22. El novato

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(Narrador)

*Un año después…*

La caja ascendía, con un único destino, y con un nuevo verducho en su interior, como cada mes.

El chico, acaba de despertar, con la respiración agitada, y echando el agua de su boca, que le hacía sentir como si se ahogase, observó su alrededor, asustado, encontrando cajas y una irritante luz roja parpadeante, todo esto sólo lo preocupó más, y el hecho de ir en una especie de “ascensor”, de hierro, que sólo subía, a gran velocidad, y no parecía que se fuese a detener en ningún momento.

-¡AYUDA!, ¡SOCORRO!- gritaba el chico, sin obtener respuesta. Se sorprendió ante el tono de su voz, espera, ¿por qué no recordaba cómo era su voz?, pensó.

La caja seguía subiendo, el chico aún gritaba por ayuda, pero dejó de gritar, cuando la caja se detuvo, y la luz roja, se convirtió en una verde. Nada cambió, por dos minutos, hasta que unas puertas se abrieron sobre él, y la cegadora luz solar entró, iluminando cada rincón de aquel extraño lugar, obligando al chico a taparse los ojos.

Cuando se acostumbró a la luz, apartó su brazo, logrando divisar las figuras, de varios chicos, jóvenes a su parecer. Pero otro chico, de cejas extrañas, apareció frente a él, irrumpiendo en su campo de visión.

-Día uno verducho- espetó, antes de sacarlo de aquella caja.

[***]

-¿Eres consciente de que tienes que decirme algo, verdad?- preguntó la castaña, a su prima, quien no apartaba la mirada de la camilla en la que estaban ambas sentadas-, Maise cariño, te aseguro que yo también preferiría estar haciendo cualquier otra cosa contigo,
pero Alby te quitó la “vigilancia”, y convenció a todos de que ya no tenias esos recuerdos, a cambio de que le informase todos los días, sobre si tenías o no recuerdos, por lo que necesito que me digas algo- pidió.

-¿Me prometes que siempre estaremos juntas?- interrogó la pequeña.

-Por supuesto, hey, mi niña nada va a hacer que me separe de tí, ¿de acuerdo?- aseguró la castaña, la niña miró a su prima con más tranquilidad, antes de comenzar a hablar.

-Anoche, soñé algo, había dos chicos y una chica, estaban hablando con una mujer, ella llevaba una bata blanca, y yo estaba escondida tras una puerta, tratando de escuchar les- explicó la pequeña rubia.

-¿Y lo hiciste, los escuchaste?- preguntó la chica, entre sorprendida e intrigada.

-No mucho, sé que hablaban sobre algo relacionado con el laberinto- respondió-, pero también escuché un nombre…

-¿Qué nombre escuchaste Maise?- interrogó la chica.

Antes de que la niña pudiese decir el nombre, ambas escucharon como la puerta, de la enfermería, era abierta por alguien, las chicas se asomaron, encontrándose con Chuck, era un niño, que había llegado hace un mes al claro.

-Hola Chuck- saludaron al unísono, el niño se acercó a ellas dos, más emocionado que de costumbre-¿qué te pasa, estás tú muy contento, no?- preguntó la castaña.

-Ya ha llegado el nuevo verducho- informó- me han contado, que cuando lo sacaron de la caja, empezó a correr, se tropezó y se estampó con el suelo- contó mientras reía, provocando que la niña riera también.

-Podemos ir a conocerle Danielle- pidió la niña, juntando sus manos en forma de súplica.

-De acuerdo, Chuck, ve con Maise, cuídala yo tengo trabajo- ordenó, levantándose y comenzando a ordenar algunas cosas de la enfermería.

El niño de rizos, asintió, extendiendo le la mano a la niña, quien la agarró feliz, después de despedirse de su prima con un abrazo.

La chica se quedó allí, ordenando cosas, ya que no tenía que curar a ningún clariano, aunque trataba de no pensar en ello, la charla con la niña, la había dejado preocupada. Para no pensarlo tanto, decidió salir de la enfermería, se quedó junto a la puerta por si venía alguien, pero sus pensamientos se disiparon, cuando sintió unos brazos rodeándola.

Just run and loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora