Ep 13

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Despertó, sintiendo el agotamiento de tres vidas en su cuerpo, de traiciones y abandono. Respiró profundo mientras trataba de poner su mente en orden, le ardían los ojos de tanto llorar, seguramente estaban muy hinchados porque apenas podía abrirlos. "Si todo esto sigue la misma línea, sin alterar su curso, definitivamente moriré" pensó. Seguidamente abrió el cajón para ver qué había escrito tan frenéticamente en aquellos papeles y su sorpresa fue grande al ver que había detallado cada uno de los acontecimientos vividos en todas las ocasiones, descriptos a la perfección, incluso situaciones y eventos que no recordó sino hasta leerlo nuevamente. Sintió una extraña sensación en el pecho, "Si alguien lee esto, creerá que me volví loca... Si Miranda lo ve, podría encerrarme en un manicomio, Dios mío", cubrió su boca con su mano, no acababa de comprender lo que ocurría, ni cómo es que mecánicamente había logrado escribir con tanta especificidad el resultado de lo que parecían tres vidas, ¿sería producto del trauma? Tenía sensaciones encontradas, no quería perder esos escritos, pero era riesgoso siquiera conservarlos, aun así, la clave de su salvación podría estar en aquellas páginas. Mientras intentaba elaborar un plan, la marca comenzó a generarle escozor, volvió a sentir que algo la llamaba, la empujaba, tenía la necesidad desesperante de escribir. Una vez más, cedió ante aquello que no podía entender ni controlar, no deseaba hacerlo tampoco, pues cada vez que se dejaba dominar por aquel deseo, olvidaba todo a su alrededor. "Quizá" pensó, "Quizá funcione" se repitió animada, y cedió a esa irrefrenable necesidad de tomar lápiz y papel. Volvería a escribir todo aquello contenido en los papeles en sus manos, pero lo transformaría en una historia de fantasía, cada persona en su vida sería un elaborado personaje con su propia historia, por fin había encontrado la manera de esconder a plena vista su secreto y no tener miedo de olvidar todo. Sintió esperanza y escribió por horas, notando que mientras más lo hacía más fácil se volvía, no sólo no lidiaba con su realidad, sino que se permitía soltarla, dejar atrás su dolor con cada palabra que escribía e incluso podría hasta crear un final que al menos en esas páginas, le trajera felicidad. Durante el tiempo que escribía, su marca dejaba de doler y se transformaba en algo que le hacía recordar que no debía rendirse. Estaba en un proceso casi hipnótico, como si hubiera encontrado el propósito de su existencia, era casi como si hubiera nacido para ese momento. Escribió hasta volver a quedarse dormida.

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Despertó esa mañana sintiendo su cuerpo renovado. Miranda normalmente vivía casi en apnea, sentía que no podía respirar bien, sobre todo en las noches y sabía a qué se debía. Por alguna razón su comportamiento con Elina era despreciable, pero no podía detenerlo y eso le causaba un intenso dolor, se odiaba a sí misma. Al mismo tiempo, temía ir a un psiquiatra y escuchar que tenía alguna especie de esquizofrenia, ya que caída la noche sentía que podía ser ella realmente y expresarse tal cual se sentía. Sin que Elina lo supiera, se sentaba junto a ella cuando estaba dormida y, secretamente, se disculpaba una y otra vez mientras lloraba. No se atrevía a despertarla, pues entendía que su verdadero yo volvería a desaparecer a la mañana siguiente. Pero esta vez algo había cambiado, lo supo instintivamente cuando continuó sintiendo esa angustia espantosa una vez llegada la mañana. Por primera vez era consciente de sus actos durante el día y no tenía esa necesidad de ir a atacar a Elina, incluso respiraba mejor. ¿Se habría curado?

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Martin entró corriendo al recibidor del hotel y preguntó si Elina Rouan se estaba alojando allí. La recepcionista lo miró nerviosa ¿Sería un novio acosador?, dudaba sobre si responder o no.

- Mira, ella es mi mejor amiga y ayer tuvo un accidente, la estamos buscando por todos lados y temo que algo le haya pasado. Por favor, sólo dime. – Suplicó Martin.

Al pensarlo un poco, la joven notó que aquella huésped no había salido ni una sola vez de la habitación desde que había llegado, ni había ordenado nada para comer. Comenzó a preocuparse y habló con su supervisor. El hombre se acercó con la llave de la habitación y un papel:

- Pon tus datos aquí, muéstrame tu identificación para ver que no mientes con ellos y luego podrás pasar. Si algo le ocurre a la señorita luego de que entres serás responsable. - Dijo, y agregó –De todas formas, aún no la hemos visto desde que llegó. Sube y golpea primero, si no abre utiliza la llave, es el cuarto 213.-

Martin corrió deprisa, estaba asustado y ansioso. La hermosa joven de brillante sonrisa, cabello castaño y ojos verdes que lo había conquistado con sólo aparecer frente a él, estaba sufriendo sola en aquella habitación de hotel.

-Por favor Dios, que nada malo le haya pasado –Rezó para sí mismo mientras buscaba la habitación, en lo que pareció ser elinstante más largo de su vida.

Tan sólo una última vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora