CAP 9: Amigovia

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CAPITULO 9: Pensamientos

JEREMITH SIMPSON

Su sonrisa por un momento parece alumbrar todo.

Gira la perilla y entramos, el leve olor a madera llega a mi nariz. La casita adornada por los pequeños muebles y por los portarretratos hace una combinación de muchos colores, en los marco de fotos no hay fotos si no dibujos, dibujos de algún niño.

Pero algo que llama realmente mi atención, es un bolígrafo, un bolígrafo muy colorido y con la letra "S" en un extremo decorado a mano.

Cada dibujo es de muchas pinturas y hasta escarcha. Hay muchas cosas sobre esas hojas coloreadas que no entiendo, pero seguramente están aquí por algún sentido y significado especial. Volteo hacia Martina quien ya me observaba expectante a mi reacción.

Un suspiro se escapa al parecer inconscientemente de sus labios y sus ojos se cristalizan un poco asustándome un poco.

—Esta casita es increíble —murmuro anhelando que cualquier sentimiento de tristeza se vaya lo mas rápido posible.

—Lo es —titubea—. Es mina, de cuando era niña —se apresura a dar un explicación no pedida.

—Tranquila, no tienes nada que aclarar —Le digo por sus repentinos y extraños nervios. La castaña relaja su respiración y se sienta en la alfombra de la casita, imito su acción

—Así que soy Miley —Ríe por la mentira de hace rato

—Fue lo único que se me ocurrió —Ella se estira para tomar las toallas y me pasa una

—Ahora amo la lluvia - ella seca su pelo mientras me mira con emoción al escuchar mis palabras. Paso la toalla por mi pelo frotándolo varias veces.

—Espero que si la hayas pasado bien —Yo asiento sin dejar de usar la toalla—. ¿Sabes? nunca planeo nada y todo sale como si lo hiciera, contigo las cosas van a la perfección. 

Ella recibe mi toalla cuando termino de deshumedecerme lo mejor que puedo, aunque mi ropa sigue empapada y la de ella también.

—Por cierto, tus amigos son geniales.

—son incondicionales —respondo con simpleza.

—mañana papá tiene una reunión cerca de la cafetería, puedo acompañarlo cuando termine su reunión, voy a la cafetería y salimos ¿sí?

¡Obviamente que claro que si!

—Me encantaría

—¡Carajo! —Masculla—. Creo que es mejor que ya te vayas a tu casa, mis padres se levantaron —Martina señala con la mirada hacia afuera de la casita, donde en una de las habitaciones del segundo piso, la luz esta encendida—. Le diré a alguien para que te lleve, es muy tarde.

—No te preocupes le diré a Alan, el podrá venir por mí —Tomo mi celular que gracias a la chaqueta impermeable no se mojó, y le escribo a Alan quien al cabo de unos segundo me contesta afirmativamente.

—¿Seguro? —Asiento mirando la pantalla

—Si ya viene para acá —Ambos bajamos de la casita con cuidado y en silencio.

Caminamos por el mismo pasto. Escucho los grillos como pequeños cantantes de una noche intachable, el frio de la reciente lluvia y el sonido de nuestros pies contra el húmedo pastal hace que algo en mí se revuelva. Amor le dicen, comparada también con la felicidad.

Es totalmente cierto eso que dice, que la vida te puede cambiar en muy poco tiempo y con la extraña manera de conocer a Martina, eso ha pasado.

Llegamos a la reja y ella la mira de arriba a abajo pensativa.

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