Capítulo 10

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El cristal fresco contra mis labios no hacía más que avivar la sensación de desconcierto que me embargaba. Cada sorbo de agua parecía traer consigo un destello de recuerdos de lo que acababa de experimentar: los susurros inquietantes en la oscuridad, los destellos fugaces de figuras moviéndose en las sombras y el eco persistente de mis propios latidos acelerados.

Al alzar la vista hacia la puerta, me encontré con la figura imponente de Facundo, apoyado con despreocupación contra el marco. Su mirada penetrante parecía buscar respuestas en lo más profundo de mi ser. Giré lentamente para encontrarme con Lorenzo, cuya presencia silenciosa parecía envolverme en un aura de intriga y misterio. Sus ojos oscuros brillaban con una intensidad apenas contenida, como si estuvieran cargados de secretos que esperaban ser revelados.

Facundo tomó la palabra con una seriedad que me hizo arquear una ceja de sorpresa

—Ayer no te explicamos las reglas del juego— dijo,

Mi corazón dio un vuelco ante el tono enigmático de sus palabras.

—"Reglas", repetí, sin poder evitar que un deje de incredulidad se filtrara en mi voz.

Lorenzo, con un gesto casual, arrebató el vaso de agua de mis manos y lo bebió con rapidez, como si necesitara un respiro antes de comenzar. Su garganta tragó el líquido con urgencia, mientras sus ojos se perdían en algún punto distante, como si estuviera sopesando las palabras que estaba a punto de decir.

— Número uno: queda terminantemente prohibido besarnos

Número dos: no te acostarás con ninguno por separado.

Y número tres tienes prohibido cogerte a otra persona

Una sonrisa irónica bailaba en mis labios mientras procesaba sus palabras.

—La primera realmente no me importa —comencé, pero la segunda me parece un tanto extraña.

—¿Extraña?— repitió facundo, con una mirada desafiante que chocó con la mía. — Lo dice la mujer que cada noche se acostaba con un tipo diferente.

Mis ojos centellearon con determinación mientras me acercaba a Facundo, dispuesta a enfrentar su provocación.

— Si crees que sacando a relucir mi pasado vas a lograr que me sienta mal, estás muy equivocado, Facundo Duarte— le espeté, dejando claro que no iba a dejarme intimidar por sus insinuaciones.

Con un movimiento decidido, me dirigí hacia mi estrecho cuarto, dejando atrás la atmósfera cargada de la cocina. El cansancio y el peso de la incertidumbre me abrumaron mientras me dejaba caer sobre la cama, sintiendo el suave roce de las sábanas contra mi piel. El silencio del cuarto era un bálsamo para mi mente agitada, aunque apenas lograba calmar el torbellino de pensamientos que me consumía.

Al cerrar los ojos, me sumergí en un estado de semi-consciencia, dejando que el sueño me envolviera como una manta reconfortante. Los murmullos de la casa se desvanecieron en el fondo mientras me sumergía en un sueño agitado, lleno de imágenes fragmentadas y emociones tumultuosas.

Al despertar, el ruidoso tic-tac del reloj de pared resonaba en mis oídos, recordándome que el tiempo seguía avanzando implacablemente. Con un suspiro, me levanté de la cama y me estiré, sintiendo los músculos entumecidos por el sueño. El sol se filtraba a través de las cortinas entreabiertas, bañando la habitación con una luz suave y dorada.

Al salir de mi cuarto, me encontré con la mansión sumida en un bullicio incontrolable, como si el caos se hubiera apoderado de cada rincón. El sonido de voces elevadas y pasos apresurados llenaba el aire, creando una cacofonía discordante que me hacía sentir aún más fuera de lugar. Me pregunté qué estaría sucediendo para generar tal alboroto, pero no tuve tiempo de indagar más antes de que una figura familiar apareciera ante mí.

LOS DUARTE :EL ORIGEN #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora