Capítulo 9 Facundo

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Recuerdos del pasado facundo

Recuerdo el día en que cumplí nueve años como si fuera ayer; fue el comienzo de una nueva etapa en nuestras vidas, tanto para mi hermano Lorenzo como para mí. Juntos nos sumergimos en el negocio de ilustrar zapatos, una pequeña empresa que representaba nuestras esperanzas y sueños en un mundo que parecía estar en su contra. Nos sentíamos invencibles, dispuestos a conquistar cualquier obstáculo que se interpusiera en nuestro camino.

Sin embargo, pronto descubrimos que la realidad era mucho más cruel de lo que habíamos imaginado. A medida que pasaban los días, nos dimos cuenta de las dificultades que enfrentábamos; la competencia era feroz, los clientes escasos y el dinero aún más difícil de conseguir. Nos encontramos luchando contra viento y marea, aferrándonos a la esperanza de un futuro mejor mientras nos enfrentábamos a cada desafío que se nos presentaba.

Pero a pesar de todas las adversidades, nunca perdimos la fe ni el espíritu de lucha. Cada obstáculo se convirtió en una oportunidad para aprender y crecer, y cada fracaso nos alejaba un poco más de nuestros sueños.

Pero Juntos, nos convertimos en un equipo imparable, enfrentando juntos las tormentas que amenazaban con derribarnos.

A menudo éramos víctimas de la crueldad y el desprecio de quienes nos rodeaban, personas que nos desplazaban de un lugar a otro con solo un vistazo, solo por el simple hecho de ser pobres. Como si estuviéramos marcados por la invisibilidad, condenados a vivir en los márgenes de una sociedad que nos rechazaba sistemáticamente.

Las ventanas de vidrio separaban nuestro mundo del de aquellos que vivían en la opulencia y el lujo, una barrera insuperable que nos recordaba constantemente nuestra posición en la escala social. Ver cómo otros desperdiciaban exquisitas comidas mientras nosotros luchábamos por sobrevivir era un golpe doloroso a nuestra dignidad, una prueba más de las barreras de la riqueza que nos excluían.

Bajar la mirada y contemplar los zapatos rotos que cubrían mis cansados pies era un recordatorio constante de nuestra lucha diaria. Sentir las ampollas ardiendo en mi piel era un precio pequeño a pagar comparado con el peso abrumador de la pobreza que nos oprimía. Sin embargo, a pesar de todo, siempre preferí ser yo quien soportara el peso más grande, protegiendo a mis hermanos de las crueldades del mundo.

Un día, mientras me encaminaba hacia el oscuro callejón que solíamos llamar hogar, un encuentro inesperado cambiaría el rumbo de nuestras vidas para siempre. Un hombre alto, cuya presencia parecía envuelta en un aura de misterio, se cruzó en mi camino. Su mirada penetrante parecía leerme el alma, como si conociera nuestros más profundos anhelos y temores.

Me detuve en seco, sintiendo un escalofrío recorrer mi espalda mientras sus ojos oscuros se clavaban en los míos. Por un momento

—¿Cómo te llamas?— preguntó el misterioso hombre

—Me llamo Facundo Duarte, señor respondí con timidez

—Me gustaría cambiar tu vida, si así lo deseas. Mi nombre es Martín Castillo —respondió el hombre

—¿Y cómo haría eso?

—ya lo veras mi pequeño niño—respondió

Antes de desvanecerse en la oscuridad, dejándome con dudas y misterio, los días descendían lentamente, marcados por la monotonía y la lucha diaria por sobrevivir. Cada mañana, el sol emergía con la misma parsimonia, como si el tiempo mismo se hubiera ralentizado para burlarse de nuestros esfuerzos por cambiar nuestras vidas.

Mientras Lorenzo se dedicaba a vender periódicos en las bulliciosas calles, yo me sumergía en la maraña de gente con la esperanza de encontrar al misterioso hombre que había irrumpido en nuestras vidas con la promesa de un cambio radical.

LOS DUARTE :EL ORIGEN #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora