|2|

376 69 25
                                    

A pesar de la poca antelación, Hinata consiguió cuadrar su agenda, así que, cuando a la mañana siguiente apareció el inspector Uzumaki a las diez en punto conduciendo un Jeep Wrangler de color negro, estaba lista

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

A pesar de la poca antelación, Hinata consiguió cuadrar su agenda, así que, cuando a la mañana siguiente apareció el inspector Uzumaki a las diez en punto conduciendo un Jeep Wrangler de color negro, estaba lista.

El hombre la saludó con un lacónico «buenos días» y luego no volvió a despegar los labios durante la mayor parte del trayecto. A pesar de que el aire era fresco, no había puesto la capota y Hinata disfrutó de la estimulante sensación de rodar a toda velocidad por la carretera, mientras notaba los débiles rayos del sol otoñal sobre su rostro. 

Miró de reojo las manos, grandes y nervudas del inspector que sujetaban el volante con seguridad y pensó que eran de las pocas cosas que le gustaban de él. Por lo demás, era el prototipo de hombre que siempre le había desagradado: arrogante y demasiado seguro de sí mismo. Resultaba milagroso que, de pronto, hubiera decidido prestarle atención.

Una vez más, Hinata se preguntó si ese cambio de actitud estaría relacionado de alguna manera con la herida de su cráneo. Hoy se había quitado el apósito y en el cuero cabelludo resaltaba una línea púrpura donde antes crecía más de ese pelo rubio.

—Por cierto, ¿ha conseguido averiguar algo más del lugar en el que, según usted, está Moegi? —preguntó el inspector de sopetón.

—Por desgracia, mi ouija se quedó sin gasolina —respondió Hinata con ironía. No sabía por qué, aquel hombre sacaba a relucir lo peor de ella.

—Ja, muy graciosa. Apreciaría un poco de colaboración, señorita Hyūga. Me estoy jugando mi reputación en esta historia demencial —la miró airado y, enseguida, volvió la vista hacia la carretera.

Hinata contempló su perfil, parecía muy joven para tener el cargo de inspector, se concentró en las marcas en la mejilla que le daba a su rostro un toque despiadado.

—Disculpe, inspector Uzumaki, tiene razón. Quiero que sepa que le estoy muy agradecida por lo que está haciendo —con suavidad la joven posó la mano sobre su antebrazo y, aunque esta vez Naruto no sintió ningún calambre, el calor de esos dedos esbeltos pareció traspasar la tela de su cazadora.

—Ya puede estarlo, voy a ser el hazmerreír de toda la comisaría —gruño, algo más calmado.

Hinata se prometió a sí misma que ese hombre no conseguiría sacarla de sus casillas, así que volvió la vista hacia los montes cubiertos de robles veteados en una cálida gama de color que iba del marrón al amarillo y recorrieron en silencio el resto de los pocos kilómetros que separaban al lugar de su destino. 

Cuando por fin llegaron al embalse de Gensui, Hinata no pudo evitar que se le escapara un suspiro de desaliento. El pantano era enorme y con los escasos recursos con que contaban —dos agentes y un golden retriever que les esperaban en una explanada de tierra—, tuvo la impresión de que encontrar alguna pista iba a resultar una misión imposible. Al oír el suspiro, Naruto se volvió hacia ella, divertido.

Protege mi OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora