CAP 43: Gratitud

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CAPITULO 43: Gratitud.

JEREMITH SIMPSON:

Las manos del señor Adam y la mía se junta para luego sacudirla con vigor mientras salimos de la cafetería. Pensar que hoy fue mi último turno en la cafetería me llena de muchos sentimientos encontrados, el lugar donde empecé a superar las tragedias del pasado, en el que avancé como un adulto independiente y, sobre todo, el lugar donde conocí a Martina.

Decir que estoy agradecido con el padre de Alan es muy poco. La familia Proum no dudo en ayudarme y apoyarme cuando mi padre falleció y cuando tome la dedición de independizarme.

Como le dije a Martina, la casa en la que vivo es propiedad del señor Adam, su familia vivía ahí antes de que sus negocios crecieran y se empezaron a dar una mejor vida. Yo no tenía dinero para pagar la renta y si bien pude quedarme en casa con mamá y ahorrarme gastos, eso para mí significaba aferrarme a muchos recuerdos doloroso y justo a mis diecinueve años empecé a empacar mis cosas para avanzar en mi vida.

Cuando el señor Adam me ofreció la casa, me sentí avergonzado de no tener la posibilidad para pagar como es debido, pero sabiendo mi condición acepté. El solo me cobra los servicios (Lo cual es muy poco para una casa tan grande y amueblada)

—Muchacho, me llena de orgullo saber que empezaras a estudiar.

—Gracias señor, le estoy eternamente agradecido por su compañía —De repente, esos días en los que me quede en su casa y su familia no dejó que me fuera a la cama sin comida vinieron a mi mente—, también a Alan.

—No es nada, es un honor poder decir que conozco al futuro jugador mas famoso del mundo desde niño —Como cosa rara me sonrojo y agradezco—, cuando seas una celebridad no te olvidas de nosotros,

—Jamás señor.

—Vamos hijo, te llevo a casa.

Asiento y subo a la lujosa camioneta que se compró hace poco el señor Adam, el famoso vehículo que Alan esperaba más que su propio padre para así, poder se propietario del carro turquesa. El olor a ambientador y a nuevo es agradable.

—Oí que tu novia tuvo un accidente —Abrocho el cinturón y asiento—, siento mucho eso.

—Si, no ha sido fácil para la familia.

Comento solo por hacer conversación, aunque preferiría quedarme en silencio con respecto al tema. El camino tranquilo es acompañado por un par de palabras triviales. Al final agradezco y salgo del auto, con ansias de ver a mi novia.

Abro la puerta y al entrar, guardo las llaves en mi chaqueta, la misma que me quito y cuelgo en el perchero. Escucho ruido en la parte de arriba y el sonido de la televisión encendida en mi cuarto. Ha pasado una semana y media desde todo lo ocurrido; desde que Martina despertó, hablo con la hija de Harry y vio a su mejor amigo en coma. Lastimosamente el señor Harry aun no despierta y todos los días en la mañana, acompaño a mi novia para que lo vea un rato.

Subo las escaleras y me paro en el umbral de la puerta sonriente. Ella no se percata de mi presencia, esta ensimismada en la televisión, boca abajo, con Teodoro en la espalda y comiendo de las palomitas que me pidió antes de yo irme a hablar con el señor Adam. Fue la primera cosa que me ha pedido por cuenta propia, no habia comido como se debe desde hace días y cuando me pidió palomitas le hice el bowl más grande que los del cine.

Pero lo que realmente alegra enormemente mi corazón, es esa sonrisita que se le hace al ver la escena en pantalla. Subir los ánimos de Martina fue realmente difícil

—Buenas tardes, señorita.

Ella da un brinquito en su puesto alertando a Teodoro y cuando me ve toma el control para pausar la televisión. Se acomoda en la cama, sentándose sobre ella con las piernas cruzadas.

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