25. El laberinto (parte 2)

177 15 7
                                    

Danielle:

-Venga, tirad, no falta mucho- animó Thomas, habíamos conseguido atar unas lianas en la cintura de Alby, para tratar de subirlo arriba del muro y esconderlo.

-Tenemos que irnos, Dani por favor- pidió Minho, con miedo, él aún seguía insistiendo en que debíamos huir y abandonar a Alby.

-Ya queda poco Minho, en cuanto lo pongamos a salvo, buscaremos donde escondernos- respondí.

Segundos después comenzamos a escuchar ruidos, que llamaron nuestra atención, traté de ignorarlos, tirando de las enredaderas, para lograr subir a Alby, Thomas ni siquiera prestó atención a estos, pero Minho quedó mirando fijo a uno de los pasillos, de donde provenían los ruidos.

-Minho, vuelve aquí- ordené, cuando éste soltó la enredadera, provocando que el verducho y yo resbalemos un poco, y Alby descendiera uno o dos metros.

-Lo siento Dani, verducho- se disculpó, justo antes de salir corriendo, hasta desaparecer de mi campo de visión, ya había anocheciendo, por lo que no pude ver en qué dirección se marchó.

-¡No, Minho, vuelve aquí!- pidió Thomas, tirando aún de la enredadera.

-Deja de gritar, vas a atraer a todos los laceradores- regañé, codeando su brazo.

Nuestro miedo y preocupación aumentó, cuando escuchamos ruidos metálicos chocando contra la piedra.

Sentí el agarre de Thomas en mi cintura, cuando chocamos contra la pared, estuve a punto de salir, cuando él volvió a sujetarme y a tapar mi boca, pegando mi espalda con su pecho. Pude observar como unas patas metálicas caminaban frente a nosotros, esa cosa parecía una especie de araña gigante robótica, era un puto lacerador. Por suerte las enredaderas nos escondieron y el animal no nos vió, tratamos de hacer el menor ruido posible, hasta que esa cosa se fue lo bastante lejos, para que pudiéramos salir de entre las plantas.

-Deberíamos empezar a movernos, tal vez así encontremos a Minho y un lugar para escondernos- recomendé, una vez habíamos atado al líder del claro.

-¿Por qué deberíamos buscarlo, eh?, él se ha largado abandonandonos- protestó.

-Ten cuidado con lo que dices sobre él, es mi mejor amigo- amenacé, sujetándolo del brazo-, y te aseguro que si supieras la mitad de lo que él sabe sobre este sitio, también habrías salido corriendo- expliqué, puede que Minho se haya marchado, pero no puedo enfadarme con él por eso, tal vez molestarme un poco, pero cualquiera podría haber hecho lo mismo, al sentir miedo de estar en nuestro lugar.

-Perdona, no quería ofenderte- se disculpó, comenzando a caminar-. ¿Cuánto hace que estás aquí?- preguntó tras unos minutos.

-Casi tres años, llegué de las últimas, el primero- respondí, sin dejar de caminar.

-Y…¿cómo fue todo?, llegar aquí, y bueno, ya sabes vivir en el claro- interrogó.

-Complicado, el claro tiene algo muy curioso, y es que a veces, puedes puedes verlo como un hogar incluso, pero en otros momentos, se puede convertir en tu infierno personal- expliqué, recordando cosas del tiempo que llevaba aquí.

-¿Por qué entraste al laberinto?- pregunté, después de unos minutos, caminando en silencio.

-No estoy seguro la verdad, solo sentí que debía entrar, no podía abandonar te- respondió, tratando de restarle importancia.

-Apenas me conoces, no deberías haberte arriesgado- reproché, Thomas se encogió de hombros, con la mirada fija en el suelo-, gracias, has hecho una estupidez, pero gracias- agradecí.

Just run and loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora