Capítulo 34

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-La oscuridad también es parte de la vida, sin ella, no apreciaríamos la luz. - Me gire en su dirección una vez la escuche entrar, sus ojos estaban enrojecidos lo cual decía que había llorado. -A veces, nuestros silencios son más elocuentes que las palabras. -

-Esperaba que me dijeras otra cosa, tal vez un poco de emoción al saber que estamos bien. - Hice una mueca de desagrado al sentirlo tan distante y frio.

- ¿Qué estamos haciendo? - La mire fijamente a los ojos. - ¿Estamos luchando o simplemente sobreviviendo? -

-Estamos eligiendo amarnos y ser felices, incluso cuando sea difícil. La vida no es solo momentos felices; también es sobre superar los obstáculos juntos. - Me acerque y trate de abrazarlo, pero el solo dio un paso atrás.

-Siempre seré el malo de la historia si te quedas a mi lado. - Termine gritando sin intensión, pero todo este tema me ponía mal.

-Eres estúpido si crees que me dejaras sola con una bebe. - Ahora fui yo quien grité furiosa golpeando su pecho con enojo.

-Jamás estarán seguras a mi lado entiéndelo. - Suplique mientras la abrazaba tratando de calmarla.

-Eres un cobarde, eso es lo que eres. - Trate de zafarme, pero no pude y termine calmándome.

-Eres el motivo que quiera vivir... y estuve a punto de perderte. - Susurre tratando de contener las lágrimas.

-Juntos somos invencibles... yo no podría hacerlo sola. - Levante mi mirada tratando de conectar con la suya.

-Te amo... solo que tengo miedo, jamás me perdonaría si les pasara algo. – Desde lo que paso tuve un nuevo panorama y ellas se habían vuelto mi todo, pero al mismo tiempo mi destrucción.

-Te prometo que siempre encontraremos la luz en medio de la oscuridad... Solo no me dejes. – Susurre sintiendo un nudo en la garganta.

-Lo hare si es necesario. – Alejarme de ellas para mantenerlas a salvo siempre seria mi primera opción.

-Te cortare las pelotas antes que puedas pensarlo. - Rei ligeramente.

-Tienes que trabajar en tus amenazas. – Solté una pequeña risita, ella era adorable.

-Oh dios tienes que llamar a tu madre. - Me aparté de él, sentí un ligero dolor mientras por mis piernas un líquido escurría.

-Para que te enseñe a amenazar? – Seguí bromeando, pero ella puso un semblante serio.

-No quiero que te alarmes... pero lia quiere conocerte ya. -

-Pues ya solo unas semanas. - 

-No amor, nuestra hija ya viene. - Lía siendo muy oportuna, sentía los nervios por lo que se avecinaba.

-Vamos al hospital ya? - Pregunte asustado incrédulo a lo que decía.

-No, tengo que dilatar en casa, baja la pelota de la habitación, la maleta de la bebe, quiero que busques ropa cómoda para ambos y te des una ducha, yo iré a la habitación de invitados a darme una sí. -

-Pero porque no quieres ir al hospital. - Yo no podría controlar la situación.

-Porque si vamos nos regresarán, acaso no pusiste atención a las pláticas. - Hice una mueca disgustada.

-La verdad que no. - Confese apenado, me la pase tomando fotos y videos únicamente.

-Carajo... solo no entres en pánico, avísale a la familia, diles que les diremos cuando estemos en el hospital, necesito que me pongas en contacto

-Pero que hago primero...-

-Por dios Ricardo la que tendrá a la bebe soy yo. -

-Perdón, solo los nervios. -

-Pues no necesito que estes nervioso, ahora ve hacer lo que te dije en el orden que se te de la puta gana.- Tendría que pasar varias horas en casa hasta lograr la dilatación para que me pudieran ingresar, estuve casi 8 horas haciendo varias poses para dilatar rápido, desde brincar en la pelota, caminar por toda la casa, también probe acostada de lado con una almohada entre las piernas, de rodillas en la cama apoyada en un cojín, sentada en una silla mirando al respaldo y la postura de mariposa... mientras mi amado y temible hombre de la mafia entraba y salía de la casa por nervios.

-Ya las contracciones son muy seguidas y me duelen más... tenemos que irnos ya. - Hable robando su atención mientras el me miraba con pánico. -Quien diría que el gran Príncipe de la mafia no puede contralar los nervios justo cuando su primogénita esta por nacer. -

-Es más fácil mi trabajo... me aterra que algo se pueda complicar y no pueda hacer nada. - Confese mientras le ayudaba a levantarse.

-Estaremos bien, ahora quiero que estes calmado para que manejes. - Acaricie su rostro ligeramente.

-Un chofer nos espera, no estoy en condiciones de manejar. - Caminamos hasta la entrada de la casa y nada más miré el coche sentí un revoloteo por todo el cuerpo, fue cuestión de minutos para llegar a la clínica, nuestra familia ya se encontraba allí al igual que mi gente custodiando las entradas.

La habitación estaba bañada en una suave luz amarilla. El aire olía a desinfectante y los nervios nos envolvían, me aferraba a la barandilla de la cama con fuerza. Ricky estaba a mi lado, sosteniendo mi mano. Estaba recostada en la cama del hospital, mi rostro empapado de sudor. El reloj en la pared marcaba las horas con una lentitud cruel. Mi abdomen se endurecía como un puño y luego se relajaba, una y otra vez.

El dolor era agudo, como si alguien apretara mis entrañas con fuerza. Cerré los ojos y respiré profundamente, tratando de encontrar un ritmo. Las contracciones venían cada poco minuto, como olas que me arrastraban hacia un destino desconocido.

-Estás haciendo un trabajo increíble amor. - Susurre mientras sostenía su mano con fuerza. Las enfermeras monitoreaban el ritmo de las contracciones en la pantalla, mientras el doctor estaba en la posición para recibir a mi hija.

-No puedo hacerlo. - Y entonces, en medio de ese torbellino de dolor, sentí una presión diferente como si algo se moviera dentro de mí.

-Yo... yo no... me siento raro. - Dije, pero justo en ese momento, sentí que mis piernas flaqueaban, mi mundo se volvió borroso y mis rodillas cedieron haciéndome caer.

-La bebé está descendiendo, así que puja lo más fuerte que puedas Susan, tu esposo estará bien. -

-Es un idiota... se desmayó. - Aprete los dientes y empuje con todas mis fuerzas. El dolor se intensificó, pero también la esperanza.

Y finalmente, después de lo que pareció una eternidad, el llanto de nuestra recién nacida llenó la habitación. El dolor se desvaneció al instante. Solo quedaba la alegría, la emoción y el amor que llenaba la habitación. Las enfermeras actuaron con rapidez ayudaron a Ricky a recobrar el conocimiento y lo sentaron en una silla.

La bebé, fue envuelta en una manta rosa, fue colocado en mis brazos. -Bienvenida al mundo mi pequeña. - No pude evitarlo y solté lágrimas de felicidad.

Poco a poco sentí como mis sentidos volvía, abrí rápidamente los ojos y allí estaba Susan sosteniendo a mi hija... -Que nadie sepa el ridículo que hice. - Sonreí mientras me acerque a ellas...Cuando mire a mi hija por primera vez, mi rostro pasó por una mezcla de emociones: asombro, alegría y un toque de incredulidad, mis ojos se llenaron de lágrimas mientras miraba a la pequeña criatura en brazos de Susan. La sonrisa de mi rostro era amplia y tierna mis manos temblaban ligeramente al tocar la piel suave de mi hija. En ese momento, todo lo demás desapareció y solo existía la maravilla de la vida que habíamos creado juntos. -Eres perfecta Lía. -

Cruzando limitesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora