LOS DUARTE :EL ORIGEN #1

Capítulo 4

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La mañana siguiente se abrió ante mí como un lienzo lleno de infinitas posibilidades. Cada paso que daba en la mansión del fantasma me sumergía más en un juego macabro. El peso de las reglas opresivas colgaba sobre mí como una sombra oscura, y mi determinación para enfrentar este desafío era la única luz que me guiaba.

Al cruzar el umbral de mi habitación, el misterioso jardinero reapareció en mi camino. Su mirada maliciosa dejaba dudas de que algo más oscuro se escondía tras las paredes de aquella mansión.

—¿Estas lista para jugar?—preguntó con sutil malicia. Mis ojos se encontraron con los suyos

—solo es un juego si yo estoy jugando —respondí

Mientras me alejaba, dirigiéndome hacia la cocina de la mansión, pude escuchar detrás de una pared unos murmullos que mencionaban mi presencia. El sonido de las voces, apenas audibles pero claramente dirigidas hacia mí, despertó una oleada de curiosidad y una pizca de inquietud en mi interior. —¿De dónde creen que es la nueva? —murmuró una voz, llena de intriga —Yo creo que es una huérfana —no creo que el joven Duarte se ponga a recoger chiquillas de la calle. Los comentarios se multiplicaron a mí alrededor, como si todas las paredes de la mansión estuvieran hablando a la vez. ¿Quién era yo en realidad? La pregunta resonaba en mi mente mientras continuaba mi camino.

Cuando llegué a la cocina, me encontré con un grupo de empleadas que trabajaban frenéticamente, preparando la cena para los habitantes de la mansión. Sus miradas curiosas se posaron en mí al entrar, y pude sentir el peso de sus preguntas no formuladas en el aire simplemente callaron sus comentarios.

No podía quedarme callada frente a las chismosas que insistían en escarbar en mi pasado. Mis dedos se cerraron con determinación alrededor del mango del cuchillo.

—¿Por qué tanto interés en saber de dónde vengo? lancé la pregunta al aire con un tono desafiante, mi mirada penetrante clavada en aquellas que se atrevían a indagar.— Pero ya que están de chismosas. El joven Duarte me trajo aquí porque acabé con la vida de tres mujeres que no dejaban de meterse en la vida de los demás, revelé con frialdad, dejando que mis palabras resonaran como ecos siniestros en la cocina.

El silencio se adueñó de la cocina como una manta pesada que ahogaba cualquier sonido. Cada respiración sonaba en mis oídos, llenando el vacío dejado por las empleadas que, asustadas, se habían retirado. Sentía el peso del cuchillo en mi mano, un recordatorio tangible de la tensión que se había acumulado en la cocina.

Mis pensamientos se agolpaban, un revoltijo de confusión y frustración. ¿Por qué siempre tenía que ser yo el centro de atención? ¿Por qué todos parecían estar tan interesados en cada movimiento que hacía? La rabia bullía dentro de mí, alimentada por la sensación de ser observada y juzgada constantemente.

Entonces, el eco, de pisadas cortó el silencio, rompiendo la opresiva atmósfera que se había instalado en la cocina. Al girarme, mis ojos se encontraron con los de una mujer alta, su cabello negro caía en cascada sobre sus hombros enmarcando un rostro que irradiaba determinación. Su mirada desafiante parecía penetrar en lo más profundo de mí ser, como si pudiera leer cada pensamiento y emoción que pasaba por mi mente.

—Se lo merecían— afirmó la voz, y otra pregunta le siguió:¿Y tú quién eres?

—Me llamo Laura— respondí con calma, enfrentándome a su mirada desafiante. ¿Y tú?

—me llamo Eva —respondió con seguridad, sus ojos centelleando con una chispa de complicidad.

Eva parecía tener un carácter peculiar, similar al mío, y esa similitud despertó mi interés. Quizás, pensé, podría encontrar en ella una aliada en medio de esta tormenta. La entrada abrupta de Deina, interrumpió la corta conversación que ambas teníamos.