Ep 21

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- Elina, ¿por qué no lo detuviste? ¿por qué no le explicaste? – Preguntó Leo confundido.

- Porque no tiene caso Leo, ya no tenemos relación alguna, no tiene sentido que corra tras él – Respondió Elina. En su rostro podía verse el dolor.

- ¿Cómo que no tienen relación? Se nota a kilómetros que se quieren. Eli, ¿qué está pasando? –

Elina lo miró fijamente, Leo supo que no admitiría más cuestionamientos en este momento. Si no se apresuraba en explicarle lo que había visto y oído, ella se derrumbaría muy pronto. No podía permitirlo, había jurado ayudarla.

-Elina, toma asiento, hay algo que debo contarte. Creo que te vendría bien un trago para poder digerir lo que voy a decirte. – Le dijo mientras le hacía señas al personal del hotel de que se acercase.

- Ya Leo, hazlo de una vez, de verdad estoy muy cansada. No sé qué es lo que...- Leo la interrumpió.

- ¿Piensas morir de nuevo? Porque esta vez será la última, debo advertírtelo. –

Elina se quedó helada. – ¿De... de qué... hablas Leo? No... entiendo. –

- Sé que lo sabes, debido a mi rol, estoy obligado a callar, pues ese idiota me ha impuesto ciertas restricciones de comunicación, pero, hasta que mi marca se desarrolle por completo, tengo cierto margen de... libertad. – Elina continuaba mirando atónita, sólo pudo quedársele viendo, las palabras no salían de su boca. –

- Por favor Leo, explícate – A este punto, sólo le restaba escuchar y beber. De verdad lo necesitaba.

- Sé que es difícil de comprender, también lo fue para mí durante los primeros meses, por eso trataré de ser simple, porque hay mucho en juego y tienes derecho a saber lo que te está ocurriendo. – Se detuvo unos instantes, inspiró hondo tratando de encontrar las palabras adecuadas y continuó: - Eli, estamos dentro de una especie de bucle, algo así como un hechizo. Por la marca en tu mano y los acontecimientos de los últimos años pude deducir que eres el escritor. ¿Me equivoco? – preguntó mirando la mano derecha de Elina.

- ¿Qué? ¿puedes verla? – lo interrogó sorprendida Elina.

- Si, y yo soy el guardián. – respondió su interlocutor.

- ¿El guardián de quién? –

- No es de quién, sino de qué... Y... eso es... tu libro Eli. – Cada vez que avanzaba en su relato, se le hacía más difícil no parecer un loco. – Vine a decirte que hemos fallado, todos nosotros, dos veces ya en lograrlo, y mi misión es pedirte que termines el libro. No nos queda mucho tiempo, no sé los detalles con exactitud, pero él me dijo que si no lo hacemos esta vez, todo se acabará. –

- ¿De qué demonios hablas Leo? Morir, última vez, libro, ¿Y quién es ese Él de quien todos hablan? ¡No puedo entender nada Leo! – Le gritó Elina.

- Cálmate por favor, sé que no es fácil. Pero en el fondo lo sabes, hay algo en ti que debe salir o causa dolor. Y, si no lo haces, ese dolor será para todos. Lo siento, pero eso es todo lo que puedo decirte para ayudarte. – Luego de eso se levantó y se preparó para irse. Sólo una vez que se puso su abrigo  y se preparó para salir, agregó: - Por lo que dices, Miranda también ha logrado descubrir algo. Si necesitas ayuda, ven a la biblioteca  y... La única forma de que estés a salvo es junto a Martin. Por favor no lo olvides. –

Luego de eso se marchó.

Elina quedó petrificada en su silla y sus lágrimas comenzaron a derramarse a raudales sin su permiso. Se levantó y corrió a su habitación. "Ya basta, por favor" pensó.

Mientras tanto, a través de la ventana, al otro lado de la calle, Martin había observado toda aquella escena. Había decidido volver, aquella joven que conocía no podía ser así. Recordaba que pese a llevar mucho tiempo de novio con Leo, la primera vez se la había dado a él, también recordó que cada vez que algo malo sucedía, ella se aislaba de todo y de todos. Debía dejar a un lado su ego, ella no era del tipo de persona que engañaba ni se entregaba con facilidad. Le pediría una explicación y escucharía lo que sea que tuviera que decir.

Pero luego la vio gritarle a Leo, y llorar sin poder controlarse, "¿qué demonios me ocultas Lina?" pensó, "No puedo ayudarte si no me lo dices". Resolvió confrontarla al día siguiente. Por más que tuviera deseos de consolarla, sería mejor darle espacio.

Tan sólo una última vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora