LOS DUARTE :EL ORIGEN #1

Capítulo 36

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Después de varios días tumultuosos, la calma parecía haberse instalado como una manta sobre nuestra familia. Cada hora transcurría con una serenidad inusual, como si el caos emocional que nos había envuelto nunca hubiera existido. A pesar de esta aparente tranquilidad, mi familia comenzó a tomar precauciones adicionales, como si estuvieran esperando algo inminente que aún no se había materializado. Sin embargo, no había noticias que pudieran alarmar nuestra situación, lo que solo aumentaba nuestra inquietud y paranoia.

Por otro lado, mis encuentros con Facundo Duarte se volvieron más frecuentes de lo habitual. Era como si el universo, con su humor misterioso, conspirara para acercarnos. Sus ojos, profundos y enigmáticos, se cruzaban con los míos con una frecuencia. Era como si nuestras vidas estuvieran tejidas por un hilo invisible que nos llevaba a encontrarnos una y otra vez en los lugares más inesperados.

La atracción era innegable, como una corriente eléctrica que parecía intensificarse con cada encuentro. Me encontraba cada vez más intrigada, sintiendo una necesidad de descifrar qué era exactamente lo que Facundo pretendía. ¿Eran nuestros encuentros simples coincidencias del destino o había algo más profundo en juego? Una voz interior me decía que tenía que averiguarlo.

Sabía que Facundo tenía la costumbre de tomar baños nocturnos en la piscina. Así que, decidida a explorar esta conexión, decidí seguirlo una noche. Al acercarme a la piscina, lo vi allí, sumergido en el agua con una gracia casi hipnótica.

—Me vas a enseñar a nadar —pregunté con una sonrisa, mientras me sentaba en el borde de la piscina.

Él se rio, con una risa cálida y contagiosa, y comenzó a acercarse a mí con una mirada juguetona en los ojos. Sentí mi corazón acelerarse, cuando finalmente estuvo a mi lado, el calor de su presencia me envolvió como una manta en una noche fría. Sus manos, firmes pero suaves, comenzaron a rodear mis piernas con una delicadeza que me hizo estremecer. El contraste entre la frescura del agua y el calor de sus manos creó una sensación electrizante que recorrió mi cuerpo.

—Confía en mí —susurró, su voz apenas un murmullo que se mezcló con el sonido del agua.

Deslizándose con suavidad, sus manos ascendieron lentamente hasta mi cintura, atrayéndome hacia él con una fuerza magnética que era imposible resistir. Mis piernas, casi instintivamente, rodearon su cintura, sintiendo la proximidad de su cuerpo contra el mío. Pude sentir el ritmo constante de su respiración y cómo sus músculos se tensaban y relajaban bajo mis dedos.

El agua, ahora hasta nuestras caderas, se movía en suaves olas que nos rodeaban, añadiendo una capa de intimidad a nuestro encuentro. Sus ojos, profundamente clavados en los míos, parecían decir mil cosas sin pronunciar una sola palabra.

Mientras nos adentrábamos en el agua, las primeras gotas de lluvia comenzaron a caer, añadiendo un toque de romance y misterio al ambiente. Las gotas creaban círculos en la superficie del agua, mezclándose con los destellos de la luna y creando un juego de luces y sombras que parecía sacado de un sueño.

Todo parecía sincronizarse a un ritmo perfecto; la lluvia, la luna y nuestra conexión palpable. Cada movimiento, cada mirada compartida, se fusionaba armoniosamente, como una melodía que llenaba el silencio nocturno y creaba una atmósfera de intimidad y magia.

La mirada de Facundo me cautivaba, penetrando en lo más profundo de mí ser. Sus ojos parecían tener la capacidad de descifrar los secretos más íntimos de mi alma, creando un lazo invisible pero poderoso entre nosotros. En ese momento, me sentí completamente vulnerable pero a la vez protegida, sabiendo que estábamos compartiendo un momento único y especial que recordaríamos por siempre.