¿Qué pasa cuando la realidad dista de ser como pensamos? ¿Qué pasa cuando la lógica no explica todo lo que sucede?
- Adaptación a los personajes de Naruto
- Protagonistas Naruto y Hinata
- La historia imágenes y personajes no me pertenecen, créditos...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—¡Maldita sea! —exclamó Naruto después de la última serie de estornudos. Esta vez había batido su propio récord, había contado más de doce.
—Qué raro, Naruto, tú maldiciendo. Llevo un rato buscándote, no se me había ocurrido que estuvieras aquí escondido. Por fortuna, Konan, que siempre está informada de todo, me ha dado una pista sobre tu paradero —dijo su amigo Sasuke nada más entrar en la habitación.
El archivo de la comisaría era un cuarto de buen tamaño y sin ventanas, dividido por filas y filas de estanterías metálicas que llegaban hasta el techo, atestadas de polvorientas cajas y carpetas de cartón, que a su vez estaban llenas a reventar de papeles amarillentos.
Naruto, que llevaba un buen rato en cuclillas revisando las cajas de una de las baldas inferiores, se alzó con dificultad y el chasquido de sus rodillas resonó en la estancia.
—Mierda, parezco un viejo. Me crujen todos los huesos.
Bajo la luz mortecina de los fluorescentes su rostro tenía un aspecto macilento y en su mejilla derecha lucía dos negros tiznones de polvo. La camiseta blanca que enfatizaba sus anchos hombros reflejaba también su paso entre esos amenazadores desfiladeros de sucios legajos.
—Sí, viejo, no quería decírtelo, pero creo que estás para sopitas y buen vino. No me extraña que ya no te llame la hermosa señorita Hyūga.
Al oír las palabras de su compañero, Naruto no pudo evitar un gruñido. Podía molestarlo casi de cualquier cosa, pero en lo que se refería a su complicada relación con Hinata, no había nada en el asunto que le hiciera maldita la gracia.
Como si fuera consciente de ello, Sasuke decidió cambiar de tema.
—¿Se puede saber qué demonios buscas? Lo único que vas a encontrar por aquí serán los huesos roídos por las ratas del último incauto que se atrevió a bajar al archivo.
—Desde luego, la capa de polvo que hay indica que nadie ha limpiado en este agujero al menos desde que tú fuiste a tu casa a ver tu esposa e hija —otra sucesión de estornudos siguió a sus palabras. Exasperado, Naruto se retiró el pelo del ojo con los dedos y un nuevo trazo polvoriento apareció sobre su frente.
Al verlo, Sasuke lanzó una mirada irónica. Pero al ver el aspecto de su amigo, levantó la palma de la mano y dijo:—¡Yo ser Sasuke, tú Cabeza de Fuego!
—Ja, ja —respondió Naruto, sarcástico, al tiempo que dirigía una mirada de disgusto a sus manos ennegrecidas, que no tenían nada que envidiar a las de un mecánico al final de una jornada en el taller.
—En serio. ¿Qué estás buscando? Creía que ya habías detenido al culpable —Sasuke le tendió uno de esos pañuelos muy limpios que siempre llevaba en el bolsillo.
Naruto lo aceptó sin remilgos y se limpió las manos con el lo mejor que pudo.
—Sí, tenemos un sospechoso y todas las pruebas están en su contra.